Conocía al Isaac Asimov (1920-1992) como novelista de ciencia-ficción, su serie "Fundación" es excelente (ya he comentado aquí alguno de sus libros), pero no conocía su faceta de divulgador histórico aunque me llamaba poderosamente la atención que tuviera tantas monografías que sintetizan buena parte de la historia de la humanidad (desde Egipto hasta la historia de EEUU hasta la primera guerra mundial). Ésta que reseño, El Imperio Romano (1967), es una de ellas, que en 264 páginas, resume la historia del Imperio Romano desde Augusto hasta su caída en el 476 d.C. y la posterior formación de los reinos germánicos. ¿Se puede contar tanto en tan poco espacio manteniendo la rigurosidad, el orden y el interés? Asimov lo ha hecho.
Es cierto que podría haber comenzado leyendo "La República romana", pero bueno, este trabajo se puede leer de manera independiente si eres historiador y conoces bastante bien la historia de Roma. Ése es mi caso. Pero Asimov escribe para el que quiere introducirse en la historia de la Antigüedad y no conoce nada del período, entonces, como en todo, es preferible comenzar la casa por los cimientos, y leer primero el libro sobre el nacimiento de Roma. Después, enlazar con el Imperio Romano, para acabar con la monografía dedicada a la Alta Edad Media.
Me ha encantado este libro, no es una obra que profundize de forma detallada en cada reinado sino que Asimov sabe extraer aquellas características maestras que definen la labor de cada emperador, lo bueno y lo malo, a la manera de Suetonio y sus "Vidas de los doce Césares", pero sin entrar en lo chismoso y anecdótico como hace el autor romano. Además, Asimov no solo construye una historia política interesantísima sino que también la compagina con una historia cultural (mencionando los escritores más importantes de cada momento) y una clarificadora historia del nacimiento del cristianismo y su evolución hasta convertirse en la religión oficial del Imperio.
La valoración de la extensa galería de emperadores sigue las líneas generales que la mayoría de investigadores aceptan: los buenos emperadores (Augusto, Tiberio -su mala fama se debe a la influencia de los historiadores romanos "senatoriales", Claudio, Vespasiano, Tito, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio, Aureliano, Diocleciano, Constantino, Juliano, Teodosio) y los malos emperadores (Calígula, Nerón, Cómodo, Caracalla, los emperadores-militares de la anarquía, y algunos del siglo IV d.C.). Sin embargo, Domiciano, considerado como un emperador tiránico (sufrió damnatio memoriae), es reivindicado aquí por Asimov, aduciendo que también sufrió la "mala prensa" de los historiadores senatoriales (Suetonio en gran medida) y que su gobierno fue "justo y firme", lo cual me ha llamado mucho la atención. Tenía otra imagen de Domiciano.
Sobre la figura de Tiberio y la forma en que se le tachó de cruel y lujurioso, dice: "Escuchar a estos historiadores es como escuchar a los columnistas chismosos de los periódicos sensacionalistas y creer todo lo que dicen sobre las celebridades". Los historiadores romanos posteriores a las dinastías julio-claudia y flavia tendieron a exagerar todo lo malo que habían hecho algunos emperadores, hasta el punto que Asimov considera que "aparecen mucho peor de lo que probablemente fueron en la vida real".
A pesar de que Asimov no redunda en lo anecdótico, sí que resalta frases que supuestamente algunos emperadores pronunciaron: a Vespasiano antes de morir no le faltó el humor ("siento que me estoy convirtiendo en un dios"); Antonino Pío pronunció una última contraseña que fue "aequanimitas"; Juliano, antes de morir, dijo (la historia es probablemente falsa): "me has vencido, Galileo".
El análisis de Asimov sobre el éxito del cristianismo es bastante interesante: la define como una religión urbana (la población agrícola, que vivía en un "pagus", siguió siendo "pagana"), que atrajo rápidamente a mujeres, esclavos y pobres en general porque frente a las penurias de la vida terrenal, el cristianismo prometía una vida en el Paraíso que era un auténtico consuelo.
Son especialmente relevantes los reinados de Marco Aurelio, probablemente uno de los emperadores más capaces y cultos de la historia del Imperio Romano, considerado el emperador-filósofo aunque pasase la mayor parte de sus 20 años de reinado guerreando contra los germanos, que ya empiezan a intentar introducirse en el Imperio; Aureliano (que intenta reorganizar el maltrecho Imperio tras varios años de anarquía militar); y sobretodo Diocleciano, emperador a partir del 283, al que Asimov considera un nuevo Augusto, ya que introdujo reformas importantes en el Imperio, entre ellas, la implantación de un gobierno tetrárquico, 2 Augustos (uno para Occidente y otro para Oriente) y dos césares (herederos designados). Diocleciano no me ha sorprendido por su política de reformas para intentar salvar el Imperio, sino porque es el único emperador que cuando consideró que su tarea había acabado, abdicó en el 305 d.C., y se retiró a vivir sus últimos años de vida tranquilamente, algo impensable unas décadas antes cuando los emperadores-soldado morían sin apenas haber gozado de la púrpura imperial. De Juliano también tiene palabras elogiosas, emperador que ha pasado a la historia como Juliano el Apóstata por no ser cristiano, cuando a mediados del siglo IV d.C. los emperadores ya eran cristianos. De él dice: "trató de gobernar con sensatez, moderación y justicia, y en general, se comportó de una manera mucho más cristiana que casi todos los emperadores cristianos que gobernaron a Roma antes y después de Juliano".
Finalmente su análisis sobre las causas de la caída del Imperio Romano van en la línea de la historiografía actual, a saber: la presión de los pueblos bárbaros no hizo más que hundir un barco que se estaba hundiendo. El imperio se había debilitado internamente por las guerras civiles continuas, la excesiva presión fiscal, el deterioro del comercio, los enormes gastos del mantenimiento de la administración y el ejército (ya germanizado en el siglo IV d.C.), el descenso de la población, la ruina de las ciudades, etc.
Pero en el 476 no cayó el Imperio Romano sino el Imperio Romano de Occidente, que se fragmentó en diversos reinos germánicos que de alguna manera ya eran independientes (reino visigodo, vándalo, ostrogodo, etc.). El Imperio Romano de Oriente aún sobrevivió mil años más y pudo perpetuar la cultura clásica y la tradición imperial.
Muchas cosas se quedan en el tintero pero creo que es mejor que puedas disfrutar de esta obra que ha sido un placer leer.
Es cierto que podría haber comenzado leyendo "La República romana", pero bueno, este trabajo se puede leer de manera independiente si eres historiador y conoces bastante bien la historia de Roma. Ése es mi caso. Pero Asimov escribe para el que quiere introducirse en la historia de la Antigüedad y no conoce nada del período, entonces, como en todo, es preferible comenzar la casa por los cimientos, y leer primero el libro sobre el nacimiento de Roma. Después, enlazar con el Imperio Romano, para acabar con la monografía dedicada a la Alta Edad Media.
Me ha encantado este libro, no es una obra que profundize de forma detallada en cada reinado sino que Asimov sabe extraer aquellas características maestras que definen la labor de cada emperador, lo bueno y lo malo, a la manera de Suetonio y sus "Vidas de los doce Césares", pero sin entrar en lo chismoso y anecdótico como hace el autor romano. Además, Asimov no solo construye una historia política interesantísima sino que también la compagina con una historia cultural (mencionando los escritores más importantes de cada momento) y una clarificadora historia del nacimiento del cristianismo y su evolución hasta convertirse en la religión oficial del Imperio.
La valoración de la extensa galería de emperadores sigue las líneas generales que la mayoría de investigadores aceptan: los buenos emperadores (Augusto, Tiberio -su mala fama se debe a la influencia de los historiadores romanos "senatoriales", Claudio, Vespasiano, Tito, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio, Aureliano, Diocleciano, Constantino, Juliano, Teodosio) y los malos emperadores (Calígula, Nerón, Cómodo, Caracalla, los emperadores-militares de la anarquía, y algunos del siglo IV d.C.). Sin embargo, Domiciano, considerado como un emperador tiránico (sufrió damnatio memoriae), es reivindicado aquí por Asimov, aduciendo que también sufrió la "mala prensa" de los historiadores senatoriales (Suetonio en gran medida) y que su gobierno fue "justo y firme", lo cual me ha llamado mucho la atención. Tenía otra imagen de Domiciano.
Sobre la figura de Tiberio y la forma en que se le tachó de cruel y lujurioso, dice: "Escuchar a estos historiadores es como escuchar a los columnistas chismosos de los periódicos sensacionalistas y creer todo lo que dicen sobre las celebridades". Los historiadores romanos posteriores a las dinastías julio-claudia y flavia tendieron a exagerar todo lo malo que habían hecho algunos emperadores, hasta el punto que Asimov considera que "aparecen mucho peor de lo que probablemente fueron en la vida real".
A pesar de que Asimov no redunda en lo anecdótico, sí que resalta frases que supuestamente algunos emperadores pronunciaron: a Vespasiano antes de morir no le faltó el humor ("siento que me estoy convirtiendo en un dios"); Antonino Pío pronunció una última contraseña que fue "aequanimitas"; Juliano, antes de morir, dijo (la historia es probablemente falsa): "me has vencido, Galileo".
El análisis de Asimov sobre el éxito del cristianismo es bastante interesante: la define como una religión urbana (la población agrícola, que vivía en un "pagus", siguió siendo "pagana"), que atrajo rápidamente a mujeres, esclavos y pobres en general porque frente a las penurias de la vida terrenal, el cristianismo prometía una vida en el Paraíso que era un auténtico consuelo.
Son especialmente relevantes los reinados de Marco Aurelio, probablemente uno de los emperadores más capaces y cultos de la historia del Imperio Romano, considerado el emperador-filósofo aunque pasase la mayor parte de sus 20 años de reinado guerreando contra los germanos, que ya empiezan a intentar introducirse en el Imperio; Aureliano (que intenta reorganizar el maltrecho Imperio tras varios años de anarquía militar); y sobretodo Diocleciano, emperador a partir del 283, al que Asimov considera un nuevo Augusto, ya que introdujo reformas importantes en el Imperio, entre ellas, la implantación de un gobierno tetrárquico, 2 Augustos (uno para Occidente y otro para Oriente) y dos césares (herederos designados). Diocleciano no me ha sorprendido por su política de reformas para intentar salvar el Imperio, sino porque es el único emperador que cuando consideró que su tarea había acabado, abdicó en el 305 d.C., y se retiró a vivir sus últimos años de vida tranquilamente, algo impensable unas décadas antes cuando los emperadores-soldado morían sin apenas haber gozado de la púrpura imperial. De Juliano también tiene palabras elogiosas, emperador que ha pasado a la historia como Juliano el Apóstata por no ser cristiano, cuando a mediados del siglo IV d.C. los emperadores ya eran cristianos. De él dice: "trató de gobernar con sensatez, moderación y justicia, y en general, se comportó de una manera mucho más cristiana que casi todos los emperadores cristianos que gobernaron a Roma antes y después de Juliano".
Finalmente su análisis sobre las causas de la caída del Imperio Romano van en la línea de la historiografía actual, a saber: la presión de los pueblos bárbaros no hizo más que hundir un barco que se estaba hundiendo. El imperio se había debilitado internamente por las guerras civiles continuas, la excesiva presión fiscal, el deterioro del comercio, los enormes gastos del mantenimiento de la administración y el ejército (ya germanizado en el siglo IV d.C.), el descenso de la población, la ruina de las ciudades, etc.
Pero en el 476 no cayó el Imperio Romano sino el Imperio Romano de Occidente, que se fragmentó en diversos reinos germánicos que de alguna manera ya eran independientes (reino visigodo, vándalo, ostrogodo, etc.). El Imperio Romano de Oriente aún sobrevivió mil años más y pudo perpetuar la cultura clásica y la tradición imperial.
Muchas cosas se quedan en el tintero pero creo que es mejor que puedas disfrutar de esta obra que ha sido un placer leer.