sábado, 30 de junio de 2012

Españistán, de Aleix Saló

Hace poco leía en la revista El Jueves que todos los españoles estamos haciendo un máster de economía desde que empezó la crisis, y hasta el menos espabilado te cuenta en una tertulia cafetera lo que es la prima de riesgo, las agencias de calificación, la burbuja inmobiliaria y la deuda pública, y hasta de propina te explica lo que ha pasado en Islandia. Cansa un poco, ¿no?
Ahora resulta que esto de la crisis nos ha hecho más listos en macroeconomía, hemos descubierto que los banqueros son "hijoputas" (con perdón) que se jubilan con pensiones millonarias dejando un tufo en las cajas de ahorros que uno entra en una oficina y no veas como huelen; también sabemos (lo hemos sabido ahora) que los políticos no tienen ni idea de cómo salir de ésta, tampoco supieron la "mierda" que se nos venía encima, y para colmo en 2008 nos dijeron que esta era la madre de todas las crisis y que hacía falta "refundar el capitalismo". Espérate que me ría: jajota!!!!! El capitalismo tiene más vidas que un gato.
Así pues, puestos a cargarnos artículos bodrios sobre lo mal que lo han hecho algunos "endiosados" y la mierda que vamos a tragarnos durante los próximos 10 años los mortales comunes, ¿por qué no ver la realidad con un poco de humor y mala leche? 
Y eso es lo que nos propone el historietista catalán Aleix Saló (1983) en el cómic titulado Españistán. Este país se va a la mierda (2011), relanzado cuando el autor lo promocionó con un cortometraje de animación de poco más de 6 minutos en youtube (que ha superado los 5 millones de visitas), titulado Españistán, de la burbuja inmobiliaria a la crisis, un video absolutamente imprescindible por las verdades como puños que suelta y porque esto de la burbuja se explica bien clarito. El éxito le ha llevado a publicar Simiocracia (2012), mejorando el humor punzante que ya apuntaba en Españistán.
Publicado por Glénat, el cómic tiene 140 páginas a color, y plantea un viaje, parodiando a El Señor de los Anillos, de un joven hipotecado, Fredo, su amigo Samu, y el mago Gandolfo. Objetivo: conseguir que el banco se quede con la vivienda y anule la hipoteca, vamos, la famosa dación en pago que los bancos niegan que exista.
El viaje del ex "currito" Fredo y sus amigos que comienza en el Ministerio de Vivienda (en el que solo hay un mono que sirve tilas) y debe acabar en el banco, le sirve a Aleix Saló para pegar unos cuantos palos a la burocracia, para que descubran "en las tierras muertas" a la comunidad científica viviendo en la indigencia, para tener un mal encuentro con "la banda de la SGAE", para dejar a la altura del betún a la Iglesia de "Jesufistro", y sobre todo para satirizar a las empresas y a los bancos. Ya que el banquero Botín se niega a anular la hipoteca y perdonar la deuda, en su desesperación acudirán a la Moncloa para acabar descubriendo que efectivamente este país se va a la mierda.
En un mundo editorial en el que cada vez es más difícil encontrar voces críticas y políticamente incorrectas (menos mal que la revista El Jueves sigue pegando caña), Aleix Saló consigue que la sátira social y política en formato viñeta se convierta en una saludable forma de pasar factura a aquellos que dominan el "cotarro" político, económico (banqueros y empresarios) y circense (la tele basura), a los que tratan de atontarnos para convertirnos en ignorantes con cerebro de "cacahuete" dispuestos a que nos den por....

domingo, 17 de junio de 2012

Los caminantes, de Carlos Sisí

Hay un creciente interés desde hace unos años en el género "zombi", que se ha plasmado en la realización de varias películas, de peor o mejor calidad (recomiendo 28 días después (2002), de Danny Boyle), y en la proliferación de infinidad de novelas. Pero el boom reciente de este género, y aportando buenas dosis de calidad, lo genera la serie The Walking Dead de Frank Darabont, que el año que viene estrenará su tercera temporada, y que se basa en los cómics que Robert Kirkman publica desde 2003 con gran éxito.
Reconozco que comparto esa fascinación por esta temática, entre otras cosas porque me interesan los mundos postapocalípticos donde los grupos humanos deben volver a comenzar casi de cero, deben organizarse, establecer unas normas, un liderazgo, unas reglas simples que permitan la supervivencia en la nueva situación, para mí es como una vuelta a la Prehistoria, con todas las salvedades de la comparación, pero se trata de sobrevivir en grupo y ciertos valores morales siguen siendo válidos, y otros no. Todo se simplifica y es eso, tal vez, lo que me interesa.
Así que suelo ver las películas recientes sobre zombis y por supuesto he seguido ávidamente la serie de Darabont. Sin embargo, no había traspasado la línea y había entrado en el campo literario, tal vez por desconocimiento de autores de referencia. Así que, mi primera incursión literaria en el género ha tenido que llegar con la recomendación de un amigo, quien me habló muy bien de la trilogía del español Carlos Sisí (1971): Los caminantes (2009), Necrópolis (2010), Hades Nébula (2011), quien se estrenó con estos tres libros en el mundo de la ficción escrita.
He leído Los caminantes y lo he hecho disfrutando mucho la novela. No es una novela compleja, con grandes pretensiones, y los personajes principales incluso parecen necesitar alguna pincelada más, pero el relato, con algún que otro altibajo, mantiene un ritmo alto, la acción domina a la reflexión, construyéndose una novela muy visual, muy cinematográfica, e interesante. 
La novela está ambientada en la ciudad de Málaga, que ha sufrido, como otras ciudades españolas (y después todo el mundo), una pandemia provocada por un virus que hace resucitar a los muertos convirtiéndose en zombis ávidos de sangre de los vivos. Mientras el "apocalipsis" se extiende por la ciudad, nos centramos en las desesperadas acciones de varios grupos para sobrevivir, uno ubicado en un complejo deportivo (Carranque), bien organizado y liderado por Juan Aranda, en el que también destacan Dozer, Uriguen, Susana o el doctor Rodríguez; otros más reducidos que acabarán uniéndose formado por Moses, el Cojo o Isabel, que acabará encontrándose con el grupo de Carranque.
La historia comienza de forma abrupta, ya con la pandemia extendiéndose por la ciudad, sin que podamos entender qué está pasando o cuáles son las causas de la catástrofe: "Nadie sabía cómo había empezado todo exactamente. El mundo se había desestabilizado mucho antes de que ningún científico hubiese podido dar alguna explicación, teoría o hipótesis". Lo inquietante de la novela es el personaje del Padre Isidro, que descubre, por causas que descubrimos al final, que es inmune a los zombis y por tanto no es atacado. Sin embargo, lejos de aprovechar esta ventaja para ayudar a otros, creerá, fanatizado, que ha llegado el Juicio Final, y que él debe liderar al "ejército de zombis" para juzgar a los vivos, a los que cree "impuros".
Al mismo tiempo, los esfuerzos del doctor Rodríguez van encaminados a encontrar la causa de la pandemia, y cuando conozcan la existencia de este cura loco, a encontrar la respuesta a su "inmunidad". El capítulo final será una lucha desesperada entre los supervivientes del complejo deportivo, la "Comunidad", y una turba de zombis liderada por el cura Isidro, con sorpresa final.
Ya he dicho que no es una novela pretenciosa, pero la historia ha despertado mi curiosidad, tiene muchos paralelismos con The Walking Dead, que plantea cuestiones muy interesantes sobre la superviviencia y la organización de los grupos humanos, así que acabaré la trilogía.

sábado, 16 de junio de 2012

De l'arbre al pinyol, d'Anna Rúbio i Fandos


      Anna Rúbio i Fandos, escriptora valenciana nascuda a Silla (1975) va guanyar amb aquest recull de contes el XIX Premi de Narrativa Vila de l’Ametlla de Mar l’any 2010. Al poble vam tenir l’oportunitat de conéixer aquesta escriptora el passat mes de març, dins els actes celebrats en commemoració del dia de la Dona. A la Biblioteca pública municipal Maxi Banegas es va presentar el seu llibre. És molt interessant i important que un poble xiquet com és el nostre puga gaudir de la presència i presentació d’escriptors de la nostra terra i en la nostra llengua. En aquest cas pense que l’acollida per part dels diversos col·lectius presents a l’acte va ser més que positiva.
Anna Rúbio, a banda de ser escriptora és docent i compagina les dues tasques amb molta il·lusió i dedicació. Així ens ho va demostrar als presents aquell dilluns 5 de març a la Biblioteca del Pinós. Anna ens va contar un dels seus contes: Maia, aquell que tanca aquest llibre de relats i ens va encisar a tots els que ens vam acostar per a escoltar-la. Davant l’èxit i a petició del públic va llegir-ne un altre. Sovint els adults ens oblidem davant les lectures solitàries i silencioses que la literatura també està feta per a gaudir-la en companyia, i així va ser. Crec que molts dels que allí vam ser vam retornar a la nostra infantesa, a aquell moment en què ens contaven contes i ens creiem en un món de fades o envoltats d’aventures.
Després de mesos dedicada a lectures massa especialitzades i gaudint de les mateixes, però sense poder gairebé acostar-me a d’altres més intimistes o senzillament més còmiques (que comentaré en pròximes entrades), he llegit amb plaer els relats de l’Anna i els he gaudit com si ella els contara. El llibre està organitzat en 19 contes (Baucis, Mai no en parlàrem, Que somies amb els angelets, Excés d’equipatge, Tres nafres, Ensumar primavera, Habitació amb vistes, Carta blanca, La talaia, Que vinga al llit, A cau de llagrimall, Somni d’una nit d’estiu, Trossets de carn, Tentines, Sota l’esguard, Vespres d’aniversari, L’amistat, Germinal i Maia), gairebé tos ells amb un predomini destacat de les dones. Dones de diferents edats i circumstàncies diverses (casades, àvies, veïnes, embarassades, professores, alumnes, empresàries, etc.) i sobretot històries molt intimistes. Aquelles que busquen la manera d’expressar, no sols la incapacitat humana de parlar o mostrar obertament els sentiments –d’amor o bé d’odi- que ens provoquen les persones més properes, sinó també i com diu a la contraportada del llibre, la incapacitat de “lliurar-se al desig o gaudir d’un tros de cel”. Els contes parlen de sentiments que embolcallen l’ésser humà, amb especial atenció al món femení.

En alguns dels relats Anna Rúbio deixa patent la seua coneixença del món educatiu i ens planteja la situació d’una alumna de 14 anys problemàtica a “Tentines” o bé la impotència amb què es troben molts professors davant famílies desestructurades com al conte “Sota l’esguard” on els que finalment acaben pagant els plats trencats són els fills, als que es desatén i ignora. Els docents representen un puntal fonamental dins la societat i desgraciadament en l’actualitat estan infravalorats, molts d’ells es fan càrrec de situacions que no els pertoca, i ho fan de bon gust perquè la seua vocació així s’ho demana. Però és evident que en tots els llocs n’hi ha de tot. En el cas d’aquests contes sí que observem una preocupació i implicació total per part del professorat o l’equip docent del centre per solucionar els problemes dels alumnes o bé millorar la situació d’aquestos.
He gaudit amb la lectura i per tant la recomane. Anna Rúbio aconsegueix introduir-nos en cadascuna de les històries i ens fa partíceps d’elles. Aquí us deixe un enllaç d’un parell de contes per si voleu fer-ne un tast: http://www.cossetania.com/tasts/delarbrealpinyol.pdf

lunes, 4 de junio de 2012

El día de los bárbaros, de Alessandro Barbero

El día de los bárbaros es un ensayo histórico publicado en 2005 por el historiador italiano Alessandro Barbero (1959), especializado en historia medieval, y del que, entre los más recientes, encontramos algunos ensayos también de temática militar como son Waterloo (2003) y Lepanto, la batalla de los tres imperios (2010).
El subtítulo de esta obra centra su ámbito de estudio: La batalla de Adrianópolis, 9 de agosto de 378, pero sería un error considerar que todo el libro (editado por Ariel y con 240 páginas) constituye la narración de esta batalla que enfrentó a romanos y godos al norte de la ciudad de Adrianópolis, provincia de Tracia (y hoy actual Turquía). Este estudio es algo más que una batalla, es un análisis certero y esclarecedor de las circunstancias políticas, sociales y económicas del siglo IV d.C. que provocaron este enfrentamiento bélico tan determinante para el devenir del imperio romano de Occidente. Con un lenguaje sencillo al alcance del lector no habituado a los ensayos históricos, con una objetividad en el tratamiento de las fuentes latinas (principalmente Amiano Marcelino) y sobre todo con una gran capacidad de síntesis narrativa, Barbero construye un admirable fresco de la situación política del imperio romano de Oriente, las dificultades económicas de los godos instalados al otro lado del Danubio y sus motivaciones para trasladarse, en el 376 d.C., a la provincia romana de Tracia. Para Barbero, el tratamiento que da a este contingente de bárbaros no es la de invasores sino la de inmigrantes, tribus enteras (con familias y enseres) que desplazados por el empuje de los hunos, se ven obligados a pedir refugio (tierras y trabajo) en el imperio romano. Y es tentador establecer ese paralelismo varias veces a lo largo de la narración con el fenómeno de la inmigración que a lo largo de los últimos años ha experimentado Europa.
Centrándonos en el relato, Barbero nos explica qué tiene de especial esta batalla que va a narrar, y considera que es "una batalla que cambió la historia del mundo, pero no es tan famosa como Waterloo o Stalingrado", y en cambio puso en marcha la caída, cien años después, del imperio romano de Occidente. El imperio romano se había recuperado de una fuerte crisis económica padecida en el siglo III d.C., y en el siglo IV los dos problemas más graves estaban controlados, a saber: las continuas usurpaciones y las invasiones bárbaras. Barbero no considera que el imperio esté en decadencia, como siempre se ha afirmado, aunque sí muestre problemas importantes. 
Lo que la mayoría de los historiadores ha llamado "invasiones bárbaras", Barbero lo califica de movimientos de población o migraciones de pueblos, y reflexiona: "Tenemos que resistirnos a la tentación de considerar las fronteras del imperio como una barrera insuperable, y a los romanos como un pueblo asediado, con la obsesión de no dejar entrar a nadie". Los bárbaros no son considerados "bestias" por parte de los romanos sino mano de obra abundante y barata para el imperio, ya sea para trabajar en el campo o para alimentar el ejército (en unidades regulares o como mercenarios). "Los bárbaros que cruzan la frontera "son solo gente que escapa del hambre, de la miseria, de la violencia y de las tribus enemigas", en este caso, de los hunos. Por tanto, son refugiados que piden tierra y trabajo. Y esto cambia nuestra percepción de las invasiones, ya que siempre consideramos que Roma trata por todos los medios de impedir este fenómeno cuando debemos ver que Roma ya era en el siglo IV un imperio multiétnico que necesitaba pagadores de impuestos, reclutas y campesinos, y tenía capacidad para absorber una densa inmigración. 
Para los romanos, los godos "eran todos bárbaros, desgraciados analfabetos que se morían de hambre en su país subdesarrollado". Pero los godos vivían desde hacía siglos a orillas del imperio y comerciaban con los romanos o se alistaban en el siempre necesitado ejército romano. Además, los godos habían estado convirtiéndose paulatinamente al cristianismo arriano en el siglo IV.
También era arriano el emperador del imperio romano de Oriente, Valente, protagonista de esta historia porque falleció en la batalla de Adrianópolis. No solo era arriano sino un fanático religioso que atacó a la otra rama del cristianismo, la católica. Valente estaba preparando su habitual campaña contra los persas cuando tomó una decisión que cambiaría el curso de la historia de Europa: había cortado los subsidios de cereal (aunque se menciona la palabra "maíz" varias veces, y quiero pensar que es un error en la traducción), que regularmente los godos recibían del imperio, y muchos godos, acuciados por el hambre, empezaron a venderse como esclavos. La situación se agravó en el 376 d.C., cuando la migración de los hunos empujó a miles de godos a pedir asilo a los romanos cruzando el Danubio y a asentarse en la provincia romana de Tracia.
Puesto que el imperio necesitaba mano de obra, colonos para los latifundios, soldados para el ejército, Valente les dio permiso y les prometió comida, y más adelante, casas y trabajo. Incluso para realizar la operación "cruce del Danubio" los romanos fueron los que construyeron pontones para que miles de godos pudieran cruzar las crecidas aguas (y esto indigna al historiador Amiano Marcelino). Para Roma, este flujo migratorio podía ser positivo y en seguida se preparó un enorme campamento de refugiados al sur del Danubio para acoger a los godos. Sin embargo, algunos funcionarios romanos quisieron sacar tajada de la situación y comenzaron a hacer negocio con el abastecimiento de raciones, aprovechando el dramático estado en que se encontraban muchas familias. Cuenta Amiano Marcelino que algunos godos vendieron a sus hijos para conseguir dinero con que comprar las raciones (que en realidad debían ser gratuitas), o incluso compraron perros.
La situación se descontroló para las autoridades romanas de Tracia cuando la columna de refugiados se desplazó al sur y en la ciudad de Marcianópolis se les negó comida. Los godos, liderados por Fritigerno, reaccionaron violentamente matando a la escolta romana e iniciaron entre los años 376-378 un sistemático saqueo de la provincia de Tracia. Tras varios encuentros bélicos entre romanos y godos (batalla de los Sauces, Dibaltum), que desgastaron a los romanos, estos se dieron cuenta que la contraguerrilla sería la mejor manera de debilitar al contingente godo, demasiado numeroso y lento por el enorme botín conseguido en dos años de saqueo. 
Finalmente, cuando Valente se presenta con un ejército romano en Tracia (unos 15-20 mil hombres), cerca de Adrianópolis, se encuentra el contingente godo, y es entonces cuando comete otro gran error, en vez de esperar a su sobrino Graciano, que llega de Occidente con otro ejército, decide plantear batalla ante lo que considera un enemigo inferior en número al romano, unos 10 mil según las estimaciones más realistas (los romanos no sabían que la caballería goda, además de hunos y alanos, no estaba en ese momento en el campamento porque estaba forrajeando). 
Después del relato del desastre militar que llevó a la muerte del propio emperador en el campo de batalla, contado de manera magistral ("Se acercaba el final de la tarde, y los romanos estaban en formación desde el alba y no habían ingerido nada en todo el día"), y que Barbero justifica por la aparición por sorpresa de la caballería goda, que consiguió desperdigar a la romana y flanquear al ejército romano, el historiador hace balance de las consecuencias de la batalla.
Barbero habla de conmoción en todo el imperio (aunque también indisimulada alegría entre los cristianos católicos por la muerte de Valente), con los cristianos católicos echando la culpa a los arrianos, y los paganos a los cristianos; comienzo del fin del imperio romano de Occidente (curiosamente, cuando la batalla se dio en Oriente y el emperador muerto era de Oriente); batalla que anuncia la Edad Media por la fortaleza de la caballería (algo que Barbero no acepta). 
Finalmente, en el 379, un joven general hispano, Teodosio, fue proclamado emperador de Oriente, se bautizó como cristiano católico y en el 380 puso fin a las disputas religiosas con el Edicto de Tesalónica, que convertía el cristianismo católico (el del Concilio de Nicea) en oficial. Era el fin del arrianismo. Con los godos actuó de forma rápida, reclutó a muchos como mercenarios para su nuevo ejército y luego negoció la paz con ellos a cambio de tierras. Es decir, al final pasó lo que debió haber sucedido desde un principio: la integración en el imperio. Y la mejor integración es la que hacía el ejército romano.
Para Barbero, que Teodosio necesite reconstruir el ejército de Oriente con godos demuestra la debilidad del imperio, porque la dependencia de los godos se tornará excesiva en los próximos años, hasta el punto que un general romano de origen godo, Alarico, saqueará Roma en el 410 d.C. porque no se atendieron sus peticiones para sus soldados.
Para concluir, Barbero considera que "Adrianópolis marca una aceleración brusca de un proceso de apertura del imperio romano a la inmigración barbárica". Todo sucedió en Oriente, la batalla, las consecuencias inmediatas, y sin embargo, Occidente, que era más débil, será quien desaparezca en un mosaico de reinos bárbaros.
Creo que he conseguido transmitir que estamos ante muy buena literatura histórica, un ensayo imprescindible que recomiendo fervientemente.