El escritor escocés Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930) forma parte del Olimpo literario por haber creado al detective más famoso de la literatura, Sherlock Holmes. Médico naval y aficionado a varios deportes, entre ellos el boxeo, pronto comenzó a escribir pequeñas historias que se publicaban en los periódicos, y al mismo tiempo que creó a Sherlock Holmes en 1887, al cual "deseaba matar algún día", escribía lo que consideraba más serio: novelas históricas ("Las hazañas del brigadier Gerard", por ejemplo) así como trabajos históricos ("La guerra de los Bóers"). Él mismo cuenta que en Londres puso una clínica de oftalmología, pero nunca entró un paciente. Por tanto, ¿qué hizo? escribir, reportándole una fama imperecedora aunque nunca recibiera un solo premio literario.
Reseño aquí el cuarto libro dedicado a Sherlock Holmes, Las memorias de Sherlock Holmes (1894), aunque para el que quiera seguir cronológicamente la serie debe comenzar con Estudio en escarlata (1887), El signo de los cuatro (1890) y Las aventuras de Sherlock Holmes (1891-92).
No se trata de una novela sino de una colección de relatos, 11 en la versión americana (que es la que he leído yo) o 12 según la británica (que incluye el relato titulado "La aventura de la caja de cartón"). Se trata de relatos publicados previamente en revistas y posteriormente agrupados en un volumen, con lo que no siguen un orden cronológico. Todos son casos independientes relatados por Watson y la mayoría resueltos por Holmes con su método deductivo, aunque Conan Doyle trata de "engañar" al lector con apariencias que parecen confirmar una cosa para luego ser otra. En el primero de ellos, "Estrella de plata", encontramos un ejemplo de este juego, ya que la desaparición de un caballo de carreras parece estar relacionada con el asesinato de su entrenador. En "La cara amarilla", nos encontramos con un caso en el que los datos confunden hasta al propio Holmes, demostrando que el método deductivo no es infalible. En "El escribiente del corredor de bolsa", la intervención de Holmes es solo testimonial, el misterio se resuelve solo. Nos encontramos también con el primer caso que afrontó un joven Holmes, "La corbeta Gloria Scott", que supone la primera demostración de las virtudes del método analítico del detective. En "El ritual de Musgrave" es el propio Holmes el que relata a Watson uno de sus antiguos casos. Otro ejemplo de cómo los datos verdaderos pueden llevar a conclusiones erróneas es el relato titulado "El jorobado". Importante es también el relato titulado "El intérprete griego", es aquí donde Holmes habla de su hermano Mycroft, que es tan observador y deductivo como el detective. Entre los dos resolverán el caso.
Los dos últimos casos han resultado para mí los más interesantes: en "El tratado naval", un importante documento ha desaparecido del Foreign Office y el misterio debe resolverse pronto antes de que perjudique los intereses de Gran Bretaña. Para resolverlo, Holmes deberá seguir el axioma de que, a veces, demasiados datos hacen que lo superfluo oculte lo esencial. Por último, el caso conocido como "El problema final" supone el encuentro de Holmes con su antagonista, el profesor Moriarty, y el "final" de Holmes en las cataratas de Reichenbach. ¿Lo ha matado Moriarty?
Es evidente que Sherlock Holmes está ahora de moda, aunque dudo que alguna vez haya dejado de estarlo, solo hay que ver el éxito comercial de las películas protagonizadas por Robert Downey Jr. Sin embargo, yo recomiendo encarecidamente la excelente serie británica "Sherlock", protagonizada por Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, una relectura actual de los casos más famosos de Holmes. El último capítulo de la segunda temporada, "The Reichenbach Fall", es sencillamente genial y precisamente se adapta este último relato donde Holmes "muere".
Bueno, creo que sobra decir que leer a Conan Doyle se me antoja imprescindible para todo amante de la novela policíaca. Supone leer a uno de los padres del género. Que lo disfruten.
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