¿Un ensayo filosófico sobre el género zombi? Sí, y de la mano de Jorge Fernández Gonzalo, que fue finalista del Premio Anagrama de ensayo con este libro titulado Filosofía zombi (2011).
Jorge Fernández Gonzalo (Madrid, 1982), es doctor en Filología Hispánica con una tesis sobre la poesía de Claudio Rodríguez. También posee una reconocida trayectoria como poeta, con cinco poemarios publicados y premios como el Hiperión de poesía. Codirige la publicación digital Revista Neutral, especializada en la obra y pensamiento de Maurice Blanchot y ha publicado una treintena de artículos sobre poesía, filosofía y pensamiento.
Jorge Fernández deconstruye el concepto zombi con precisión cirujana a través de la filmografía romeriana para intentar desentrañar los entresijos de un fenómeno que en tiempos de crisis cobra vigor y para entender qué es lo que nos atrae de los muertos vivientes en un mundo cada vez más zombificado.
A poco que intentes profundizar en las películas zombi (y más productos del subgénero) extraes la conclusión de que subyace una crítica del consumismo capitalista y por tanto una crítica del sistema social y político vigente, pero Jorge Fernández va más allá y define al zombi como una exteriorización del miedo a lo desconocido. En "La noche de los muertos vivientes" (1968), de G. Romero, el miedo de los protagonistas les lleva a la parálisis y al instinto de protección. El miedo al zombi es al mismo tiempo el miedo a nuestros instintos, y por supuesto el miedo a la muerte, innato en el hombre, y por qué no, el miedo a la masa descontrolada, miedo a la semejanza. El final de la película nos dice que el verdadero peligro de la humanidad es una sociedad intolerante, que rinde culto a la irracionalidad.
En "El amanecer de los muertos" (1978), que tuvo un buen remake en 2004, vemos la icónica escena de los zombis rodeando un centro comercial donde los supervivientes se han atrincherado. Metáfora de la publicidad y el hiperconsumismo. ¿No es el capitalismo como una pandemia zombi? Comprar todo, arrasar todo, tenerlo todo. En la lógica capitalista, la publicidad nos dice que el ocio se gasta yendo a los centros comerciales a consumir. Jorge Fernández lo dice claro: "La publicidad no pretende otra cosa que la recuperación del descanso como operación económica". Siempre habrá algo que consumir, de manera indiscriminada, en masa, por propagación constante, de bienes inútiles y efímeros. Pero como buenos zombis, no sabemos que lo somos.
En la tercera película romeriana, "El día de los muertos" (1985), se nos muestra que el zombi también hace referencia a la animalidad del ser humano, al humano como depredador. El apetito zombi es una metáfora de los instintos humanos, del deseo irracional sin el convencionalismo social para reprimirlo. De nuevo una frase lapidaria: "El zombi es el exceso de la pornografía".
En "La tierra de los muertos" (2005) ya ha quedado claro que los muertos somos nosotros. ¿Es la plaga zombi una metáfora de la caída del sistema capitalista? ¿Es el zombi un antisistema, un anarquista, un anunciador del Apocalipsis? Tenemos un miedo innato al caos total, al desmoronamiento de las estructuras políticas, económicas y sociales, aunque no sean perfectas (como ocurre en The Walking Dead, donde los grupos humanos tratan de reconstruir pequeños estados con nuevas leyes). Los aparatos de control (ejército, policía, Estado) han dejado de existir y las nuevas estrategias de convivencia requieren nuevas políticas de control social y nuevos discursos morales. La plaga significa el cambio absoluto.
Analizando "El diario de los muertos" (2007), Jorge Fernández incide en los medios de comunicación, donde "el vómito está cada día en las pantallas de nuestros televisores". Contra el cinismo generalizado, contra los Gran Hermano, solo cabe una buena pandemia zombi. Las noticias se convierten en un reality show en la que no existe la verdad sino versiones adulteradas de la verdad (afirmación posmoderna). Lo verdaderamente posmoderno sería dejar atrás la parafernalia tecnológica y "empezar a vivir" de nuevo, como en The Walking Dead. Al final, igual que consumimos productos inútiles, también consumimos información inútil.
El autor acaba concluyendo: la pandemia zombi es una metáfora del capitalismo globalizado y el mito del hombre posmoderno, condenado a no poder sustituir nada porque todo vuelve a repetirse, condenado a no saber la verdad, a vivir zombificado, como Simon Pegg en Zombis Party (2004), que no es más que un zombi con nómina, facturas y horarios que cumplir a rajatabla.
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