Eduardo Mendoza, nacido en 1943, es uno de los autores más prestigiosos del panorama literario español en lengua castellana. Su obra, ampliamente reconocida, se nutre de títulos importantes que jalonan los 30 últimos años de la literatura contemporánea. Con su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta (1975), irrumpe con una fuerza y una frescura que evidencia desde el principio que ha nacido un gran escritor. Esa primera novela la leí hace varios años, durante el Instituto, y me encantó. Guardo un buen recuerdo de ella. Narra las luchas sindicales durante la primera mitad del siglo XX en Barcelona con un realismo y un magistral uso de la palabra.
De nuevo ante Eduardo Mendoza, muchos años después, he leído La ciudad de los prodigios, novela escrita en 1986, ambientada en la Barcelona que va desde la Exposición Universal de 1888 hasta la Exposición Universal de 1929. Aclamada por la crítica, fue llevada al cine en 1999, aunque yo no he visto la película.
La novela tiene una protagonista principal, Barcelona, que experimenta grandes transformaciones en su fisonomía urbanística y social, gracias a la revolución industrial que vive a finales de siglo. Testigo de esa transformación de pueblo a gran urbe es Onofre Bouvila, un campesino que como tantos otros llega a la ciudad para trabajar en lo que sea y que pronto empieza a prosperar en una ciudad que es un hervidero debido a los trabajos para la Exposición Universal de 1888. Onofre empieza repartiendo panfletos con proclamas anarquistas entre los obreros de la construcción, vende luego crecepelos, entra a formar parte de una organización mafiosa de la que pronto se hace con el control, etc. , y poco a poco, asistimos a la transformación de un tímido emigrante llegado a la ciudad sin nada en los bolsillos en uno de los hombres más ricos e influyentes gracias, entre otros negocios, a la especulación urbanística en torno al Plan Cerdá, el plan urbanístico para el Ensanche de Barcelona, que acaba pareciéndose poco al original en beneficio de la especulación.
Onofre Bouvila prospera económicamente pero la alta burguesía catalana lo considera un advenedizo y por tanto siempre recurrirán a él para pedirle dinero pero nunca será aceptado en lo más granado de la sociedad barcelonesa. A él no le importa, sabe que no es muy diferente a ellos, se ha enriquecido por medios ilícitos, sin escrúpulos -de especulador pasa a traficante de armas-, eliminando a sus enemigos. Se convertirá en un rico excéntrico que pese a su buena suerte en lo económico, su vida sentimental y familiar raya más en lo trágico y desgraciado a lo largo de toda la novela.
La novela es densa pero magistralmente escrita, donde desfilan multitud de personajes, desde Alfonso XIII y Primo de Rivera, el dictador, hasta ladrones y prostitutas de los bajos fondos de la ciudad. Mendoza nos transporta a un mundo que cambiaba vertiginosamente gracias al progreso material pero recordándonos que existía una clase obrera, hacinada y mísera, descontenta, que se dejaba seducir por las ideas anarquistas y socialistas, y que con su esfuerzo había renovado una ciudad que en el siglo XIX estaba aletargada y sumida en la crisis.
Mendoza ha construido una historia de una ciudad a través de los ojos de Onofre Bouvila, una ciudad que nunca volverá a ser la misma. Tampoco la visión de Barcelona será la misma después de leer a Mendoza. Es una gran novela que merece ser leída con calma, disfrutando cada una de sus palabras.
De nuevo ante Eduardo Mendoza, muchos años después, he leído La ciudad de los prodigios, novela escrita en 1986, ambientada en la Barcelona que va desde la Exposición Universal de 1888 hasta la Exposición Universal de 1929. Aclamada por la crítica, fue llevada al cine en 1999, aunque yo no he visto la película.
La novela tiene una protagonista principal, Barcelona, que experimenta grandes transformaciones en su fisonomía urbanística y social, gracias a la revolución industrial que vive a finales de siglo. Testigo de esa transformación de pueblo a gran urbe es Onofre Bouvila, un campesino que como tantos otros llega a la ciudad para trabajar en lo que sea y que pronto empieza a prosperar en una ciudad que es un hervidero debido a los trabajos para la Exposición Universal de 1888. Onofre empieza repartiendo panfletos con proclamas anarquistas entre los obreros de la construcción, vende luego crecepelos, entra a formar parte de una organización mafiosa de la que pronto se hace con el control, etc. , y poco a poco, asistimos a la transformación de un tímido emigrante llegado a la ciudad sin nada en los bolsillos en uno de los hombres más ricos e influyentes gracias, entre otros negocios, a la especulación urbanística en torno al Plan Cerdá, el plan urbanístico para el Ensanche de Barcelona, que acaba pareciéndose poco al original en beneficio de la especulación.
Onofre Bouvila prospera económicamente pero la alta burguesía catalana lo considera un advenedizo y por tanto siempre recurrirán a él para pedirle dinero pero nunca será aceptado en lo más granado de la sociedad barcelonesa. A él no le importa, sabe que no es muy diferente a ellos, se ha enriquecido por medios ilícitos, sin escrúpulos -de especulador pasa a traficante de armas-, eliminando a sus enemigos. Se convertirá en un rico excéntrico que pese a su buena suerte en lo económico, su vida sentimental y familiar raya más en lo trágico y desgraciado a lo largo de toda la novela.
La novela es densa pero magistralmente escrita, donde desfilan multitud de personajes, desde Alfonso XIII y Primo de Rivera, el dictador, hasta ladrones y prostitutas de los bajos fondos de la ciudad. Mendoza nos transporta a un mundo que cambiaba vertiginosamente gracias al progreso material pero recordándonos que existía una clase obrera, hacinada y mísera, descontenta, que se dejaba seducir por las ideas anarquistas y socialistas, y que con su esfuerzo había renovado una ciudad que en el siglo XIX estaba aletargada y sumida en la crisis.
Mendoza ha construido una historia de una ciudad a través de los ojos de Onofre Bouvila, una ciudad que nunca volverá a ser la misma. Tampoco la visión de Barcelona será la misma después de leer a Mendoza. Es una gran novela que merece ser leída con calma, disfrutando cada una de sus palabras.
Gran novel·la per a gaudir d'ella. Encara que la vaig llegir fa molts anys, recorde que em va agradar molt. E. Mendoza es un gran escriptor. La vida del protagonista no es diferencia massa del que passa en l'actualitat en alguns sectors i persones. Una visió de la transformació d'una ciutat, una classe social i un moment històric molt ben descrit.
ResponderEliminarÉs veritat, la novel·la podria perfectament traslladar-se a l'actualitat sense problemes. Hi ha coses que no sabia sobre Barcelona i que Mendoza explica molt bé, per exemple, que el Eixample es va construir amb una especulació ferotge i per interessos particulars, així que les zones verdas van anar desapareixent poc a poc i es va construir en cada metre quadrat.
ResponderEliminarUna bona novel·la que mostra la hipocresia de la burgesia catalana de enriquir-se a tota costa.