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domingo, 18 de mayo de 2014

Quedaos en la trinchera y luego corred, de John Boyne

Quedaos en la trinchera y luego corred (2013) es la última novela publicada por el irlandés John Boyne, mundialmente conocido por el bombazo literario que supuso El niño con el pijama de rayas (2006). De hecho, esta nueva novela supone una vuelta a los orígenes y a la fórmula exitosa de aquella obra, puesto que de nuevo nos encontramos a un niño de nueve años en el contexto de una guerra. 
Alfie Summerfield tiene cinco años cuando estalla la I Guerra Mundial y vive en un barrio de Londres junto a sus padres Georgie y Margie. Entonces el padre se alista como voluntario con la vana esperanza de que "todo habrá acabado antes de Navidad". Sin embargo, cuatro años después, cuando Alfie tiene nueve años y en vez de ir a la escuela, trabaja como limpiabotas en la estación de King's Cross, un hecho fortuito le pone sobre la pista de su padre, del que nunca se supo y que él creía muerto. A partir de ahí, comenzará su "misión secreta" para saber qué le ocurrió a su padre y traerlo a casa.
La novela sirve de nuevo al escritor para mostrar los horrores de la guerra, aunque no tanto en los detalles de los combates, totalmente ausentes, sino en las secuelas que ésta provoca en los soldados. De hecho, fue en la I Guerra Mundial cuando empezaron a aflorar casos de "neurosis de guerra", traumas psicológicos que en muchos casos provocaban daños irreparables y en otros una lenta mejoría en hospitales especializados para enfermos mentales. Sin embargo, la sociedad civil inglesa entendió estos casos como ejemplos de vergonzosa cobardía, al igual que fueron señalados (con una pluma blanca) aquellos que se negaron a alistarse alegando objeción de conciencia. El castigo para estos fue de dos años de cárcel y la marginación social, como le sucede al mejor amigo de Georgie, Joe Patience.
Por otro lado también encontramos esas situaciones de rechazo hacia los vecinos extranjeros que aunque lleven años viviendo en el barrio y sean como de la familia, se convierten de la noche a la mañana en sospechosos espías, como le sucede a los Janácek, una familia checa (y por tanto del Imperio austrohúngaro, enemigo de Inglaterra). Estos serán deportados a una isla hasta que acabe la guerra.
Alfie, que no entiende de la guerra que hacen los adultos, ni sabe lo que es la neurosis de guerra o la objeción de conciencia, solo trata de ayudar a su madre a sobrevivir. Pero cuando su padre parecía olvidado, todo cambia de manera repentina. Es entonces cuando la novela gana interés, la lucha de un niño por recuperar a su padre. De hecho, en conjunto es una obra que se lee de una sentada.
En mi opinión, estamos ante una buena novela pero que para nada está a la altura de El niño con el pijama de rayas. Eso sí, muy recomendable como lectura escolar, puesto que la prosa es sencilla y el relato muy ágil, perfecta para enganchar a los alumnos. 

miércoles, 27 de noviembre de 2013

El niño con el pijama de rayas, de John Boyne

John Boyne nace en Dublín en 1971, y tras formarse en el Trinity College y en la Universidad de East Anglia, comienza a publicar sus primeras novelas a partir del año 2000. Pero su vida como escritor da un vuelco con El niño con el pijama de rayas (2006), que se convierte rápidamente en un best-seller, pasando a ocupar el número 1 de la lista de libros más vendidos en Irlanda durante 66 semanas. A partir de ese momento llegarán las continuas ediciones, las traducciones a otros idiomas y los galardones, éxito que no pasó desapercibido para Hollywood, que llevó la historia al cine con notable acierto en 2008.
Después del bombazo, el escritor irlandés dio un giro argumental y narró el Motín en la Bounty (2008), para luego volver a la literatura juvenil con El increíble caso de Barnaby Brocket (2012). En 2013 acaba de publicar Quedaos en la trinchera y luego corred.
¿Qué tecla tocó Boyne para que su novela tuviera éxito de crítica y público? Bueno, primero enfocar un tema tan serio como el Holocausto, el exterminio de millones de judíos europeos en los campos de concentración construidos por el régimen nazi entre 1940 y 1945 desde una perspectiva nueva, la mirada de un niño de nueve años, Bruno, hijo del comandante de Auschwitz (Polonia), uno de los campos más tristemente conocidos del Tercer Reich alemán, donde además se desarrolla la historia. Una mirada inocente, que no entiende de guerra, ni de pureza racial, ni de judíos, ni de qué significa ser un nazi; solo está contrariado porque ha dejado a sus amigos de Berlín para trasladarse a un lugar aislado donde no tiene con quién jugar. Pero todo cambia cuando conoce, a través de una alambrada que no entiende para qué sirve, a un niño que viste "un pijama de rayas", lleva la cabeza rapada y está muy flaco. Se llama Shmuel, tiene la misma edad que Bruno, y una necesidad igual de tener un amigo para contarse las cosas. 
Una historia sencilla y original en un marco histórico por todos conocido, con un estilo narrativo claro y accesible para un público para el que siempre hay que contar otra vez el Holocausto: el lector juvenil, que empatiza con sorprendente rapidez con Brumo y Shmuel y entiende, sin entrar en detalles escabrosos, lo que significa la barbarie del asesinato de millones de judíos, a través de un elíptico final que pone los pelos de punta. 
Y no solo es una historia sobre nuestro triste pasado sino una reflexión sobre el peligro de un futuro de intolerancia y obsesiones raciales, sobre alambradas que separan pueblos, sobre barracones donde se hacinan los que son despojados de todo, sobre la incertidumbre de no saber si algo así puede volver a pasar en cuanto perdamos la memoria histórica. Si parece que estemos ante una novela para adultos, pronto entendemos que el mensaje va sobre todo destinado a los futuros adultos. 
La lectura de este libro ha sido realizada en común con los alumnos de 2º ESO de un instituto público y la experiencia ha valido la pena.