jueves, 28 de octubre de 2010

Armas de Grecia y Roma, de Fernando Quesada


De Fernando Quesada (Madrid, 1962), profesor Titular de Arqueología en la Universidad Autónoma de Madrid, había leído ya hace muchos años, cuando estudiaba la carrera, Arma y símbolo: La falcata ibérica (1992), y recuerdo que me gustó aunque pensaba que me resultaría muy árido leer un libro dedicado a un tipo de espada, pensé: "menudo ladrillo de libro me espera". Sin embargo descubrí a un historiador que tenía el don, porque no todos los historiadores lo tienen, de hacer lo complejo sencillo y de saber contar la historia de forma amena e instructiva. Es lo que yo llamo un divulgador, alguien que es capaz de hacer llegar al gran público aquello a lo que ha dedicado tantos años de investigación de manera que, despojando la narración de la pomposidad y erudición innecesarias y de la carga pesada de un aparato crítico que te rompe continuamente el ritmo de lectura y que muchas veces no aporta nada, hiciera cualquier tema atractivo para el lector sin tener que demostrar continuamente lo mucho que se domina. Cuando leí a Asimov también encontré en él aquellas cualidades tan difíciles de conseguir que Fernando Quesada sin duda posee. Además el propio autor lo deja claro en la introducción: "El propósito de una obra pensada para su difusión general entre un público amplio no es abrumar con erudición; cada estilo tiene su lugar."
Armas de Grecia y Roma (2008) es un libro de lujo, no solo por su cuidada edición y por los dibujos que acompañan al texto, espléndidos, sino porque es un libro que te cuenta la historia de las armas que se utilizaron en la Antigüedad con una simplicidad que te emociona. Me ha encantado este libro porque es una investigación rigurosa (véase la extensa bibliografía al final) articulada en breves capítulos concisos y claros que ponen los puntos sobre las íes en este tema tan especializado como es el de la historia militar (que tan en boga está hoy en día); me ha encantado porque la rigurosidad, aunque sea una obviedad, no desplaza a la sencillez narrativa, a la claridad y precisión de las palabras, en fin, a la historia escrita sin adornos. Pero escribir las cosas de manera fácil en realidad es difícil.
Fernando Quesada es un profundo conocedor del armamento antiguo y de la forma de hacer la guerra en la Antigüedad. Es su manera de estudiar las sociedades antiguas y es evidente que para conocerlas hay que entender cómo y por qué hacían la guerra. Desde el soldado hoplita hasta el legionario romano del Bajo Imperio, asistimos a una variada exposición de las formas de combate bélico; de las diferentes armas que se utilizaban (características, evolución formal, uso, etc.): grebas, honda, lanza, pica, ballesta, pilum, gladius, escudo, casco, cotas de malla, etc.; al relato de algunas batallas célebres: Termópilas (por cierto, menciona la novela Puertas de fuego de Steven Pressfield como una excelente recreación de la batalla), Esfacteria, Gránico, Zama, el desastre de Teotoburgo, hasta llegar al saqueo de Roma por el visigodo Alarico en 410 d.C. Pero en su viaje también tiene tiempo para pararse y contarnos cómo vivían los soldados mercenarios, cómo era la guerra biológica, la guerra en el mar, las minas terrestres, las enseñas militares, las armas de los gladiadores, el bocado del caballo, los estribos o el fuego griego. Aunque resalto el valor que un arqueólogo e historiador da al re-enactment, es decir a la recreación histórica en vivo de las actividades de los ejércitos de la Antigüedad, moda que proviene del mundo anglosajón (donde desde hace décadas hay asociaciones que se visten como legionarios romanos con una fidelidad histórica encomiable), y que en España ha comenzado por las guerras napoleónicas. No es solo una curiosidad, es arqueología experimental puesto que ahora se puede demostrar que el pilum romano no se diseñó para que la parte metálica se partiera después de ser lanzado, o que la caballería de la Antigüedad, aunque sin estribos, podía cargar sin problemas sin que el jinete saliera despedido de la silla siempre que se utilizara la lanza correctamente.
Aunque caro (la edición justifica el precio), es un libro imprescindible para conocer mejor la guerra en el mundo antiguo. Así que, no tardaré en leer Armas de la antigua Iberia, que salió hace poco. Disfrútenlo.