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miércoles, 2 de septiembre de 2009

Royal Flash, de George Macdonald Fraser


Las aventuras de Harry Flashman, del anglo-escocés George Macdonald Fraser (1925-2008), escritor y periodista que participó en la Segunda Guerra Mundial, es una de las series más prolíficas de novela histórica que pueden leerse en la actualidad. Publicadas por Edhasa, están todas ambientadas en el siglo XIX y en ellas un anciano Flashman narra todas las peripecias de su larga vida, principalmente como soldado al servicio del ejército británico. Hace un tiempo que leí la primera entrega, Harry Flashman, que narra con entretenimiento sus aventuras en Afganistán como soldado en los años 40 del siglo XIX. Me pareció una lectura divertidísima. Se presentaba un personaje tipo antihéroe, borracho, putero y cobarde, pero con tanta buena suerte que acabó convirtiéndose en un héroe de la guerra afgana y volviendo a Inglaterra con todos los honores.
Royal Flash es la segunda entrega de la serie, escrita en 1969, y con una película en 1975, narra su estancia en Inglaterra tras volver de la guerra afgana, para pasar a relatar rápidamente lo que es la trama principal de esta nueva aventura: en la convulsa Europa de 1848, un joven Otto Bismarck, el futuro canciller prusiano artíficice de la unificación de Alemania, le obliga a realizar una peligrosa misión en un pequeño y ficticio estado alemán llamado Strackenz, en la que debe hacerse pasar por un príncipe danés que está a punto de casarse con la princesa de Strackenz. El supuesto objetivo de tal maniobra es dar estabilidad por el momento a los estados vecinos de Schleswig-Holstein, objeto de deseo tanto de Dinamarca como de Prusia, una cuestión política de gran importancia en la época. Bismarck ya planea con sumo cuidado las maniobras necesarias para lograr su sueño, la unificación de los 39 estados alemanes en uno sólo, Alemania, y convertirla en una gran potencia.
Bueno, la trama, que recuerda mucho al argumento de El prisionero de Zenda, que el propio Fraser nos advierte, no me ha acabado de convencer. De hecho, esta segunda entrega me ha decepcionado, no me veo a Harry Flashman metido de lleno en las intrigas políticas de la Europa del siglo XIX, está como fuera de lugar, para mí funciona mejor cuando está metido en una guerra, al estilo Richard Sharpe. Es una suposición que seguro veré corroborada en próximas entregas.
Además, salvo Flashman, al que ya conocemos perfectamente (sigue siendo tan cobarde, vividor y mujeriego como antes), y tal vez el personaje de Lola Montes, los demás personajes aparecen y desaparecen sin que lleguen a calar para nada. Fraser no se da cuenta que el poco calado de los personajes hace que la novela sea bastante fría. Por cierto, se hace mención en varias ocasiones a Alemania como país, que solo existe a partir de 1871 tras la unificación. Bismarck no es el único personaje histórico que aparece en la novela, hay otros, por ejemplo, Fraser describe a un personaje arengando al pueblo en 1848 que no es otro que Karl Marx.
En definitiva, creo que esta historia es inferior en calidad a la primera, mucho más sorprendente y rítmica, pero como todavía me queda buen sabor de boca de la primera, daré un voto de confianza a la serie y leeré la tercera entrega, aunque la decepción no me la quita nadie.