sábado, 24 de diciembre de 2011

La soledad del manager, de Manuel Vázquez Montalbán

Es La soledad del manager (1977) una novela policiaca corta pero escrita de forma deliciosa, casi poética, por un Manuel Vázquez Montalbán que disecciona con maestría una época histórica especialmente interesante, la llamada Transición a la democracia en España. Y lo hace con los ojos del detective privado, antes agente de la CIA, Pepe Carvalho, un trasunto digno del Marlowe de Raymond Chandler. Acompañado de secundarios muy principales como su ayudante (y cocinero) Biscuter, de su "novia" Charo, una prostituta con mucho encanto, o su limpiabotas habitual, Bromuro (obsesionado con la idea de que en el agua y en el pan nos echan bromuro para dejarnos atontados), Carvalho describe con ojo crítico la convulsa situación política y social de una Barcelona que empieza a despertarse del letargo franquista y a adaptarse poco a poco, con temor y precaución, a los nuevos aires de democracia tímida y frágil. 
Estamos en 1977 (un año en el que "un perro se había muerto de tristeza en el Japón porque su dueño no había vuelto a casa"), Carvalho recibe el encargo de una joven viuda de investigar la muerte de su marido, Antonio Jaumá, manager de una empresa multinacional con muchos intereses económicos y políticos ocultos, el investigador deberá conocer a fondo, a través de los viejos amigos del fallecido, el ambiente de una oligarquía económica que se prepara para seguir mandando en la nueva situación política, son los que ganaron dinero en la corrupta dictadura franquista, y quieren, con la democracia, continuar con su liderazgo social y enriquecimiento material. Aunque alguno de los amigos de Jaumá, como Núñez, tenga un ideario izquierdista, y no comulgue con las maniobras de la burguesía industrial catalana para perpetuar su preponderancia económica y social, lo cierto es que Carvalho observa desencantado cómo la oligarquía económica, antes franquista, ahora democrática porque toca, juega al juego del miedo a la extrema derecha (se mencionan los asesinatos a los abogados laboralistas) y a la extrema izquierda (las continuas manifestaciones de izquierdistas en las Ramblas, el GRAPO y la ETA) para perpetuarse en el poder con una nueva etiqueta, el "centro derecha". Lo cuenta Montalbán en 1977 y en ese contexto concreto, pero no me digan que esta acertada disección de la realidad no es aplicable en la situación económica actual: Biscuter pregunta qué quiere decir Carvalho con "desestabilizar" y éste aclara: "Creas la sensación de que el poder no controla la situación y de que el sistema político no sirve para garantizar el orden... Casi siempre en favor del propio poder, que así obtiene coartadas y cheques en blanco para hacer lo que le pasa por los cojones y como le pasa por los cojones".
Mucho me recuerda Carvalho al Philip Marlowe de Chandler, porque no deja de ser otro detective pesimista y cínico, crítico con la sociedad corrupta, con un punto de idealismo. Incluso Carvalho llega a plantearse a quién imitar, a Bogart interpretando al Marlowe de Chandler, a Alan Ladd en los personajes de Hammet (como el detective Sam Spade). Aunque Carvalho tiene unos rasgos que le hacen tener una personalidad muy propia (y que Camilleri homenajea constantemente con las novelas protagonizadas por el comisario Montalbano): es un amante fiel de la buena cocina (y abundante: "Cuando Gracián escribió que "...lo bueno, si breve dos veces bueno" no pensaba en la comida o bien se trataba de uno de esos mugrientos intelectuales de mierda capaces de alimentarse de sopas de letras..."), disfrutando de su pericia en los fogones, solo o acompañado de su vecino, o saboreando buenos platos en restaurantes escogidos. Sus menús no son precisamente minimalistas, y para muestra un botón: "Una tortilla de ajos tiernos para empezar, un plato de "múrgulas" con vientre de cerdo para continuar y finalmente un bacallà a la llauna previo a un plato de frambuesas". Eso es comer bien. Los momentos relacionados con la cocina le permiten un alto en el camino muy saludable, para relajarse, reflexionar o conversar.
Un hombre que siempre enciende la chimenea de su casa de Vallvidrera, tanto en invierno como en verano, utilizando libros de su selecta biblioteca, sobre todo aquellos que son "trascendentales" para la literatura ("Buscó La crítica de la razón dialéctica de Lefevbre, Así se templó el acero de Ostrovski y Ensayos sobre Heine de Sacristán"). El propio Carvalho lo justifica así: "Suelo encender la chimenea con libros trascendentales. Cuanto más pretensión de trascendentalidad, más culpabilidad. Seguro que han conseguido engañar a alguien". Montalbán te adereza el relato no solo con humor negro sino con un humor de sal gorda para deleite del lector, como cuando Carvalho le dice a Biscuter que se busque novia, se vaya de putas o se haga una paja para quitarse esa tristeza. Entonces, Biscuter, ni corto ni perezoso, responde: "Novia, qué dice usted, pues no me propone nada. Y las putas me dan risa. Cuando me dicen: Anda, calvito, tráeme la minina que te la voy a lavar, me entra una risa. Y pajas, qué me dice. Es que no paro. Con una mano, con la otra. Incluso aplico el sistema de la mano dormida. Me tumbo en la cama sobre una de mis manos hasta que se me corta la circulación de la sangre y me queda morcillona. Entonces no parece mi mano, sino otra cosa, y me hago la paja".
Un ex agente de la CIA que es un ferviente antifranquista desde el comunismo ya no tan militante, que pertenece no a la célula de detectives privados del partido comunista, sino "a la célula de gastrónomos". Un charnego integrado en Cataluña, aunque no de los charnegos que odia el contable Alemany, "los verdaderos charnegos son algunos catalanes. Como Samaranch, Porta y otros botiflers que han hecho el caldo gordo al franquismo".
Y como colofón, esta reflexión sobre la cultura a cargo de Carvalho-Montalbán: "Yo saco el mechero [cuando oigo la palabra cultura]. La cultura es guisar con salsas o sin salsas, vivir como un mortal o como un inmortal, prestar a la mujer propia o conseguir la de los demás, es decir, cultura francesa o inglesa, española o americana, esquimal o italiana. Lo que usted llama cultura es ortopedia verbal o letrista".
Como siempre, un deleite leer a Vázquez Montalbán.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La goleta Nutmeg, de Patrick O'Brian

Decimocuarta entrega de la maravillosa serie de Aubrey y Maturin magistralmente escrita por el escritor británico (él siempre había dicho que era irlandés) Patrick O'Brian (1914-2000), y que desgraciadamente poco a poco va llegando a su fin (son veinte novelas), y es por ello que cada vez ralentizo más las lecturas de esta serie, intentando evitar lo inevitable. Y es que cada novela, de la primera hasta ésta última, es un portento de magnífica literatura, aquella que es capaz de transportarte y mantenerte con los cinco sentidos puestos en ella. 
Algunos recordarán al capitán Jack Aubrey y el médico y naturalista Stephen Maturin por la buena película de "Master and Commander: al otro lado del mundo" (2003), que adaptaba un par de entregas de la serie, y reconozco que desde entonces no puedo imaginar a Aubrey y Maturin sin las caras de Russell Crowe y Paul Bettany respectivamente.
En esta entrega, La goleta Nutmeg (1991) o The Nutmeg of Consolation, Aubrey y Maturin y la tripulación de la Diane, que ha encallado en un arrecife en las Indias orientales holandesas, se encuentran en una isla intentando construir un pequeño barco para poder llegar a Batavia cuando son asaltados por unos piratas malayos. Después de conseguir abandonar la isla, Aubrey se pone al mando de una goleta holandesa rebautizada con el nombre de Nutmeg, y con el objetivo, ambicioso, de capturar una fragata francesa de 32 cañones, la Cornelie, que navega por esas aguas.  Pero el plan de hacerse pasar por un barco mercante es descubierto por los franceses, que emprenden una emocionante persecución para capturar la goleta. Ésta, afortunadamente, encontrará en la ruta de escape, como preveía Aubrey, a su querida fragata Surprise. Después de hacerse con el mando de ésta, Aubrey se dirige a Nueva Gales del Sur (el asentamiento colonial británico en Australia) para reponer víveres y poder regresar a Inglaterra, colonia que dejará una pésima impresión en nuestros protagonistas, ya que se encuentran una colonia a la que los ingleses envían a los peores presos para trabajar como esclavos en las granjas, presos que reciben brutales palizas por no cumplir con sus obligaciones. De la población indígena de la colonia, los aborígenes australianos, los colonizadores ingleses piensan esto: "[Los irlandeses] No son muy diferentes de los aborígenes de aquí, señor, que son las personas más perezosas del mundo. Si usted les da ovejas, no esperan a que formen un rebaño, sino que se las comen enseguida. Entre ellos tiene que haber forzosamente pobreza, suciedad e ignorancia".
A los dos personajes principales siempre acompañan algunos secundarios fieles a todas las entregas como el timonel Bonden, el malhumorado despensero Killick, y últimamente el ayudante de Maturin en la enfermería, el reverendo Martin. En cambio, en esta entrega me gustaría centrarme en el personaje de Stephen Maturin ("Es un hombre feo, bajo, de complexión débil y de tez pálida", así lo describe un funcionario), tal vez mi personaje preferido en esta serie, porque Maturin es a principios del siglo XIX, y en el marco de las Guerras Napoleónicas, un personaje que aglutina muchas facetas: irlandés papista con orígenes catalanes, es médico y cirujano de la Surprise, pero también naturalista, agente secreto de la Armada Real, músico aficionado, y fiel amigo del capitán Jack Aubrey. Y de hecho, esta novela, está escrita la mayoría de las veces desde la perspectiva y la mirada de Maturin, una mirada científica pero también política. Su mirada científica nos lleva a compartir su pasión por descubrir nueva flora y fauna, explorar nuevas islas o enfrentarse a las enfermedades, que al fin y al cabo fue la pasión de los hombres ilustrados durante los siglos XVIII y XIX. 
Su mirada política se dirige al problema irlandés. Cuando Maturin tiene que valorar la reciente insurrección en Irlanda (1798), comenta: "Es extraño que cuando los habitantes de las colonias inglesas de América se separaron de Inglaterra..., les apoyaron muchos ingleses,..., y en cambio cuando los irlandeses intentaron hacer lo mismo, nadie, que yo sepa, habló en favor de ellos". El tema de Irlanda aparece varias veces en la novela porque O'Brian quiere resaltar el desconocimiento de los ingleses hacia la isla vecina. Ese desconocimiento es patente incluso en Aubrey al decir que una carta está en griego, a lo que Maturin contesta: "No es griego, sino irlandés". Aubrey, extrañado, responde: "Así que los irlandeses tienen una escritura propia. No tenía idea." Pero será sobre todo la opinión de un clérigo inglés la que indignará sobremanera a Maturin: "Los irlandeses no merecen el apelativo de hombres.... Ahora, para colmo, les permiten tener sacerdotes también." 
La vida en los barcos de guerra de la época no era fácil, y un marinero debía convivir con muchas personas en espacio reducido, soportando habitualmente malos olores ("cuando hace mal tiempo, los marineros con peristaltismo o deseos de realizar la micción buscan un rincón aislado dentro del barco en vez de ir al retrete al aire libre situado en la proa"); esa convivencia era extensible a los animales habituales en los barcos, aunque la Nutmeg, sorprendentemente, al estar vacía y limpia, "no tenía cucarachas, ni pulgas, ni piojos, ni mucho menos ratones". Por cierto, las ratas tendrán un protagonismo especial en esta entrega cuando ingieran, en su avidez, las hojas de coca que el doctor Maturin guarda para sí mismo, ya que estas hojas de coca le permiten mantenerse más despierto y activo, reduciendo el sueño y el hambre.
Tampoco en la Armada se exigía que el cirujano del barco fuera un experimentado médico, antes mas bien un experimentado carnicero o barbero. Incluso el reverendo Martin es en esta entrega por un período breve el cirujano de la Surprise y su experiencia con la cuchilla, es a juicio de los tripulantes, buena "después de haber disecado tantos cocodrilos, babuinos y animales parecidos". Eso sí, Martin y Maturin hablan en latín delante de los pacientes para que estos no entiendan nada y por tanto los marineros consideran que el hecho de que hablen en latín es tranquilizante porque "era la lengua de los sabios, no de curanderos de animales que entraban en la Armada por cobrar una gratificación y se las daban de médicos en el castillo". Siendo un experto cirujano, Maturin reconoce que "en medicina se puede hacer muy poco aparte de hacer sudar, hacer sangrías y administrar una purga, como la píldora azul o un ungüento aún más fuerte. Pero la cirugía es otra cosa."
Maturin, por muchas millas que haya recorrido en los barcos de guerra británicos junto a Aubrey, nunca será un marino, bueno, es capaz de distinguir algunas velas y saber lo que es sotavento y barlovento, pero para Aubrey y los demás expertos marinos de profesión, poco sabe de los barcos. Así que cuando la Nutmeg se camufla como un vulgar barco mercante, Maturin, para indignación de Aubrey, no es capaz de distinguir los sutiles cambios en el velamen, la jarcia o la cubierta que hacen que un barco de guerra ya no lo parezca tanto. Y eso es lo que hace especial al doctor Maturin, su excepcional inteligencia para el espionaje, su dominio de la medicina y sus vastos conocimientos naturalistas se complementan con su torpeza en los barcos, su desinterés por los temas marinos y su difícil adaptación a la disciplinada y ordenada vida rutinaria en un barco de guerra.  
En fin, como siempre un placer leer a O'Brian.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Las memorias de Maigret, de Georges Simenon

A poco que uno indague sobre el escritor belga Georges Simenon (1903-1989) descubrirá una prolífica obra centrada sobre todo en la novela policíaca y en su personaje estrella: el inspector Maigret. Cuando Maigret ya llevaba varios casos resueltos, desde que comenzaran sus aventuras en 1931, en 1950 apareció una novela que es como una pausa en la relación literaria Maigret-Simenon que se prolongará hasta 1972: Las memorias de Maigret. Ésta es una novela atípica porque el inspector Maigret, lejos de protagonizar uno de sus casos, se dedica a recoger en unas memorias sus recuerdos y experiencias durante sus largos años trabajando en la Policía Judicial de París. Y lo hace para aclarar y desmitificar cierta imagen de su personalidad y su forma de trabajar que la pluma de Georges Simenon ha creado en las diferentes entregas que éste ha ido escribiendo hasta el momento.

Así que Maigret, el personaje, se sienta a escribir sobre su vida (recuerdos de la infancia, cómo conoció a su mujer, los diferentes trabajos y ambientes que ha conocido trabajando en la Policía Judicial, etc.), porque un joven Simenon (el autor y a la vez personaje en esta novela) se presentó en la oficina diciendo que iba a escribir novelas protagonizadas por él y eso ha hecho famoso al escritor y muy conocido al inspector. Por tanto, ha llegado el momento de contar todo aquello que Simenon no cuenta en sus novelas; todo aquello relacionado con el oficio de policía, que es casi como lo cuenta el autor, aunque el comisario también tiene ciertas cosas que aportar. 
Y así se construye un relato donde Maigret contará cómo conoció a un joven periodista llamado Georges Sim (luego Simenon) que deseaba "conocer a fondo el ambiente en que se desarrollan las operaciones". Maigret lo recibe de manera fría y esa frialdad se mantendrá durante mucho tiempo, porque para Maigret, el "Maigret" construido por Simenon no es él, y eso le molesta porque "al final, la gente me preguntaba de buena fe si yo había copiado sus manías, o si mi apellido era de verdad el de mi padre o si lo había copiado del novelista". Y esa imagen distinta construida por Simenon no ha sido rectificada constantemente por Maigret hasta que por fin ha decidido contar cómo es él en verdad, "que un día contaría con tranquilidad, sin malos humores ni rencor, mi versión, y que pondría los puntos sobre las íes de una vez por todas".
Pero cuando Simenon intenta explicar que lo que escribe en sus novelas es una verdad simplificada de los hechos, Maigret tiene que aceptar que en las novelas, para que el lector no se desanime ni se confunda, hay que simplificar algunas cosas a fin de que los casos sean más plausibles y exactos que la propia realidad, más compleja. 
Cuando Maigret descubre que también su personaje ha sido llevado a la televisión, reflexiona diciendo que es una extraña sensación "la de ver, en la pantalla, ir y venir, hablar y sonarse la nariz a un señor que pretende ser como tú, que tiene algunas de tus manías, pronuncia frases que has pronunciado, que se halla en unas circunstancias que has vivido, en unos escenarios a veces minuciosamente construidos".
La mirada de Maigret sobre su "verdadero" trabajo nos llevará a conocer, que más allá de los sorprendentes casos novelescos, hay un día a día en las calles de París en el que Maigret tiene que enfrentarse a los problemas de la inmigración, apuntando que "muchos no desean otra cosa que integrarse en nuestra sociedad y, si surgen dificultades, no son ellos quienes las provocan".  
Maigret es un inspector cuya experiencia acumulada durante tantos años le permite resolver muchos de los casos basándose en la comprensión del género humano, "vemos... toda suerte de hombres y mujeres, en todas las situaciones imaginables y de toda clase y condición. Los vemos, los catalogamos e intentamos entenderlos". Y más adelante dice: "La clave está en conocer. Conocer el ambiente en que se ha cometido el crimen, conocer el tipo de vida, las costumbres, los hábitos, las reacciones de las personas implicadas, sean víctimas, culpables o meros testigos. Entrar en su mundo sin aspavientos, con sencillez, y hablar como hablan ellos y con naturalidad". 
Su forma de trabajar me recuerda enormemente al gran comisario Montalbano de Camilleri.
El trabajo para el inspector es la mayoría de las veces tedioso y rutinario, y a veces los casos, recuerda Maigret, se resuelven de manera fortuita, siendo los asesinatos por envenenamiento los que más abundan. "Los restantes, los que interesan a los novelistas y a los llamados psicólogos, son tan poco frecuentes que sólo ocupan una parte insignificante de nuestra actividad".
Ésta es la versión de Maigret sobre los hechos, así es como trabajó y trabaja, a veces como lo cuenta Simenon y a veces no, pero el personaje se queda más tranquilo contando a los lectores que él también tenía cosas que decir al autor. Es algo así como un "ajuste de cuentas".
"En un estante de mi librería están alineados los volúmenes de Simeon, atestados de anotaciones hechas con lápiz azul; me complacía pensar que algún día rectificaría todos los errores en los que Simenon ha incurrido, bien por ignorancia, bien por añadir pinceladas pintorescas, o muchas veces porque no se atrevió a telefonearme para preguntarme algún detalle". 
Hubiera estado bien que el autor pudiera telefonear al personaje y pedirle opinión sobre algo que va a escribir. 

lunes, 5 de diciembre de 2011

Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender

Ramón J. Sender nació en Huesca en 1902. Periodista y escritor comprometido con el movimiento anarquista, su obra siempre estuvo ligada a la denuncia de las injusticias políticas y sociales. En 1927 ingresó en la Cárcel Modelo de Madrid por sus actividades anarquistas contra el general Primo de Rivera. Escribió sobre la Guerra de Marruecos en Imán (1930), sobre el movimiento anarquista en Siete Domingos Rojos (1932), sobre la represión en Casas Viejas en Viaje a la aldea del crimen (1934), sobre el movimiento cantonalista en Cartagena en Mister Witt en el cantón (1935), con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura. Al estallar la Guerra Civil, se incorpora al frente en una columna republicana (la 1ª Brigada Mixta de Enrique Líster) que llegaba a la Sierra de Guadarrama desde Madrid. En octubre fusilaron a su mujer en Zamora. En 1937 consiguió dejar a sus hijas en Francia y en Barcelona pidió reintegrarse en una unidad anarquista pero los comunistas ya desconfiaban de la CNT y no se lo permitieron. De Barcelona pasó a Estados Unidos enviado por el gobierno para dar una serie de conferencias en favor de la causa de la República. Después trabajó en París en una revista de propaganda y cuando Franco entró en Barcelona, se exilió a México y finalmente a Estados Unidos.
Sorprendido por el macCarthysmo de los años 50, Ramón J. Sender, que era profesor de literatura, tuvo que firmar un manifiesto anticomunista para no ser detenido. Curiosamente regresó a España para recibir el Premio Planeta en 1969 por En la vida de Ignacio Morell, y sus estancias se harían más prolongadas a partir de 1976. Murió en Estados Unidos en 1982.
En el exilio escribe sus obras más importantes, que tratan sobre la Guerra Civil, la novela autobiográfica Crónica del alba (1943) y la que reseñamos aquí Réquiem por un campesino español (publicada en México con el título de Mosén Millán en 1953; renombrada Réquiem ... en 1960). También destaca dentro de su prolífica obra la novela histórica La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964).
Réquiem por un campesino español es una novela corta pero que impacta por su sencillez de palabra y su capacidad de síntesis para explicar por qué España se vio abocada a una guerra civil. El campesino español al que el Mosén Millán debe dedicar una misa roído por la culpa tras morir un año atrás en trágico suceso es Paco el del Molino, y la celebración de ese réquiem llevará al Padre Millán a repasar la vida de Paco desde su niñez hasta su trágico final. A través de los ojos del cura conocemos la vida de un niño metido a monaguillo que quedará impresionado por la extrema pobreza en la que viven algunos campesinos. Marcará tanto esta experiencia a Paco que cuando en 1931 se proclame la República y Alfonso XIII deba exiliarse, Paco se implicará en el nuevo ayuntamiento del pueblo y tomará medidas para paliar la pobreza de sus conciudadanos, una vez que sean suprimidos los bienes señoriales y el pueblo pueda acceder libremente a los pastos de los montes que eran propiedad de un duque. Cuando Paco pregunta si el duque puede demostrar si los montes son suyos, el administrador, don Valeriano, le contesta: "Son muchos siglos de usanza, y eso tiene fuerza. Los montes no son botellicas de vino sino fuero. Fuero de reyes." Pero las fuerzas conservadoras, aquellas que temen los cambios que la República impulsa, representadas en los terratenientes, con los extremistas de derechas como brazos ejecutores ("un grupo de señoritos con vergas y con pistolas"), se harán con el control del pueblo asesinando a aquellos que más se destacaron en la lucha por la igualdad y la justicia social, entre ellos Paco, después de que "un día del mes de julio la guardia civil de la aldea se marchó con órdenes de concentración en algún lugar a donde acudían las fuerzas de todo el distrito". Uno año después los únicos que acuden a acompañar al cura en la misa de réquiem son los tres ricos del pueblo, en un acto de hipocresía mayúscula. ¿Y la Iglesia? Mosén Millán, por cobardía e inacción, se colocará al lado de los poderosos, don Valeriano y don Gumersindo, como ejemplo de lo que la Iglesia católica española hizo durante la Guerra Civil, apoyar indisimuladamente al bando sublevado. Cierto que la República había venido acompañada de un fuerte aire anticlerical porque la Iglesia representaba aquello con lo que se quería acabar: los privilegios, la desigualdad social, la ignorancia, la superstición, la hipocresía, el abuso de poder, la riqueza. Y ese anticlericalismo se deja notar en la novela con expresiones como "los curas son la gente que se toma más trabajo en el mundo para no trabajar". La Iglesia, siempre al lado de los poderosos y queriendo justificar la pobreza y las miserias del pueblo con una frase como ésta en boca de Mosén Millán preguntado por Paco: "Cuando Dios permite la pobreza y el dolor -dijo- es por algo". Cuando el cura asiste a un acto en el pueblo en el que "los forasteros ... quemaron la bandera tricolor y obligaron a acudir todos los vecinos del pueblo y a saludar levantando el brazo cuando lo mandaba el centurión", después de haber delatado el paradero de Paco, el cura se verá afectado por la culpa de la traición. Su traición es la traición de la Iglesia hacia los desfavorecidos.
La novela es algo más que una dura crítica a la Iglesia española con su posicionamiento al lado de la derecha más conservadora, Paco el del Molino representa el intento del campesinado español por cambiar una vida de miseria por otra de futuro y mejora de sus condiciones de vida con el advenimiento de la República y la esperanzadora reforma agraria, pero las reformas que Manuel Azaña quiso implantar, la reforma militar, la religiosa, la educativa o la agraria, resultaron demasiado radicales para los poderes fácticos: el ejército, la Iglesia, los terratenientes, y encontraron una enconada oposición que desembocó en la Guerra Civil. Y así nos fue.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Los Lobos del águila, de Simon Scarrow

Descubrí a Simon Scarrow (escritor inglés nacido en Lagos, 1962) hace un tiempo cuando me adentré en las aventuras de Macro y Cato, legionarios romanos, centurión el primero y optio el segundo, destinados en la lejana Britania, provincia incorporada al imperio romano bajo el reinado de Claudio (44 d.C.). Era una serie que se centraba en lo estrictamente militar, en contar toda la campaña de conquista de Britania a través de estos dos soldados de la Segunda Legión al mando del legado (futuro emperador) Vespasiano.
Con el tiempo, a aquel primer título, El águila del imperio (2000), se sumaron rápidamente Roma vincit! (2001), Las garras del águila (2002), Los Lobos del águila (2003), y así hasta la entrega número 11, Pretoriano (2011), que todavía no ha sido traducida al castellano, manteniendo una producción acelerada de novelas a la vez que también comenzaba otra serie sobre los generales Wellington y Napoleón. Su productividad me recuerda a Bernard Cornwell.
La cuarta entrega, en inglés The Eagle and the Wolves, nos sitúa a Macro y Cato, el segundo ya recién nombrado centurión, en la ciudad britana de Calleva, convalecientes de su anterior aventura. Pronto recibirán el encargo de aleccionar a los nativos de la tribu de los atrebates en la forma de luchar de las legiones y formar dos cohortes, la de los Jabalíes y la de los Lobos, que da título al libro. Estas dos cohortes se dejarán la piel en la defensa de Calleva ante el asedio de los durotriges, una tribu hostil a Roma liderada por Carataco, que lleva de cabeza a Vespasiano y Plautio, los generales que han diseñado la campaña, supuestamente definitiva, de sometimiento de las tribus rebeldes a Roma, tal como Claudio espera (de hecho celebrará el triunfo en el año 44 d.C. sin estar en absoluto pacificada la provincia). La defensa tenaz de la ciudad será vital para no perder los suministros que las legiones romanas necesitan en territorio enemigo y que son estratégicamente cruciales para el éxito de la campaña. Entre medias, se producirá una conspiración para acabar con el rey atrebate Verica y unir a los atrebates a la causa de Carataco contra Roma.
En fin, autor inglés y mundo romano, sinónimo de buena ambientación histórica, eso sí en su querida Britania (ya veremos cuando abandonen la provincia, cosa que sucede en las próximas entregas). A ello unimos un conocimiento exhaustivo de la organización de la legión, las formaciones de batalla, cómo debe luchar un legionario, etc. Que nadie espere concesiones a historias secundarias (la típica historieta de amor), en las novelas de Scarrow solo hay guerra cruda hasta el detallismo, muy al estilo Cornwell, como gusta hoy en día. Batallas, escaramuzas, vida militar, y unos increíbles Macro y Cato que sobreviven hasta en las situaciones más difíciles (eso quita emoción porque sabes, por las entregas que vendrán, que estos dos personajes no pueden morir) conforman el leiv motiv de las cuatro novelas que hasta el momento he leído de la serie. Por cierto, en esta entrega, el interés es creciente, la primera parte, algo anodina, solo se pone interesante cuando comienza la acción.
Bueno, para amantes de las novelas militares. No está mal, pero de momento no es la mejor de la serie.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Ropa interior, de Javier Ruiz Taboada

Passejar és un plaer, i fer-ho entre llibres encara més. Sempre m’ha agradat descobrir escriptors nous, versos curiosos,... i en aquest cas ha estat així. J. Ruiz Taboada (1964) és conegut com a periodista i treballa des de fa anys a una emissora de ràdio nacional, però també és fotògraf, dissenyador, pintor, etc. Aquest és el seu primer llibre de poemes, en el qual va quedar finalista en el concurs nacional de poesia Eladio Cabañero l’any 2008.
Ropa interior, m’ha agradat. M’ha semblat un llibre íntim i proper, senzill i de versos, en molts aspectes, impactants. Versos pròxims al haiku i quasi aforismes en alguns casos. Recomane la seua lectura i gaudir de les seues paraules, per això us deixe alguns dels seus poemes:


Perdemos la cabeza,

porque al corazón

no hay quien lo entienda.


Ayer te amé

como siempre

y disfruté

como nunca.


Te encontré

y me perdí.

Te perdí

y me encontré.

En ambas ocasiones, acerté.


La pena no se merece

si no merece la pena.


Escribo lo que pienso

porque me da miedo luego

pensar de memoria.

jueves, 10 de noviembre de 2011

La campaña afgana, de Steven Pressfield

Después de leer las estupendas novelas Puertas de Fuego (1998) y La conquista de Alejandro Magno (2004), del escritor norteamericano Steven Pressfield, tenía mucha expectación en leer la alabada novela titulada La campaña afgana (2006), que relata la campaña de Alejandro Magno en Afganistán (antiguas Sogdiana y Bactriana) entre el 330-327 a.C.
Si en La conquista de Alejandro Magno se narraban todas la campañas militares del genio militar desde Queronea hasta su muerte, en esta novela, y a través de los ojos de un joven soldado macedonio, Matías, se cuenta con detalle qué significaron para el ejército griego aquellos tres largos años que duró la campaña. Como si estuviera escribiendo para "mostrar" al soldado estadounidense que ha invadido Afganistán la dureza de este tipo de guerra de guerrilla, para decirle "mira lo que la historia nos debería enseñar y no aprendemos", nos cuenta que en la Antigüedad, el mejor ejército con el mejor general necesitó tres años para "pacificar" la región, y que todo aquello que es la guerra en territorio hostil lo padecieron en sus carnes los sufridos soldados macedonios, como mucho después los británicos en el siglo XIX o los rusos en la década de los 80 del siglo pasado. Y es que Afganistán es una tierra inhóspita cuyos pueblos defienden cada palmo de tierra hasta la última gota de sangre, puesto que la invasión significa la pérdida de libertad y la libertad merece el sacrificio de tantas vidas humanas. En la visión del soldado macedonio, de Matías concretamente, la guerra no es lo que se esperaba cuando se alistó, no es gloria y honor, es mas bien lo que ya sabíamos: miedo, vergüenza, cansancio, hastío, odio, asco y muerte. Todo eso siente Matías mientras el ejército macedonio arrasa aldeas, asesina ancianos y niños, esclaviza mujeres, aunque Matías no sea de los soldados que se enorgullecen de matar inocentes. La guerra con su cara más cruel, la guerra para la que los macedonios y Alejandro no están preparados porque el enemigo no plantea una batalla frontal sino que ataca y se esconde, huye y regresa, se rinde y vuelve a levantarse, un enemigo que nunca descansa, del que no puedes fiarte porque no sabes quién es tu amigo, ésa es la guerra de guerrillas. 
El problema es que Pressfield hace hincapié en que para ganar una guerra así solo vale el exterminio, puesto que quien lucha por su libertad nunca dejará de luchar, no es que lo justifique o esté a favor, sino que parece ser el único camino, un camino que ningún ejército debería recorrer. ¿Mensaje para EEUU en su guerra en Afganistán? ¿Está diciendo Pressfield que no vale la pena malgastar vidas de soldados por someter una tierra hostil que nunca se rendirá? Alejandro Magno entendió que después de tres años, podía poner fin a la guerra casándose con una hija de uno de los señores de la guerra, Roxana, con lo que pacificada la región, pudo seguir hacia la India.
En fin, una novela entretenida (incluso el desenlace final cuando Matías va a casarse con una afgana de la que se ha enamorado) que no defraudará porque nos enseña que la guerra puede tener distintos protagonistas pero siempre muestra la misma cara.

miércoles, 26 de octubre de 2011

El cuarto protocolo, de Frederick Forsyth

Frederick Forsyth (Reino Unido, 1938) es el escritor de referencia en el género de las "novelas de espías". Un autor de éxito con grandes títulos a sus espaldas: Chacal, Los perros de la guerra, El expediente Odessa, El manifiesto negro. Piloto de la RAF, luego periodista, en 1970 publicó una novela que se convertiría en un auténtico bestseller internacional, Chacal, que fue llevada al cine. Es un autor que ha sabido adaptarse al mundo post-guerra fría, publicando novelas sobre la guerra del Golfo, o más recientemente sobre el conflicto de Afganistán (El afgano, 2006) o el negocio de la cocaína (Cobra, 2010).
El cuarto protocolo (1984), cuyo título se refiere a uno de los protocolos secretos del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares firmado en 1968 entre EEUU, GB y la URSS, se desarrolla en Inglaterra en un futuro próximo, 1987, y plantea, en el contexto de la Guerra Fría entre el bloque occidental y el bloque comunista, una historia de espías sólidamente construida y creíble. En vísperas de las elecciones británicas, y para decantar la victoria electoral del lado del Partido Laborista, el secretario general de la URSS prepara una misión (plan Aurora, en parte elaborado por el ex agente británico pasado a los soviéticos, Philby) en la que un agente soviético, Valerie Petrofski, construirá una pequeña bomba atómica que hará estallar cerca de una base aérea de EEUU en suelo inglés, provocando la ira de los votantes antinucleares que, indecisos en un primer momento, votarían por el partido que aboga por el desarme nuclear. Después de ganar las elecciones, una facción de extrema izquierda dentro del Partido Laborista, tomaría el poder e iniciaría la ruptura de relaciones con EEUU y la OTAN. 
El encargado de descubrir la trama secreta es un agente del MI5, John Preston, quien trabajando minuciosamente con los datos dispersos que dispone, es capaz de descubrir el peligro que se cierne sobre Gran Bretaña, pese a los obstáculos que su superior le pone constantemente.
Una novela construida sobre sólidos cimientos, que empieza inocentemente con un robo de unas joyas pero que destapará todo lo que esconde el oscuro mundo del espionaje. Por el camino una jerga del oficio de espía muy reveladora: "trabajar para una bandera falsa", "construir una leyenda", "tener una imagen", etc. Una novela apasionante que devoré con ansiedad, disfrutando cada página. El final es sublime. 
Por cierto, qué decepción la película protagonizada por Pierce Brosnan y Michael Caine, mas que nada por algunos cambios que no me convencieron respecto al libro. Uno de estos casos en que el libro es mil veces mejor que la película.
Hay algunas reflexiones que aparecen en la novela que me gustaría compartir:
- "La Historia nos enseña que las democracias sólidas sólo pueden ser derribadas por la acción de las masas en la calle cuando la policía y las fuerzas armadas han sido penetradas por un número tan considerable de revolucionarios que pueda esperarse que se nieguen a obedecer las órdenes de sus oficiales y se pasen a los manifestantes". Me vienen los ejemplos pero con dictaduras que han caído en los últimos meses en el norte de África (Libia, Túnez o Egipto). Los casos de la Italia de los años 20 y la Alemania de los años 30 son diferentes: eran democracias no consolidadas con muchos problemas internos, principalmente económicos, que derivaron en férreas dictaduras de derechas.
- "...el Chaika con placas de matrícula MOC había corrido a toda velocidad por el carril del centro, reservado a los vlasti, los peces gordos de lo que era la sociedad de clases soñada por Marx; una sociedad rígidamente estructurada, con capas bien diferenciadas como sólo pueden darse en una vasta jerarquía burocrática". Sin comentarios.
- "La URSS estará allí mañana, y la semana próxima, y el año que viene. De alguna manera, tenemos que compartir con ellos este planeta. Y es mejor que sean gobernados por hombres pragmáticos y prácticos antes que por fanáticos y exaltados.... Son los políticos quienes sueñan, y a veces sus sueños son peligrosos... Los sueños conducen a fracasos tales como el de la bahía de Cochichos... Fue Kruschev, no los profesionales [del KGB], quien se pasó de la raya". Quién le iba a decir a Forsyth, y a todos nosotros, que en 1991 acabaría desapareciendo la "sólida" Unión Soviética. Luego supimos que en la década de los 80, el gigante era un enfermo crónico a punto de morir desgastado por la larga guerra en Afganistán y por la escasez de alimentos provocada por el colapso del sistema económico socialista, que falsificaba estadísticas sobre la salud de su economía mientras compraba trigo a Occidente, su enemigo durante más de cuarenta años. 

viernes, 14 de octubre de 2011

La tierra de las cuevas pintadas, de Jean M. Auel

Qué ganas tenía de hablar de la saga Los hijos de la tierra, de Jean M. Auel (1936). Como cuando abrí este blog ya había leído los 5 primeros libros, hasta que no he leído el último que paso a reseñar, La tierra de las cuevas pintadas (2011), que ojalá no sea el último de la saga, no ha tenido mi atención bloguera esta magnífica escritora estadounidense. La descubrí cuando hacía primero de Historia en la Universidad, entonces, ¡hablo de 1994!, leí El Clan del Oso Cavernario (1980), el cual me impresionó enormemente, y todo hay que decirlo, me emocionó su final. Después vinieron las siguientes entregas: El valle de los caballos (1982), Los cazadores de mamuts (1985), Las llanuras del tránsito (1990) y Los refugios de piedra (2002).
Para empezar, cualquiera que se pare a leer los datos biográficos de esta escritora, se sorprende, ya que se casó a los 18 años y a los 25 ya era madre de cinco hijos. Luego estudió en la Portland State University y en la University of Portland, y en 1976 se graduó.
Sus exhaustivas investigaciones sobre la Prehistoria la han convertido en una de las mayores especialistas sobre las formas de vida durante el Paleolítico Superior, concretamente el período en que convivieron las dos especies, neandertal y cromañón (40.000-30.000 a.C.). Si ya de por sí considero que escribir novela histórica supone un difícil ejercicio de erudición que debe conjugarse con un estilo narrativo que capte la atención del lector, hacer una novela ambientada en la Prehistoria, de la cual conocemos datos más dispersos, es algo tan meritorio que demuestra la desbordante imaginación de esta autora, eso sí, imaginación muy bien fundamentada en datos científicos; y cuando se aventuraba a proponer nuevas teorías, quién le iba a decir que el tiempo le daría la razón en algunas de ellas, como la teoría del mestizaje entre neandertales y cromañón (el estudio del ADN del Neandertal ha demostrado que compartimos con aquella especie un 4% de genes), aunque en otros detalles son considerados todavía pura ficción (como la temprana domesticación de caballos). La primera novela, escrita en cuatro meses, contaba la historia de una niña cromañón, Ayla, recogida por un clan de neandertales, y de cómo aprendía sus costumbres y comportamientos sociales. La novela tuvo un éxito fulgurante y reconozco que es una de mis novelas preferidas. Con aquellos entrañables neandertales, Iza, la curandera, Creb, el Mog-ur, Brun, el jefe, Auel quería desmontar el viejo cliché nacido a principios del siglo XX de que los neandertales eran poco más que animales. Tenían una cultura desarrollada, una religión totémica, enterraban a sus muertos con complejos rituales, una sociedad compleja, un lenguaje. No conocían el arte pero en todo lo demás eran una especie que había alcanzado un alto grado de desarrollo cultural. Sin embargo, su convivencia con los Otros (los cromañón, nuestra especie) era prácticamente nula, ya que estos los consideraban "cabezas chatas" o animales. 
Bueno, es difícil contar más porque la aventura de Ayla abarca varias novelas, así que, centrándonos en la que tengo que reseñar, nuestra protagonista se ha integrado perfectamente entre el pueblo de los zelandonii, que habitan las cuevas del sudoeste de la actual Francia, en torno a Lascaux, Laugerie Haute, etc. Debido a su adiestramiento como curandera cuando vivía con el clan, y sus excepcionales dotes para controlar a los animales (a sus amigos Lobo y los caballos Whinney, Corredor y Gris), se prepara para convertirse en una Zelandoni, es decir, lo que llamaríamos la sacerdotisa de la caverna. El pueblo de los zelandonii rinde culto a la Gran Madre Tierra, como diosa de la fertilidad, llamada Doni, al igual que otros pueblos cromañón dispersos por toda Europa. En torno a este culto, Auel describe complejos rituales de iniciación que bien pudieron haber existido, como los Ritos de los Primeros Placeres: "Los placeres eran un don de la Madre, y los zelandonia consideraban que era un deber sagrado asegurarse de que la primera experiencia de los jóvenes adultos era adecuada y educativa. A su juicio, los jóvenes de ambos sexos necesitaban aprender a valorar debidamente el gran don de la Madre, y convenía que personas mayores y más experimentadas se lo explicaran e ilustraran, compartiendo el don con ellos la primera vez bajo la mirada atenta pero discreta de los zelandonia. Era un Rito de Iniciación demasiado importante para dejarlo al albur de encuentros fortuitos".
De Auel siempre pienso lo mismo cuando he leído sus novelas, sus exhaustivas descripciones de la fauna, flora y medio físico, aunque en determinados momentos puedan cansar al lector, son necesarias, porque el lector debe hacerse una composición de lugar, y hablamos de la Prehistoria, la imaginación juega un papel clave, pero con Auel menos, porque cuando describe plantas, animales, paisajes, formas de trabajar el pedernal, técnicas de caza, fabricación de tejido, de construcción de viviendas, etc., etc., me digo que "tuvo que ser así".
En esta entrega hace una detallada descripción de las pinturas rupestres de las cuevas más importantes que Ayla va visitando en su Gira de la Donier, y aquí Auel se muestra prudente a la hora de explicar la finalidad de las pinturas: "Lo más probable era que en realidad nadie conociera el significado de un dibujo salvo su autor, y quizá ni siquiera él. Si algo pintado en las paredes de una cueva inspiraba algún sentimiento, ese sentimiento era el propio significado. Podía depender del estado de ánimo, que era variable, o de lo receptivo que uno estuviera".

También me resulta muy interesante (bueno, toda la novela es para reflexionar) el siguiente pasaje: "En una sociedad sin moneda, el estatus era algo más que prestigio, era una forma de riqueza. La gente estaba dispuesta a hacer favores a una persona de posición alta porque las obligaciones siempre se liquidaban de manera equivalente. Se incurría en una deuda cuando se solicitaba a alguien que confeccionara un objeto, o hiciera algo, o fuera a algún sitio, a causa de la promesa implícita de que la deuda se saldaría con un servicio de un valor parecido... Al valorar el estatus, había que tener en cuenta muchas cosas, y por eso la gente recitaba sus "títulos y lazos". Que quieren que les diga, creo que la vida era más fácil en la Prehistoria, en muchos pasajes del libro deseé estar en aquella época, lo confieso. Todo parecía más fácil, todo el mundo trabajaba por el bien del grupo, no faltaban los alimentos si todos cooperaban, y teniendo menos, todos eran más felices.
Como no quiero contar la trama, y menos el final, tengo que dejarlo aquí, pero sí me ha sorprendido como sutilmente Auel introduce el mito del hombre que, por amor, rescató a su amada de entre los muertos: "Ya empezaban a circular relatos, relatos que se contarían en torno a las fogatas de los hogares durante años...". ¿Les suena ese mito?

domingo, 25 de septiembre de 2011

Waterloo, de Peter Hofschröer

Peter Hofschröer es uno de los mayores especialistas sobre el ejército prusiano en el período de las guerras napoleónicas. Es autor de numerosos libros, entre ellos: Leipzig (1813, ed. Osprey); Prussian Line Infantry of the Napoleonic Wars 1792-1815 (1984, ed. Osprey); y The Hannoverian Army of the Napoleonic Wars (1989, ed. Osprey). En 2005 publicó Waterloo 1815 - Quatre Bras y Ligny y en 2006, Waterloo 1815: Wavre y Plancenoit y la carrera a París. Finalmente, siguiendo su colaboración con la editorial Osprey, especializada en lo militar, ha publicado Tácticas prusianas napoleónicas (2011).

La obra narra la campaña de 1815 en el marco de las guerras napoleónicas, desde marzo hasta la ocupación de París en julio, más allá de la victoria aliada en Waterloo el 18 de junio de 1815. Todo su trabajo está encaminado a demostrar dos cosas, a saber: los errores estratégicos y tácticos del principal aliado de los prusianos en la contienda, el duque de Wellington, que estaba al mando del ejército anglo-holandés-alemán, y en segundo lugar, el papel determinante del ejército prusiano comandado por Blücher en la victoria aliada. Desmitifica a su vez el genio militar de Wellington, demostrando que reescribió la historia de la campaña para ocultar sus errores estratégicos. También intenta cuestionar lo que la historiografía británica ha convertido en una verdad indiscutible, es decir, que la batalla de Waterloo fue una victoria de los ingleses y que los prusianos tuvieron un papel secundario y marginal. 
El autor demostrará a lo largo de este sesudo trabajo que el ejército aliado estaba compuesto mayoritariamente por soldados de los diferentes estados alemanes, la mayoría bajo el mando del comandante británico, y que el ejército prusiano tuvo un papel crucial en toda la campaña, sobre todo en las batallas de Ligny y Waterloo, cuando el futuro de Europa se dirimió en tres días, del 15 al 18 de junio de 1815. Es por tanto un análisis exhaustivo hora a hora de los movimientos de los ejércitos aliados que se enfrentaron a Napoleón en esos días decisivos, así como de las decisiones y órdenes que los generales aliados más importantes -Wellington y Blücher- tomaron. 
La primera parte del libro analiza los preparativos de la campaña de 1815, la desconfianza mutua existente entre los aliados, concretamente entre británicos y prusianos, y las batallas de Ligny y Quatre Bras, que se desarrollaron el mismo día a escasos kilómetros de distancia, el 16 de junio de 1815. La segunda parte se titula La victoria alemana, una declaración de intenciones de lo que fue para Hofschröer la batalla de Waterloo, y explica pormenorizadamente la batalla, los movimientos de los tres ejércitos en liza, británico, prusiano y francés, aunque también se analiza el avance aliado hacia París y su ocupación por los prusianos, así como el relato de los asedios que algunas plazas fuertes francesas sufrieron durante aquel verano de 1815. El trabajo acaba con unos detallados apéndices (órdenes de batalla), glosario de términos relacionados con los asedios militares, bibliografía y un listado de mapas y planos. De hecho, el libro viene salpicado de abundantes mapas que ayudan al lector a situarse en el desarrollo de los acontecimientos, mapas que son de gran utilidad porque la relación de lugares que se mencionan es larguísima.
Para quien no conozca nada de esta campaña, este es un trabajo exhaustivo y detallado que puede exasperar por su lentitud puesto que en todo momento se pormenorizan las unidades que participaron en todas las acciones militares de la campaña. Para el experto en lecturas sesudas sobre historia militar, en la que se describe absolutamente todo lo referente a la campaña (movimientos de las tropas, composición de las unidades, número de bajas, testimonios de los soldados y oficiales, etc.), entonces, este trabajo es idóneo para conocer la campaña desde una perspectiva, no ya prusiana, sino alemana. Porque, desde la introducción hasta las conclusiones, el historiador nos repite varias veces, y demuestra con documentos, que la historia de la campaña que han escrito los historiadores ingleses ha tendido maliciosamente a ensalzar el papel del ejército británico en la batalla de Waterloo, por otra parte, muy destacado, y a infravalorar la crucial ayuda que los prusianos prestaron aquel día para desnivelar la balanza y decantar la batalla y la guerra en favor de los aliados. 
Por otro lado, un historiador que muestra sus cartas desde el principio, de manera honesta, merece el mayor de mis respetos. Hofschröer dice: "Todo historiador tiene algún tipo de interés personal en su objeto de estudio y yo no soy, por supuesto, una excepción... la obra presenta, fundamenta, explica y justifica el punto de vista de aquéllos que suponían el contingente principal del bando aliado, los alemanes."
¿Un ejercicio de patriotismo alemán o un intento de restituir y valorar en su justa medida el papel que los alemanes -y prusianos en particular- tuvieron en aquella campaña y que fue deliberadamente minimizado o silenciado? Juzguen ustedes, yo, después de leer este trabajo, me decanto por lo segundo. Waterloo fue la victoria aliada que se logró gracias a la llegada oportuna de los prusianos al campo de batalla. Pero no hubiera habido un Waterloo sin un Ligny, donde los prusianos fueron duramente castigados por los franceses, y aun así pudieron retirarse en buen orden.
No sale bien parado el duque de Wellington en este trabajo y para muestra un botón: "El peso de las evidencias indica que, el 16 de junio de 1815, el duque de Wellington, movido por su interés personal, engañó a sus aliados prusianos para que aceptasen entablar batalla en Ligny, a pesar de las circunstancias desfavorables, y con plena conciencia de que no podía ofrecerles la ayuda prometida. Como colofón, intentó por todos los medios engañar a los futuros estudiosos de la campaña falsificando parte de los registros."
Y un extracto más para acabar: "La tardía llegada del contingente prusiano al campo de batalla [de Waterloo] ha sido objeto de grandes discusiones en la historiografía anglosajona sobre la campaña. Cualquiera puede entender que un infante sometido a la presión del fuego enemigo perciba que la ayuda no llega con la rapidez que él desearía: siempre es demasiado poca y siempre llega demasiado tarde. Pero que un general de la experiencia del Duque escribiera "hacia las siete de la tarde [...] el avance del Cuerpo de Ejército del general Bülow había empezado a dejarse notar" falta de un modo ostentoso a la verdad. Wellington tuvo un conocimiento pleno de cada uno de los aspectos del despliegue prusiano durante toda la jornada."

martes, 13 de septiembre de 2011

Palabra sobre palabra, d'Ángel González



Parlar, o almenys intentar fer-ho, sobre un escriptor del pes i la importància d’Ángel González és una tasca complicada. Bàsicament perquè intentar resumir la seua trajectòria vital i professional no crec que siga possible en poques línies. Sols veig probable acostar-nos a l’essència del poeta a través dels seus propis textos. González va nàixer a Oviedo l’any 1925, va créixer i va viure la seua infantesa i adolescència en un dels moments més cruels de la història recent d’aquest país, i va conèixer tots els règims possibles: monarquia, república, dictadura i novament monarquia. La història és cíclica, sols cal veure sense ornaments l’essència dels fets.

La veu d’Ángel González ens mostra un país gris, del que han aconseguit desterrar les il·lusions, a part dels seus ciutadans cap a l’exili. Els seus versos, semblen cansats de viure però al mateix temps amb un bri d’esperança per continuar endavant. Evidentment cada fet, cada situació o circumstància per nosaltres viscuda ens marca profundament en la nostra manera de veure i entendre la vida. Els versos de González són estremidorament clarificadors d’un país i un moment molt negres de la història recent.

Á. González va obtindre diversos premis, entre els quals el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1985) i el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1996). A més, va ser membre de la Real Academia Española. Aquest llibre, és una recopilació de tota la seua poesia publicada des de 1968, actualitzada en edicions posteriors. Com deia abans, és molt difícil parlar sobre un poeta com Á. González, sobretot després de llegir fragments com aquest: “Larga y prematuramente adiestrado en el ejercicio de la paciencia y en la cuidadosa restauración de ilusiones sistemáticamente pisoteadas, me acostumbré muy pronto a quejarme en voz baja, a maldecir para mis adentros, y a hablar ambiguamente, poco y siempre de otras cosas; es decir, al uso de la ironía, de la metáfora, de la metonimia y de la reticencia. Si acabé escribiendo poesía fue para aprovechar las modestas habilidades adquiridas por el mero acto de vivir.” Després d’aquestes paraules crec que poc es pot afegir, a banda d’algun dels seues poemes. Existeix a més, una gravació que van realitzar el mateix Ángel González amb companyia de Pedro Guerra l’any 2003 titulada La palabra en el aire, on hi ha molts dels poemes d’aquest llibre, alguns recitats pel propi poeta, altres musicats i cantats per P. Guerra, en resum una autèntica delícia per a llegir i escoltar.




NO CREO EN LA ETERNIDAD


Mas sé que el tiempo es cóncavo

y reaparece por la espalda

sobresaltándonos de pronto

con sus inútiles charadas.


¿Te amaré ayer?

¿Te amo hoy en día?

¿No te amé acaso, todavía, mañana?


No creo en la Eternidad.

Mas si algo ha de quedar de lo que fuimos

es el amor que pasa.




EL CONFORMISTA


Cuando era joven quería vivir en una ciudad grande.

Cuando perdí la juventud quería vivir en una ciudad

pequeña.

Ahora quiero vivir.



Muerte en el olvido, Soneto para cantar una ausencia, Reflexión de un mal día, Igual que si nunca o Meriendo algunas tardes, són alguns dels poemes que més m’han agradat, a banda d’un llistat molt més llarg que no acabaria i per tant no podria triar cap en concret. Pense que rellegir a Ángel González en un futur em produirà tant o més plaer que ara que he descobert aquests versos. Una autèntica delícia per a assaborir a poc a poc i dilatar-la el màxim possible en el temps.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Tormenta de espadas (Canción de hielo y fuego 3), de George R.R. Martin

Tormenta de espadas (2000) es la tercera entrega de la saga fantástica Canción de hielo y fuego salida de la imaginación desbordante del escritor norteamericano George R.R. Martin. Es difícil reseñar una obra de tal envergadura, no solo por su larguísima extensión sino también por la cantidad de personajes y situaciones que tienen su importancia en esta entrega. ¿Quién podría resumir El Señor de los Anillos en pocas líneas? Lo mismo ocurre con esta saga que mantiene, si no aumenta, su calidad literaria en cada entrega. Porque Tormenta de espadas vuelve a ser un novelón para disfrutarlo de la primera a la última página. No se preocupen, no contaré qué pasa en esta entrega porque uno tiene que descubrir todas las sorpresas que le aguardan sin que nadie le chafe esos momentos mágicos. Sí que les digo que Martin narra en este libro la llamada Guerra de los Cinco Reyes, bautizada así por los maestres, una guerra que muy pronto no hará honor a su nombre. A través de los ojos de Arya, Sansa, Jaime, Tyrion, Davos y Catelyn, viviremos diversos episodios de una guerra cruel que desangra los siete reinos de Poniente. No es solo la novela de la Guerra, es también la novela de las bodas con desenlace inesperado, y hasta ahí se puede contar. 
Por otro lado, otro de los personajes importantes, Bran Stark, continúa su viaje al norte para adentrarse más allá del Muro. Mientras, sobre Poniente se cierne un peligro todavía mayor que la guerra civil, los salvajes (o como ellos se definen, los hombres libres) se concentran y avanzan contra el Muro. Con los ojos de Sam Tarly o de Jon Nieve nos enfrentamos a la oscuridad que avanza, aunque el deseo de los salvajes de entrar en Poniente tiene que ver con un peligro mayor que amenaza a todos. Jon, el caballero de la Guardia de la Noche, adquiere un protagonismo esencial en esta novela, deberá tomar decisiones difíciles y elegir caminos que no esperaba tomar. Su peso como personaje esencial de la saga aumenta en cada entrega, junto con el de Daenerys Targaryen, quien, aconsejado por Jorah Mormont, comienza a reclutar un ejército con el que conquista algunas ciudades esclavistas. Se está preparando para volver a Poniente y reclamar su derecho al Trono de Hierro.
Lo malo de simpatizar con algún personaje concreto es que a Martin no le tiembla el pulso a la hora de acabar con la vida de algunos que considerábamos esenciales para la historia, así que todo puede pasar en las próximas entregas. Además, Martin juega con nuestra ansiedad, cuando deseas que tales personajes, como los Stark, vuelvan a encontrarse por fin, siempre sucede algo que hace que vuelvan a escoger caminos diferentes que les alejan. Está claro que la aventura está en el viaje que cada uno emprende, como un viaje a Itaca interminable.
Es una novela que guarda muchas sorpresas y de la que se desprende una reflexión: en Martin no hay un bando del Bien que lucha con un bando de la Oscuridad, con personajes bien encuadrados en uno u otro, como haría Tolkien. A Martin no le gustan los personajes tan planos, actúan con motivaciones que a nosotros nos gustan o nos disgustan pero, al fin y al cabo, se comportan como seres humanos, con sus miedos, sus debilidades, sus errores, sus fortalezas. Es por ello que ya sabíamos que Tyrion era un personaje especial, pero en esta novela descubrimos un Jaime Lannister diferente, un Sandor Clegane (el Perro) más humanizado, etc. Esta es la grandeza de la obra de Martin, convencernos de que sus personajes son creíbles porque son humanos, no héroes.
Bueno, aun a riesgo de quedarme huérfano en la próxima entrega, sigo teniendo mis personajes preferidos: Jon Nieve, Arya Stark y Daenerys Targaryen, aunque debo hacerle un hueco a Tyrion Lannister. 
La aventura continúa.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Tu, mio, d'Erri De Luca


Erri De Luca, escriptor, traductor i poeta italià, va nàixer a Nàpols l’any 1950. Ha realitzat molts i diversos treballs, tant a Itàlia com a l’estranger, com ser conductor de combois humanitaris destinats a la població civil durant la guerra de l’ex-Iugoslàvia. Una cosa curiosa, o potser no tant, és que va publicar la seua primera novel·la gairebé als quaranta anys. Persona molt compromesa socialment, va ser un dels responsables de Lotta Continua, una de les grans formacions de l’esquerra extraparlamentària italiana. A més col·labora habitualment amb diversos periòdics italians amb articles d’opinió, encara que també és conegut per la seua afició a la muntanya i les seues expedicions a grans cims com l’Himàlaia. L’any 2003 va formar part del jurat del Festival de Cinema de Cannes.

Erri De Luca ens narra a Tu, mio, la història d’un adolescent de setze anys que va a passar les vacances a una illa del Tirrè, després de la II Guerra Mundial. Allí, no sols aprendrà a pescar amb l’ajuda de Nicola i la seua barca, sinó que coneixerà a una xica una mica més gran que ell i amb un passat fosc que el farà reflexionar sobre el seu entorn i el perquè de la seua vida.

El protagonista és un xic inquiet, amb una gran curiositat pel seu entorn, per la història recent del seu país, per les persones que estima, però també molt respectuós amb tot allò que l’envolta. Evidentment, no és igual que els xics de la seua edat. De fet no es relaciona amb ells i normalment quan ha de sortir amb algú ho fa amb el seu cosí Daniele que té vint anys i amb els amics d’aquest. És així com coneix a Caia, una xica d’origen romanès, que ha perdut als seus pares durant la guerra i que estudia a Suïssa. De seguida se sent atret per ella, i intentarà conèixer el seu passat, el seu secret.

Nicola és un bon aliat, no sols passa moltes hores amb ell a diari pescant, sinó que d’una manera o altra és converteix per al protagonista en una referència. És l’adult a qui pot preguntar tot allò que vol saber sobre la guerra i ningú li conta. De fet els seus pares, cansats de preguntes pel que fa a açò, li diuen que consulte als llibres però en ells no estan escrites les vides de les persones que coneixem, sols els fets fàctics i les explicacions que els van provocar. Ell no es conforma amb açò i per tant no vol una explicació dels fets a nivell general.

La II Guerra Mundial, com qualsevol guerra, va marcar a aquelles persones que la van patir. Les sensacions que cadascuna d’aquestes persones va tenir és única i difícil de contar segons els casos. De fet hi ha una tendència general (almenys així va passar també a la Guerra Civil Espanyola) de no voler contar com ho van viure els que ara són els nostres avis. Hi ha la por, la pèrdua de la gent volguda, de la innocència, d’un mateix. Imagine que es tracta de moments límits en la vida de qualsevol humà que haja viscut un conflicte armat.

Per al protagonista, aquell estiu va representar la transició entre l’adolescència i la vida adulta. Descobrir el dolor i el patiment de la gent que estima, voler defensar-los d’aquest sentiment o de situacions incòmodes i doloroses. Caia (Hàiele) anirà mostrant-li a poc a poc el seu secret (l’origen hebreu) i s’anirà llevant a poc a poc una part de la cuirassa que la protegeix del món, per a mostrar-li el seu dolor (la mort del seu pare pels nazis) ja que veu en ell reflectit al seu progenitor.

A banda de la recerca de les contradiccions personals, veiem una Itàlia decidida a netejar tot el que la guerra ha deixat, així com el coneixement i la superació d’un present sotmès a les circumstàncies de tot allò que ha passat, sempre amb la mar com a paisatge de fons.

Erri De Luca, ens mostra en aquesta breu novel·la el trànsit i la pèrdua de la innocència juvenil, el descobriment de l’horror, la pèrdua dels éssers estimats, la necessitat de les respostes (encara que doloroses) per a fer completa la nostra existència.

lunes, 15 de agosto de 2011

Rojas. Las mujeres republicanas en la Guerra Civil, de Mary Nash


Continuem amb la línia inaugurada l’anterior entrada. En aquesta ocasió tractarem d’una recerca realitzada per la historiadora irlandesa Mary Nash (1947). Aquesta investigadora s’ha especialitzat en la història de gènere i és catedràtica d’Història contemporània de la Universitat de Barcelona. L’any 1982 va fundar el Centre d’Investigació històrica de la dona de la Universitat de Barcelona i és una de les directores de la revista Arenal. Revista de historia de las mujeres que edita la Universitat de Granada.

A Rojas, las mujeres republicanas en la Guerra Civil, l’autora fa una investigació exhaustiva sobre el tema. El llibre es va publicar l’any 1995 als Estats Units amb la intenció d’introduir als lectors d’aquell país en la realitat, molt complexa per altra banda, de la Guerra Civil amb una visió diferent: la perspectiva de gènere. Posteriorment es va editar a la península, l’any 1999, i es van modificar o eliminar alguns aspectes de l’edició anglosaxona que servien per a clarificar la situació als lectors per als quals estava pensada inicialment. Evidentment els que d’una manera o altra és dediquen al món de la investigació, són conscients que els seus estudis serviran per a noves recerques, però que al mateix temps faran possible l’ampliació de noves dades gràcies a nous projectes. Sovint hi ha estudis que es queden obsolets amb el pas del temps, per la proliferació de nova informació o nous descobriments. No crec que siga el cas de Rojas. De fet aquest treball, tan ben documentat (entrevistes i testimonis, consulta de revistes de l’època i arxius de diferents agrupacions –POUM, FAI, CNT, AMA, etc.-, bibliografia molt especialitzada, correspondència, etc.) fa possible una visió, almenys prou completa, sobre la dona durant aquell breu període de temps per a la història però en canvi tan important per a la consecució de drets femenins.

Mary Nash, ens presenta un treball estructurat en capítols, que al seu temps se subdivideixen en altres apartats. També ens proporciona un mapa a l’inici del llibre, un llistat dels acrònims més utilitzats, un glossari i una cronologia de la Guerra Civil.

L’autora ens fa una descripció detallada i ben documentada de la situació de la dona a l’Espanya contemporània. I açò no és altra cosa que el què la societat espera d’ella. No difereix gens de ser la perfecta casada i mare, treballadora i previsora, però sempre dins d’uns límits. Evidentment, açò es realitzava mitjançant una educació ben definida per al seu rol social. Però la dona, i sobretot durant la primera meitat del segle passat, va fer el possible per deixar de ser invisible i participar activament, igual que els seus companys del sexe contrari, en els canvis que s’estaven produint.

Nash ens explica mitjançant cartells, imatges i revistes d’aquella època la lluita constant de les dones, per canviar i millorar la situació general, però també la seua pròpia. Per modificar l’imaginari col·lectiu sobre la seua funció com a dones dins la societat. Moltes dones van lluitar activament a la resistència antifeixista, com a milicianes al front i heroïnes a les trinxeres, però també com a mares combatives a la rereguarda. Durant la Guerra Civil es van crear infinitat d’agrupacions femenines, sorgides dintre de partits polítics o altres agrupacions de caire antifeixista. Les dones van haver de fer front a dos lluites: la Guerra Civil, el feixisme, i el ser acceptades i respectades pels seus companys masculins. En molts casos açò era complicat, perquè malgrat lluitar i tenir clara en la teoria la igualtat dels sexes entre els companys anarquistes, no ocorria el mateix a la pràctica, una prova d’açò és aquesta frase que explicava una miliciana (Manuela) a la columna del POUM que capitanejava Mika Etchebéhère: “He oído decir que en vuestra columna las milicianas tenían los mismos derechos que los hombres, que no lavaban ropa ni platos. Yo no he venido al frente para morir por la revolución con un trapo de cocina en la mano”. I tenia tota la raó. Afortunadament les investigacions sobre aquests temes cada cop són més abundants i demostren que el món és sobretot gràcies a les persones, independentment del seu sexe i condició social. El treball i la lluita de les dones dona pas a una nova visió de la història, escrita secularment i exclusivament pels homes. Una molt bona i interessant recerca feta sobre dones, per una dona.

jueves, 4 de agosto de 2011

Història de les dones als Països Catalans al segle XX, d'Autores diverses


Aquesta vegada no vaig a comentar cap novel·la, ni llibre de poesia, assaig o conte. En aquesta ocasió es tracta d’un llibre d’història sobre la dona al segle XX i concentrat en un àmbit geogràfic molt delimitat.

La present investigació realitzada íntegrament per dones és una obra de fàcil consulta que he llegit durant els últims dies. No puc dir que va caure a les meues mans per casualitat, sinó que d’una manera o altra l’anava buscant per a ampliar coneixements d’un projecte que fa poc temps ha començat a rodar.

A Història de les dones als Països Catalans, treball realitzat per investigadores prestigioses i reconegudes com Mary Nash o Anna Aguado (ambdues professores d’Universitat), podem trobar un breu recorregut de la dona per aquest territori al llarg del segle passat.

La meitat de la humanitat, l’espai silenciat i invisibilitzat, el conegut com àngel de la llar: la dona. Al llarg d’aquestes pàgines veiem la seua evolució des dels inicis del segle XX i els moviments sufragistes a diferents països europeus, així com la seua situació al nostre territori. També com van afectar els canvis polítics de la primera meitat del segle al desenvolupament de la dona i com aquesta es va implicar directament en els canvis. Un exemple evident va ser durant la II República i la consecució del vot femení, amb la posterior Guerra Civil on van treballar activament en la rereguarda, així com també al front com a milicianes. Però amb la pèrdua de la guerra i la implantació de la dictadura franquista, la dona torna al seu lloc inicial: la casa. Aquesta perd qualsevol autonomia i passa de nou a dependre de l’home (pare, marit, germà, etc.). El treball que ha de desenvolupar és el de mare i esposa perfecta, i l’educació que se li dóna és precisament per a acomplir aquests tipus de funcions dins de la societat. El seu treball normalment no estava remunerat, i quan percebia un salari –per fer la mateixa feina d’un home- cobrava la meitat d’aquest.

La dona sempre ha lluitat per millorar l’entorn, la societat. Durant la República, quan es debatia si se l’havia de concedir el vot, la majoria de les discussions es produïen perquè pensaven que un cop aconseguit aquest, estaria a mercè de l’església (a causa de la influencia de la institució sobre la dona) i afavoriria la victòria de la dreta o de partits conservadors.

Evidentment la dona havia de tenir i ha de tenir tots els drets igualats al sexe masculí, i en qüestions d’ideologia és lliure de votar tal i com ho fa el seu company d’espècie, conscientment o inconscient.

Durant la dictadura, la Sección Femenina va ser un instrument de control i submissió de la dona davant la societat, i va ser adoctrinada pels poders fàctics del moment. La seua funció no diferia gens de la de segles anteriors: realització de tasques domèstiques i procreació. No hi havia molta alternativa, fer quelcom diferent era sortir de la línia marcada i el règim no estava disposat a aquest tipus de canvis.

El llibre, estructurat per capítols i al seu temps i dins de cada capítol, subdividit entre Catalunya, País Valencià i Illes Balears, ens narra la situació de la vida de totes aquelles dones que van lluitar per seguir endavant, per aconseguir el mateix que els homes, i ens explica la dura i dolorosa situació que van patir durant la repressió i a les presons, etc.

Pense que es tracta d’un treball senzill, clar i accessible a qualsevol persona interessada en la història de gènere. Descobrir que allò invisible, finalment s’ha fet i s’està fent visible. La dona camina endavant, però no oblida el seu passat.

martes, 26 de julio de 2011

El olor de la noche, de Andrea Camilleri

Fiel a mi cita con Andrea Camilleri, os comento brevemente El olor de la noche (2001), una novela negra corta, la sexta entrega de la serie protagonizada por el comisario siciliano Salvo Montalbano, pero de un ritmo trepidante, como ya nos tiene acostumbrados. Esta vez, nuestro comisario se embarca en un caso por "accidente", ya que debe investigar la desaparición de un financiero y su ayudante, que han cometido una estafa de tipo piramidal. Vaya, en 2001 Camilleri hablando de pufos financieros... No es que los asuntos económicos agraden especialmente al comisario, pero el caso acabará por absorberlo aunque solo sea porque la estafa salpica a medio Vigàta, el pueblo donde vive.
Por supuesto, no pueden faltar en esta historia los inconmensurables secundarios: Catarella, presente "en persona personalmente"; Mimí Augello, que está a punto de casarse pero que no lo ve nada claro; Livia, la novia ausente de Montalbano; Fazio, el disciplinado y eficiente ayudante del comisario; la mafia, que no está en esta novela aunque unos policías obsesionados quieran verla en todos los delitos.
Para Montalbano, que la gente pique e invierta en estas estafas financieras en busca de réditos fáciles, se debe a la televisión: "No hay telediario que no te bombardee con la Bolsa, el Nasdaq, el Dow Jones, el Mibtel, la Pollatel... La gente se impresiona, no entiende ni torta, sabe que se corren riesgos pero que se puede ganar...".
Lo cierto es que este caso le pilla a Montalbano algo confuso, que si cree que ya es demasiado viejo para este trabajo, que si Augello tiene una "especial" relación de amistad con Livia, para agravar los celos del comisario, que si el jersey que Livia le había regalado ha encogido en la lavadora y ella no debe enterarse...
Y por supuesto, entre acto y acto, su relación de amor con la buena comida italiana, ay, esos pirciati picantes... Me entraron ganas de comerlos. Y Sicilia, y cómo se hacen las cosas en el sur de Italia, ya sea para arreglar una carretera ("El Ayuntamiento dice que el bache lo tiene que arreglar la provincia; la provincia dice que la región; la región, que la Dirección de Carreteras, y a ustedes entretanto que les den por culo"), o para conseguir una información ("Y tengo que darle las gracias a un amigo mío de la policía del aeropuerto que tiene un amigo que es novio de una chica que trabaja en el mostrador de billetes de Punta Raisi." "El sistema italiano para agilizar la burocracia. Por suerte, siempre hay alguien que conoce a alguien que conoce a un tercero", ¿les suena?). Pero si Sicilia o Italia no fueran así, perderían su encanto.
Al final, el sorprendente caso se resolverá porque Montalbano tiene un don especial, entiende a las personas y sus debilidades.

miércoles, 20 de julio de 2011

Antonio y Cleopatra, de Colleen McCullough


La escritora australiana Colleen McCullough (1937) es una de mis debilidades en novela histórica. Lo ha sido siempre, desde que leí hace ya años el primer libro de una saga sobre la historia de Roma durante el período tardorrepublicano (s. I a.C.), titulado El primer hombre de Roma (1990). Aquella novela narraba con maestría el ascenso de Cayo Mario al poder, con una habilidad innata para hacerme comprender de manera clara el sistema político y legal de la antigua Roma. ¡Cómo me apasionó que este u otro tribuno de la plebe presentara una ley que perjudicaba al Senado! Yo que pensaba que la política era aburrida. Aquel libro extensísimo fue increíble. Luego le siguieron las siguientes entregas, igualmente magistrales: La corona de hierba (1991), sobre al ascenso de Sila, Favoritos de la fortuna (1993), centrada en Pompeyo Magno, y las que se centraron sobre la figura de César ("Las mujeres de César" -1996, "César" -1998, "El caballo de César" -2003), "el personaje" de toda la saga, el perfecto Julio César, tal como lo dibuja McCullough que casi te crees que su divinización estaba mas que justificada. Tal vez, esa absoluta perfección de César sea lo único chirriante en las novelas, pero el personaje te cae bien.
Con la muerte del dictador en el 44 a.C., parecía que se ponía punto y final a una saga magistral sobre la antigua Roma centrada en la caída de la República. Pero quedaba el último episodio, la lucha entre Octavio y Marco Antonio por el poder y el inicio del Principado.
Esto es precisamente lo que cuenta Antonio y Cleopatra (2008), el período comprendido entre el 41 a.C. y el 27 a.C., es decir la división del poder de Roma en un triunvirato formado Octavio, Marco Antonio y Lépido. Es un período ampliamente conocido para el público en general, ya sea a través de novelas o pelis, ya que el personaje de Cleopatra, reina de Egipto, adquiere un especial protagonismo debido a su romance y posterior matrimonio con Marco Antonio.
Me ha gustado la novela pero no la considero la mejor de la serie, aunque McCullough no me defrauda nunca. La novela se centra en los tres principales personajes de este momento histórico crucial para Roma: Octavio, obsesionado con hacer valer su condición de Divi Filius; Marco Antonio, crecido tras Filipos y mirando sobre todo hacia Oriente y sus riquezas; Cleopatra, centrada en conseguir que Cesarión, su "perfecto" hijo concebido con César, pueda convertirse algún día en un rey de reyes, incluida Roma. La posición de partida es favorable a Marco Antonio pero éste dilapida su poder e influencia en Oriente, con desastrosas y costosas campañas contra los partos. Por otro lado, Octavio, en Roma, se centra en hacer crecer su dignitas, y desarrollar una brutal campaña de propaganda contra Antonio que lo presenta como un borracho holgazán que pierde el tiempo y gasta el dinero de Roma entre las faldas de una "Reina de las Bestias" (Cleopatra), que lo mantiene permanentemente drogado. A esta visión, contribuyen incluso los generales que acompañan a Antonio, que no dudan en achacar la inactividad y poca sensatez de las acciones militares del triunviro a la diabólica influencia de la reina de Egipto. Imagen la de Antonio a la que ha contribuido mucho el cine. Antonio no era César, un genio militar, pero tampoco un palurdo borracho.
Está claro que Octavio ganó la batalla más importante, no la de Actium, que para McCullough fue una pantomima de batalla (aunque luego Augusto la magnificara para su mayor gloria), sino la de la imagen (véase el libro de Zanker, Augusto y el poder de las imágenes), fundamental para acabar siendo aclamado por el Senado como el salvador de la República, cuando en realidad certifica su muerte cuando se atribuye a pertetuidad la tribunicia potestas en el 27 a.C. En este ascenso imparable al poder absoluto tuvo un fiel aliado en la figura del competente general Marco Vipsanio Agripa, que luego acabaría casándose con la hija de Augusto, Julia. Pero ésa ya es otra historia y la cuenta magistralmente Robert Graves en su "Yo Claudio". Así que McCullough cierra el círculo y describe el último siglo de la república romana como una sucesión de grandes hombres (Mario, Sila, Pompeyo, César, Marco Antonio, Octavio) con una ambición desmedida y un único fin: convertirse en el Primer Hombre de Roma. Fue la ambición de los generales y la debilidad del Senado la que acabó con la República, aunque supongo que siendo un análisis tan simplista, no sea la única causa, pero sí la que McCullough destaca sobremanera.
Por cierto, esta última novela está un poco descuidada en la corrección del texto: ¿qué es el Ox Heads (p. 199)?, ¿es un edificio de Roma que no conozco?
Acabo con una reflexión de Octavio sobre César y la República: "Ahora es el momento para una estructura política diferente, una más adecuada para gobernar un gran imperio. ¿Puedo yo, César Divi Filius, permitir verme secuestrado por un puñado de hombres decididos a arrebatarme mi poder político? Divus Julius permitió que eso le ocurriese, tuvo que cruzar el Rubicón en un acto de rebeldía para salvarse... Voy a cambiar el mos maiorum y la manera de gobernar Roma para que se acomode a mí y a mis necesidades. No me veré declarado fuera de la ley. No libraré una guerra civil. Lo que deba hacer lo haré legalmente".
Efectivamente, Augusto instituyó el Principado desde la legalidad, el Senado le concedió los dos poderes que necesitaba para gobernar sin oposición: el imperium maius y la tribunicia potestas. Mantuvo la ficción republicana en todo momento, de hecho la propaganda decía que había "restaurado la República", pero había certificado su defunción. Con él nació el Imperio.