Peter Hofschröer es uno de los mayores especialistas sobre el ejército prusiano en el período de las guerras napoleónicas. Es autor de numerosos libros, entre ellos: Leipzig (1813, ed. Osprey); Prussian Line Infantry of the Napoleonic Wars 1792-1815 (1984, ed. Osprey); y The Hannoverian Army of the Napoleonic Wars (1989, ed. Osprey). En 2005 publicó Waterloo 1815 - Quatre Bras y Ligny y en 2006, Waterloo 1815: Wavre y Plancenoit y la carrera a París. Finalmente, siguiendo su colaboración con la editorial Osprey, especializada en lo militar, ha publicado Tácticas prusianas napoleónicas (2011).
La obra narra la campaña de 1815 en el marco de las guerras napoleónicas, desde marzo hasta la ocupación de París en julio, más allá de la victoria aliada en Waterloo el 18 de junio de 1815. Todo su trabajo está encaminado a demostrar dos cosas, a saber: los errores estratégicos y tácticos del principal aliado de los prusianos en la contienda, el duque de Wellington, que estaba al mando del ejército anglo-holandés-alemán, y en segundo lugar, el papel determinante del ejército prusiano comandado por Blücher en la victoria aliada. Desmitifica a su vez el genio militar de Wellington, demostrando que reescribió la historia de la campaña para ocultar sus errores estratégicos. También intenta cuestionar lo que la historiografía británica ha convertido en una verdad indiscutible, es decir, que la batalla de Waterloo fue una victoria de los ingleses y que los prusianos tuvieron un papel secundario y marginal.
El autor demostrará a lo largo de este sesudo trabajo que el ejército aliado estaba compuesto mayoritariamente por soldados de los diferentes estados alemanes, la mayoría bajo el mando del comandante británico, y que el ejército prusiano tuvo un papel crucial en toda la campaña, sobre todo en las batallas de Ligny y Waterloo, cuando el futuro de Europa se dirimió en tres días, del 15 al 18 de junio de 1815. Es por tanto un análisis exhaustivo hora a hora de los movimientos de los ejércitos aliados que se enfrentaron a Napoleón en esos días decisivos, así como de las decisiones y órdenes que los generales aliados más importantes -Wellington y Blücher- tomaron.
La primera parte del libro analiza los preparativos de la campaña de 1815, la desconfianza mutua existente entre los aliados, concretamente entre británicos y prusianos, y las batallas de Ligny y Quatre Bras, que se desarrollaron el mismo día a escasos kilómetros de distancia, el 16 de junio de 1815. La segunda parte se titula La victoria alemana, una declaración de intenciones de lo que fue para Hofschröer la batalla de Waterloo, y explica pormenorizadamente la batalla, los movimientos de los tres ejércitos en liza, británico, prusiano y francés, aunque también se analiza el avance aliado hacia París y su ocupación por los prusianos, así como el relato de los asedios que algunas plazas fuertes francesas sufrieron durante aquel verano de 1815. El trabajo acaba con unos detallados apéndices (órdenes de batalla), glosario de términos relacionados con los asedios militares, bibliografía y un listado de mapas y planos. De hecho, el libro viene salpicado de abundantes mapas que ayudan al lector a situarse en el desarrollo de los acontecimientos, mapas que son de gran utilidad porque la relación de lugares que se mencionan es larguísima.
Para quien no conozca nada de esta campaña, este es un trabajo exhaustivo y detallado que puede exasperar por su lentitud puesto que en todo momento se pormenorizan las unidades que participaron en todas las acciones militares de la campaña. Para el experto en lecturas sesudas sobre historia militar, en la que se describe absolutamente todo lo referente a la campaña (movimientos de las tropas, composición de las unidades, número de bajas, testimonios de los soldados y oficiales, etc.), entonces, este trabajo es idóneo para conocer la campaña desde una perspectiva, no ya prusiana, sino alemana. Porque, desde la introducción hasta las conclusiones, el historiador nos repite varias veces, y demuestra con documentos, que la historia de la campaña que han escrito los historiadores ingleses ha tendido maliciosamente a ensalzar el papel del ejército británico en la batalla de Waterloo, por otra parte, muy destacado, y a infravalorar la crucial ayuda que los prusianos prestaron aquel día para desnivelar la balanza y decantar la batalla y la guerra en favor de los aliados.
Por otro lado, un historiador que muestra sus cartas desde el principio, de manera honesta, merece el mayor de mis respetos. Hofschröer dice: "Todo historiador tiene algún tipo de interés personal en su objeto de estudio y yo no soy, por supuesto, una excepción... la obra presenta, fundamenta, explica y justifica el punto de vista de aquéllos que suponían el contingente principal del bando aliado, los alemanes."
¿Un ejercicio de patriotismo alemán o un intento de restituir y valorar en su justa medida el papel que los alemanes -y prusianos en particular- tuvieron en aquella campaña y que fue deliberadamente minimizado o silenciado? Juzguen ustedes, yo, después de leer este trabajo, me decanto por lo segundo. Waterloo fue la victoria aliada que se logró gracias a la llegada oportuna de los prusianos al campo de batalla. Pero no hubiera habido un Waterloo sin un Ligny, donde los prusianos fueron duramente castigados por los franceses, y aun así pudieron retirarse en buen orden.
No sale bien parado el duque de Wellington en este trabajo y para muestra un botón: "El peso de las evidencias indica que, el 16 de junio de 1815, el duque de Wellington, movido por su interés personal, engañó a sus aliados prusianos para que aceptasen entablar batalla en Ligny, a pesar de las circunstancias desfavorables, y con plena conciencia de que no podía ofrecerles la ayuda prometida. Como colofón, intentó por todos los medios engañar a los futuros estudiosos de la campaña falsificando parte de los registros."
Y un extracto más para acabar: "La tardía llegada del contingente prusiano al campo de batalla [de Waterloo] ha sido objeto de grandes discusiones en la historiografía anglosajona sobre la campaña. Cualquiera puede entender que un infante sometido a la presión del fuego enemigo perciba que la ayuda no llega con la rapidez que él desearía: siempre es demasiado poca y siempre llega demasiado tarde. Pero que un general de la experiencia del Duque escribiera "hacia las siete de la tarde [...] el avance del Cuerpo de Ejército del general Bülow había empezado a dejarse notar" falta de un modo ostentoso a la verdad. Wellington tuvo un conocimiento pleno de cada uno de los aspectos del despliegue prusiano durante toda la jornada."
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