domingo, 24 de marzo de 2013

Un giro decisivo, de Andrea Camilleri

Séptima novela de la serie Montalbano, si dejamos aparte los libros de relatos sobre el comisario publicados entremedias, Un giro decisivo (2003), de Andrea Camilleri (Porto Empedocle, 1925), constituye, casi como el propio título nos hace pensar, un punto de inflexión en la singular carrera de este encantador comisario siciliano, que trabaja en el imaginario pueblo de Vigàta.
Salvo Montalbano está pasando un mal momento, en lo profesional ha perdido, o cree haber perdido, las ganas de seguir persiguiendo delincuentes, le asquea el trato que la policía dio a los manifestantes de Génova cuando la reunión del G8, le repugnan las noticias en las que la policía ha sido descubierta manipulando pruebas, y sobre todo, está cansado de la deriva política de Italia, con un gobierno de derechas, más preocupado por salvaguardar "la civilización cristiana" del terrible drama de la inmigración ilegal que arriba a las costas de Sicilia y Lampedusa casi cada noche. A todo esto se une un cansancio físico y mental que achaca a la edad y que le hace temer la pronta llegada de la vejez. Por tanto ha decidido presentar su dimisión.
Sin embargo, un muerto se topa literalmente con él en la playa para ponerlo de nuevo a trabajar, y aplazar temporalmente su renuncia. Pero este muerto está irreconocible y no se tienen muchos datos de él, salvo que ha tenido una muerte violenta. 
Otra muerte paralela, y convergente al final, la de un niño inmigrante, golpeará duramente el ánimo de Montalbano, tomándose el caso como un asunto tan personal que casi le va a costar la vida. Su sentimiento de culpabilidad será un resorte para que de nuevo vuelva a sentirse especialmente lúcido en sus pesquisas.
Camilleri afronta de manera directa un problema que en 2003 tenía Italia, España y toda la Europa mediterránea, la llegada masiva de inmigrantes en pateras en busca de una vida mejor. Y lo hace denunciando el lucrativo negocio de los "negreros" o traficantes de inmigrantes, y en especial, de niños, valorados en Europa por el tráfico de órganos. 
Sin embargo, a pesar de la crudeza del tema, siempre nos reserva esos momentos impagables de humor (en el que siempre está metido el bueno de Catarella -"ha tilifoniado Poncio Pilato"-, más ágil que en otras ocasiones para mosqueo de Montalbano) y de buena cocina (a pesar de que el templo de la buena comida, la trattoria San Calogero, ha cerrado para desgracia del comisario; sin embargo pronto encontrará una nueva "Itaca" donde degustar esos espaguettis con tinta de jibia).
Y esto me llevó el otro día a comparar la novela negra "mediterránea" de la "nórdica", y aun a riesgo de cometer el error de simplificar y asignar clichés, pensé que mientras que la novela negra "mediterránea" (Vázquez Montalbán, Andrea Camilleri, Petros Markaris) siempre resulta irónica y mordaz, y con sus pausas para disfrutar de los placeres de la vida; la novela negra "nórdica" resulta fría (como no podía ser de otra manera), truculenta en los detalles, con poco humor y poca imaginación en lo culinario (aún recuerdo los cientos de sandwiches que se comió el protagonista en la trilogía de Larsson, parecía no comer otra cosa). 
Sé que toda generalización acarrea injusticia y que podríais demostrarme con muchos ejemplos lo equivocado que estoy, pero es evidente que hay dos concepciones muy distintas en Europa de afrontar la novela negra, que no son ni peor ni mejor, y a cada lector le corresponde elegir la que más le guste.
Yo puedo decir que he degustado una novela negra de gourmet.

2 comentarios:

  1. Algún día tendré que animarme con esta saga. Por cierto, ¿qué tal está la serie con respecto a los libros?, porque supongo que habrás visto algún capítulo.
    Saludos.

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  2. Reconozco que no sé nada de la serie y por tanto no puedo comparar. Tampoco querría verla, tengo a Montalbano más o menos "dibujado" en mi mente. Pero te recomiendo estas novelas, disfrutarás muchísimo. Saludos.

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