La primera vez que descubrí a Pepe Carvalho fue curiosamente por la tele. Vi algunos capítulos de una serie llamada "Pepe Carvalho" que TVE emitió hace unos años, protagonizada por Juanjo Puigcorbé. No recuerdo cómo acabó la serie. Evidentemente no sabía que la serie se basaba en novelas, y que éstas eran de Manuel Vázquez Montalbán.
Cuando Vázquez Montalbán murió en el aeropuerto de Bangkok en octubre de 2003 todavía no había leído nada de él, pero el fuerte impacto de su muerte en España, y en Cataluña sobre todo, reflejaba el cariño y la admiración que se le tenía como escritor y ensayista, además de ser un empedernido culé y un crítico gastronómico de primera.
Vázquez Montalbán, periodista, licenciado en Filosofía y Letras, militante del PSUC, y muchas más cosas, se ganó un prestigioso nombre como escritor de novelas policíacas en los 70 y durante los 80 y 90 con su Pepe Carvalho y su fiel servidor Biscuter. En 1995 fue Premio Nacional de las Letras Españolas, un premio más que merecido. Es una pena que haya tardado tanto en sumergirme en este grandísimo escritor, pero ya he cogido carrerilla, hace poco me leí "Asesinato en el Comité Central", que yo creía la primera novela protagonizada por Carvalho, una novela escrita en 1981 que destripa con minuciosidad los entresijos del Partido Comunista de España.
Buscando comenzar por el principio, como debe hacerse con un autor que es fiel a unos personajes durante muchas entregas, me compré Los mares del sur, novela que fue Premio Planeta en 1979 (viendo la trayectoria de los Premio Planeta, parece ser que antes sí se premiaba lo bueno), y que he leído o mas bien devorado, descubriendo que tampoco es la primera novela de Carvalho (es Yo maté a Kennedy, de 1972; luego le sigue Tatuaje, de 1974, y antes de llegar a la que reseño, La soledad del manager, de 1977), pero no importa.
No importa porque Los mares del sur se disfruta como una novela que no necesita de un antes para conocer al detective. Ambientada en la Barcelona de 1979, recién estrenada la democracia, a las puertas de una municipales, y con los ecos de los Pactos de la Moncloa, Carvalho investiga el asesinato de Stuart Pedrell, un empresario burgués enriquecido con la construcción que según la familia había decidido huir a los "mares del sur", ese viaje que en su día Gauguin realizó dejándolo todo atrás para empezar una nueva vida.
Montalbán describe una Barcelona de dos caras, la burguesa, empresarios encantados de haberse conocido, enriqueciéndose con la construcción de nuevos barrios obreros en el extrarradio de la ciudad, construidos con pésimos materiales, sin disponer de servicios básicos como un centro de salud, escuelas, etc.; mientras que la otra cara es el propio barrio obrero de San Magín y su problemas, habitado por una clase obrera desencantada. Enmedio de los dos mundos, Carvalho, un detective que vive solo, en Vallvidrera, que disfruta como nadie de los placeres de la gastronomía, que es fielmente acompañado como si de un Watson se tratara de Biscuter, que mantiene una relación larga, aunque no exclusiva, con Charo, una prostituta que quiere a Carvalho pero no puede dejar su trabajo porque "es lo único que sabe hacer".
Lo mejor de esta novela son las reflexiones de Montalbán, en boca de Carvalho, sobre la nueva etapa democrática y la Barcelona de finales de los 70 que no sabe a dónde ir, la sensación de que las cosas van a cambiar, que la ciudad va a cambiar muchísimo en los años 80, y que Carvalho va a tener trabajo. Tampoco falta el humor, la historia de la mujer que se acuesta con uno de la ETA no tiene desperdicio.
No me extraña que Camilleri se convirtiera en un admirador de Montalbán, no en vano su personaje se llama Salvo Montalbano y es también, como Carvalho, un degustador de la comida, porque Carvalho sabe disfrutar de los placeres de la vida, el buen comer, las mujeres, los libros (bueno, en realidad Carvalho quema regularmente su biblioteca para alimentar la chimenea, eso sí que duele).
El final refleja esa característica tan de la burguesía, el aparentar siempre, el callar lo que pasa de puertas adentro, aunque sea un desastre como familia. También la clase obrera tiene historias familiares tristes pero se presupone.
"¿Llora? En la pregunta de Carvalho había una mal controlada ironía. La viuda casi masticó la respuesta airada.
- Usted es de los que se creen que los ricos no tenemos sentimientos.
- Los tienen. Pero menos dramáticos. Todo lo que sufren les cuesta menos o pagan menos."
Lo dicho, un placer leer a Vázquez Montalbán, es novela policíaca de la buena.
Cuando Vázquez Montalbán murió en el aeropuerto de Bangkok en octubre de 2003 todavía no había leído nada de él, pero el fuerte impacto de su muerte en España, y en Cataluña sobre todo, reflejaba el cariño y la admiración que se le tenía como escritor y ensayista, además de ser un empedernido culé y un crítico gastronómico de primera.
Vázquez Montalbán, periodista, licenciado en Filosofía y Letras, militante del PSUC, y muchas más cosas, se ganó un prestigioso nombre como escritor de novelas policíacas en los 70 y durante los 80 y 90 con su Pepe Carvalho y su fiel servidor Biscuter. En 1995 fue Premio Nacional de las Letras Españolas, un premio más que merecido. Es una pena que haya tardado tanto en sumergirme en este grandísimo escritor, pero ya he cogido carrerilla, hace poco me leí "Asesinato en el Comité Central", que yo creía la primera novela protagonizada por Carvalho, una novela escrita en 1981 que destripa con minuciosidad los entresijos del Partido Comunista de España.
Buscando comenzar por el principio, como debe hacerse con un autor que es fiel a unos personajes durante muchas entregas, me compré Los mares del sur, novela que fue Premio Planeta en 1979 (viendo la trayectoria de los Premio Planeta, parece ser que antes sí se premiaba lo bueno), y que he leído o mas bien devorado, descubriendo que tampoco es la primera novela de Carvalho (es Yo maté a Kennedy, de 1972; luego le sigue Tatuaje, de 1974, y antes de llegar a la que reseño, La soledad del manager, de 1977), pero no importa.
No importa porque Los mares del sur se disfruta como una novela que no necesita de un antes para conocer al detective. Ambientada en la Barcelona de 1979, recién estrenada la democracia, a las puertas de una municipales, y con los ecos de los Pactos de la Moncloa, Carvalho investiga el asesinato de Stuart Pedrell, un empresario burgués enriquecido con la construcción que según la familia había decidido huir a los "mares del sur", ese viaje que en su día Gauguin realizó dejándolo todo atrás para empezar una nueva vida.
Montalbán describe una Barcelona de dos caras, la burguesa, empresarios encantados de haberse conocido, enriqueciéndose con la construcción de nuevos barrios obreros en el extrarradio de la ciudad, construidos con pésimos materiales, sin disponer de servicios básicos como un centro de salud, escuelas, etc.; mientras que la otra cara es el propio barrio obrero de San Magín y su problemas, habitado por una clase obrera desencantada. Enmedio de los dos mundos, Carvalho, un detective que vive solo, en Vallvidrera, que disfruta como nadie de los placeres de la gastronomía, que es fielmente acompañado como si de un Watson se tratara de Biscuter, que mantiene una relación larga, aunque no exclusiva, con Charo, una prostituta que quiere a Carvalho pero no puede dejar su trabajo porque "es lo único que sabe hacer".
Lo mejor de esta novela son las reflexiones de Montalbán, en boca de Carvalho, sobre la nueva etapa democrática y la Barcelona de finales de los 70 que no sabe a dónde ir, la sensación de que las cosas van a cambiar, que la ciudad va a cambiar muchísimo en los años 80, y que Carvalho va a tener trabajo. Tampoco falta el humor, la historia de la mujer que se acuesta con uno de la ETA no tiene desperdicio.
No me extraña que Camilleri se convirtiera en un admirador de Montalbán, no en vano su personaje se llama Salvo Montalbano y es también, como Carvalho, un degustador de la comida, porque Carvalho sabe disfrutar de los placeres de la vida, el buen comer, las mujeres, los libros (bueno, en realidad Carvalho quema regularmente su biblioteca para alimentar la chimenea, eso sí que duele).
El final refleja esa característica tan de la burguesía, el aparentar siempre, el callar lo que pasa de puertas adentro, aunque sea un desastre como familia. También la clase obrera tiene historias familiares tristes pero se presupone.
"¿Llora? En la pregunta de Carvalho había una mal controlada ironía. La viuda casi masticó la respuesta airada.
- Usted es de los que se creen que los ricos no tenemos sentimientos.
- Los tienen. Pero menos dramáticos. Todo lo que sufren les cuesta menos o pagan menos."
Lo dicho, un placer leer a Vázquez Montalbán, es novela policíaca de la buena.
Yo no he leído nada de Vazquez Montalbán, pero después de leer tu reseña,me han dado muchas ganas deconocer lo que escribió. Mira que me caía bien y que le he seguido en entrevistas,enla TV pero no he leído nada.
ResponderEliminarEl domingo pasado compré el diario Público y te regalan un libro de él, me haré con algunos y ya los comentaré.
Un saludo
Teresa
Hola, la verdad que a mí también me queda mucho por leer de Vázquez Montalbán, es uno de esos autores que debí descubrir antes. Yo también sigo la colección de Público, lo que pasa es que no todo son novelas, también saca algunos ensayos.
ResponderEliminarUn saludo
Falco