Las legiones malditas (2008) es la segunda entrega de la trilogía que el escritor valenciano Santiago Posteguillo dedica al general romano Escipión el Africano, famoso por haber vencido a Aníbal en la batalla de Zama, en el marco de la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.). La trilogía dio fama merecida al escritor, que desde 2011 se ha embarcado en otro proyecto, como es el de narrar la época del ascenso de Trajano al trono imperial, en el tránsito del siglo I d.C. al II d.C., habiendo publicado ya Los asesinos del emperador.
En esta segunda novela, Posteguillo nos narra con minuciosidad los últimos años de la Segunda Guerra entre Roma y Cartago, concretamente desde el 209 a.C. hasta el 202, año de la derrota de Aníbal en Zama, cerca de Cartago. Toda la narración nos conduce hasta el momento culminante en el que los dos grandes generales enemigos, Escipión y Aníbal, acabarán enfrentándose en el campo de batalla. El protagonismo es casi exclusivo para Escipión, ya que Aníbal apenas tiene presencia en la novela como personaje de la trama, hasta el encuentro final. Y a Escipión lo acompañan en la acción sus fieles lugartenientes, principalmente Cayo Lelio (también Cayo Valerio, Digicio o Terebelio), con quien tendrá un pasajero distanciamiento provocado por la esclava de Lelio, la egipcia Netikerty. Posteguillo trata de hacernos entender que además de Aníbal, el enemigo en el campo de batalla, Escipión tiene un declarado enemigo interno en el campo político, el viejo princeps senatus Quinto Fabio Máximo, obsesionado con negarle los laureles de la victoria a Escipión. Asistimos a todo el juego sucio (que no dejar de ser política) que Fabio Máximo, y su "acólito" Marco Porcio Catón, pondrá en marcha en el senado para negarle las tropas a Escipión que como cónsul le corresponden, una vez que éste abandone Hispania tras derrotar sucesivamente a Asdrúbal Barca (en la batalla de Baecula, 208 a.C.), y a Asdrúbal Giscón y Magón Barca (en la batalla de Ilipa, 206 a.C.). Esto conducirá curiosamente a lo que el lector sabe que va a acabar sucediendo, a saber: Escipión se hará cargo de las maltrechas y desmoralizadas "legiones malditas", aquellas desterradas a Sicilia tras la humillante derrota de Cannas y que no pueden regresar a Italia hasta que limpien su honor en el campo de batalla.
La subtrama, los esfuerzos del comediógrafo Plauto para que liberen a su amigo el poeta Nevio, y los ecos del estreno de su obra "Miles gloriosus" en Siracusa, queda diluida en la narración.
Cuando Escipión se hace cargo de las legiones V y VI abandonadas en Sicilia lo hace con un objetivo, llevar la guerra a África, para obligar a Aníbal a regresar a Cartago, ya que éste se encuentra en el sur de Italia esperando los refuerzos que nunca le llegarán (su hermano Asdrúbal muerte en la batalla del Metauro en el norte de Italia) y sobreviviendo con sus veteranas tropas sobre el terreno, sin que las legiones que envía Roma puedan pararle los pies.
La estrategia de Escipión, llevar la guerra a territorio del enemigo, lo mismo que había hecho Aníbal al invadir Italia desde el norte, se mostrará acertada. Después de asediar Utica y saquear el territorio de Cartago, la batalla decisiva entre Escipión y Aníbal se producirá en el 202 a.C., en la llanura de Zama, donde el ejército cartaginés sufrirá una severa derrota a manos de las mismas legiones que 14 años antes habían huido de Cannas, lo que obligará a Aníbal a refugiarse en Cartago, mientras el senado cartaginés asume las duras condiciones de paz impuestas por Roma.
Tengo que decir que me gusta cómo escribe Posteguillo (la narración de Zama me ha encantado) y tan dispuestos que estamos a alabar la forma de contar batallas de Cornwell (que es un maestro) o de Scarrow, por poner dos ejemplos anglosajones, encontrarse con un autor español que casi está a la altura de los mencionados es una buena noticia para los degustadores de la novela histórico-bélica. Por otro lado, para Posteguillo, el general romano está a la altura del genio estratégico y táctico de Aníbal, y sin embargo la historia no ha ensalzado tanto la figura de Escipión como la de otros generales romanos, como Mario o Julio César. Porque invadir África solo con dos legiones y un pequeño cuerpo de caballería, más la caballería númida de Masinisa, parece un error estratégico. Y sin embargo Escipión sabe resolver con cierta genialidad la peor situación, como es la de estar rodeado por dos ejércitos, el cartaginés de Giscón y el númida de Sífax, al atacar con nocturnidad primero el campamento de un ejército y luego el del otro, derrotándolos a los dos.
Queda por ver por dónde irá la tercera entrega, La traición de Roma, aunque solo por el título se intuye lógicamente que Catón (Máximo ya ha muerto) hará todo lo posible para que el senado le niegue las mieles del triunfo a Escipión el Africano, mientras el rey Antíoco III de Siria, planea extender su reino invadiendo a sus vecinos.
Yo leí la primera entrega el año pasado y me gustó mucho pero la verdad es que aunque tengo esta novela que tu reseñas esperando desde entonces aún no me he visto con las ganas suficientes de ponerme con ella.
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