domingo, 28 de febrero de 2010

La voz del violín, de Andrea Camilleri


Andrea Camilleri es un refugio de buena literatura al que hay que acudir de vez en cuando. Reconforta su forma de escribir, por cuanto la novela negra se convierte también en una novela costumbrista, porque narrar las costumbres de la vida en Sicilia ya tiene miga.
En esta cuarta entrega del comisario Montalbano (escrita en 1997), excelente en todo, Camilleri fustiga a la burguesía (capaz de todo por dinero), a la mafia (el personaje que siempre está en sus novelas pero no tiene nombre, el cáncer de Italia), a la justicia (pagada de sí misma), a la policía (que malfunciona gracias a personas todavía íntegras como Montalbano), a los periodistas, etc.
El asesinato de una joven en un chalet a las afueras de Vigàta es descubierto por Montalbano de forma casual. Enseguida el caso adquiere una especial relevancia. Montalbano hilará fino para encontrar al culpable y los motivos, como siempre tan mundanos, para acabar con la vida de Michela Licalzi.
Pero lo mejor de la novela siguen siendo esos ingredientes que Camilleri siempre utiliza para que sus "platos" sean tan exquisitos: mucho humor (representado en la figura del "tonto", con perdón, Catarella, que es enviado a un curso de informática y encima es el primero de la clase; "¿habrá futuro para la humanidad?", se pregunta Montalbano), la importancia de los detalles que no parecen importantes, la capacidad de análisis de Montalbano en el alma humana (a lo Miss Marple), el lenguaje directo y a veces "grosero" pero siempre natural del comisario, el amor por la comida disfrutada con calma ("Había que comerlo bajo aquel sol, sin pensar en nada, disfrutando únicamente del hecho de sentirse en armonía con el cuerpo, con la tierra y con el olor de la hierba", habla sencillamente de una rebanada de pan con aceite de oliva, sal, pimienta negra y queso de oveja, no de complicadísimos platos deconstruidos).
Me quedo con algo que en las anteriores reseñas nunca comentaba pero que en esta novela se acrecienta: el ritmo, eso que hace que las novelas sean tediosas y aburridas o interesantísimas. El ritmo en Camilleri es siempre vertiginoso, aunque a veces aminore la marcha para comer o descansar (Larsson no hace nada de eso). Ese ritmo tan trepidante se consigue simplemente encadenando llamadas telefónicas en las que interviene Montalbano (qué italiano, ¿no?).
Eso sí, si quieres disfrutar de las novelas de Camilleri, aunque se presentan casos independientes, es recomendable empezar por el principio, no podía ser de otra forma, por aquello de que Montalbano también tiene una vida privada que evoluciona. Disfrútenla.

4 comentarios:

  1. M'agrada moltíssim Camilleri, va ser un gran descobriment. Sempre que necessite desconectar i riure a gust, llegir un llibre d'ell és una bona opció. M'alegre que t'haja agradat, veuràs com el següent també t'enganxa.
    Montalbano té una paciència de sant, si jo fos ell i tingués que treballar amb Catarella ja m'hauria donat un infart, jeje.

    ResponderEliminar
  2. Ja et dic, Catarella és el típic al que inflaries a "bascollaes" (localisme del Pinós). La veritat és que té mèrit treballar en Itàlia, bé, en Sicília!!!!

    ResponderEliminar
  3. Acabe de descobrir el teu bloc i m`agradat molt. Jo també sóc un adicte a la lectura. Et seguisc!

    ResponderEliminar
  4. Gràcies, i benvingut a "Leer por leer".

    ResponderEliminar