La primera novela en la que apareció Pepe Carvalho como detective privado, creación de Manuel Vázquez Montalbán, fue Tatuaje (1974), una novela corta que iba a poner los cimientos de esa fructífera relación entre Carvalho y los ávidos lectores de novela policíaca que se prolongaría durante más de dos décadas hasta la repentina muerte del escritor en 2003.
Pepe Carvalho, de origen gallego, ex agente de la CIA y ex marxista, es un detective privado que vive y trabaja en Barcelona, mantiene una estrecha relación con una prostituta, Charo, y habita una casa en Vallvidrera donde para encender la chimenea (en verano), va quemando libros de la biblioteca (tiene 3000 libros, ¡y llega a quemar el Quijote!). Recibe un encargo bastante extraño: un propietario de una peluquería quiere que Carvalho averigüe la identidad de un cadáver que ha aparecido en la playa, con el rostro desfigurado, y un tatuaje que dice "He nacido para revolucionar el infierno". Solo con estos datos, Carvalho seguirá la pista de Barcelona a Amsterdam, ciudad que tiene enamorado al detective (¿y a quién no?) por sus calles, sus canales, la zona "roja", la gastronomía... En Amsterdam se encuentra con dos emigrantes españoles que han ido a trabajar y a ahorrar "unas pesetas para volver a España", miran los escaparates del Barrio Rojo porque es gratis pero no pueden permitirse entrar. "Ser español es duro", llega a sentenciar Carvalho.
La gastronomía marca el ritmo de la investigación y de la vida de Carvalho, éste no come como hábito rutinario sino que disfruta comiendo, en la comida se halla uno de los placeres de la vida, el otro son las mujeres. "Carvalho comía con ese entusiasmo inmutable que caracteriza a los gourmets eficaces y poco dramáticos... Carvalho contenía sus emociones íntimas en parte porque los goces solitarios siempre le habían parecido intransferibles... Un camarero es un fino analista psicológico y en cuanto descubre en tus ojos el éxtasis se te acerca, te pide de viva voz que se lo confirmes y te mira los bolsillos del alma y del cuerpo con una complicidad de compañero de goce que para él no será orgasmo hasta que le dejes un quince por ciento de la nota en concepto de propina".
Para las mujeres, Carvalho tiene una postura: "Si quería ligar debía ir por las buenas a un cuerpo de alquiler o a una larga escaramuza verbal de dudoso resultado. Le fastidiaba todo el ceremonial previo, toda la etapa de persuasión. Este tipo de comunicación debiera ser automático. Un hombre mira a una mujer y la mujer dice sí o no. Y a la inversa. Todo lo demás es cultura."
Mujeres y comida son los puntos cardinales de un detective treintañero que creará escuela en otros escritores (véase el comisario Montalbano de Camilleri). Vázquez Montalbán demostró que se podía hacer buena literatura policíaca española y narró la Transición desde los ojos de un detective escéptico pero entrañable.
"Los museos le producían alergia, tal vez como compensación al pasado encantamiento, a las pretéritas adoraciones por su silencio catedralicio y el sucesivo éxtasis ante tanto valor convencional. Cambiaba a todo Rembrandt por un culo femenino hermoso o un plato de spaghetti a la carbonara".
Una novela para disfrutar.
Pepe Carvalho, de origen gallego, ex agente de la CIA y ex marxista, es un detective privado que vive y trabaja en Barcelona, mantiene una estrecha relación con una prostituta, Charo, y habita una casa en Vallvidrera donde para encender la chimenea (en verano), va quemando libros de la biblioteca (tiene 3000 libros, ¡y llega a quemar el Quijote!). Recibe un encargo bastante extraño: un propietario de una peluquería quiere que Carvalho averigüe la identidad de un cadáver que ha aparecido en la playa, con el rostro desfigurado, y un tatuaje que dice "He nacido para revolucionar el infierno". Solo con estos datos, Carvalho seguirá la pista de Barcelona a Amsterdam, ciudad que tiene enamorado al detective (¿y a quién no?) por sus calles, sus canales, la zona "roja", la gastronomía... En Amsterdam se encuentra con dos emigrantes españoles que han ido a trabajar y a ahorrar "unas pesetas para volver a España", miran los escaparates del Barrio Rojo porque es gratis pero no pueden permitirse entrar. "Ser español es duro", llega a sentenciar Carvalho.
La gastronomía marca el ritmo de la investigación y de la vida de Carvalho, éste no come como hábito rutinario sino que disfruta comiendo, en la comida se halla uno de los placeres de la vida, el otro son las mujeres. "Carvalho comía con ese entusiasmo inmutable que caracteriza a los gourmets eficaces y poco dramáticos... Carvalho contenía sus emociones íntimas en parte porque los goces solitarios siempre le habían parecido intransferibles... Un camarero es un fino analista psicológico y en cuanto descubre en tus ojos el éxtasis se te acerca, te pide de viva voz que se lo confirmes y te mira los bolsillos del alma y del cuerpo con una complicidad de compañero de goce que para él no será orgasmo hasta que le dejes un quince por ciento de la nota en concepto de propina".
Para las mujeres, Carvalho tiene una postura: "Si quería ligar debía ir por las buenas a un cuerpo de alquiler o a una larga escaramuza verbal de dudoso resultado. Le fastidiaba todo el ceremonial previo, toda la etapa de persuasión. Este tipo de comunicación debiera ser automático. Un hombre mira a una mujer y la mujer dice sí o no. Y a la inversa. Todo lo demás es cultura."
Mujeres y comida son los puntos cardinales de un detective treintañero que creará escuela en otros escritores (véase el comisario Montalbano de Camilleri). Vázquez Montalbán demostró que se podía hacer buena literatura policíaca española y narró la Transición desde los ojos de un detective escéptico pero entrañable.
"Los museos le producían alergia, tal vez como compensación al pasado encantamiento, a las pretéritas adoraciones por su silencio catedralicio y el sucesivo éxtasis ante tanto valor convencional. Cambiaba a todo Rembrandt por un culo femenino hermoso o un plato de spaghetti a la carbonara".
Una novela para disfrutar.
Llevo un club de lectura de quinceañer@s a l@s q les gusta la novela negra y estamos pensando en leer Tatuaje. Cómo lo ves? Es demasiado arriesgado? Es demasiado incorrecto? Agradecería tu opinión.
ResponderEliminarLeer novela negra escrita por Vázquez Montalbán es siempre un acierto, pero hay que poner en contexto a los chic@s porque es también un narrador de la Transición y la democracia. Por lo demás, no lo veo muy incorrecto. También podrías recomendarles Andrea Camilleri. Aunque no sé si has comenzado por los cimientos: Agatha Christie, Conan Doyle, Simenon... Suerte.
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