miércoles, 22 de junio de 2011

Africanus, el hijo del cónsul, de Santiago Posteguillo


Africanus, el hijo del cónsul (2006), es la primera entrega de una trilogía histórica enmarcada en la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.) y protagonizada por Publio Cornelio Escipión, apodado "Africanus" por su victoria sobre el general cartaginés Aníbal Barca. La segunda y tercera novelas, Las legiones malditas (2008) y La traición de Roma (2009) respectivamente, se han convertido en un éxito editorial avalado por crítica y público.
Cuando pensamos en novela histórica ambientada en el mundo antiguo automáticamente creemos que la calidad de la obra viene justificada por el origen anglosajón del autor, porque este género siempre ha estado vinculado a los Robert Graves, Gore Vidal, Bernard Cornwell, Colleen McCulloguh, y más recientemente a Simon Scarrow. No olvidemos a Mary Renault, al alemán Gisbert Haefs, un monstruo de la novela histórica, o al italiano Valerio Massimo Manfredi, cuya obra presenta una desigual calidad. Pero parece que siempre debemos recurrir a autores extranjeros para leer novelas históricas de calidad, y a veces nos llevamos una gran decepción.
¿Qué pasa o pasaba en España? La novela histórica no es un género fácil, no solo requiere un conocimiento exhaustivo del mundo en el que se inserta la historia, real o inventada, sino que hay que demostrar que se "domina" la ambientación sin parecer demasiado erudito, y además, se puede cometer el error de describir fielmente una época determinada pero contar luego una historia que no engancha a nadie.
En 2006 aparece Santiago Posteguillo, filólogo, lingüista y profesor de la Universidad de Valencia, y sorprende con un momento histórico bastante tratado, la Segunda Guerra Púnica, pero emocionante y decisivo en la historia de Roma, puesto que las dos potencias del Mediterráneo occidental, Roma y Cartago, dirimen a finales del siglo III a.C. la hegemonía política y económica sobre la zona. En la magistral "Aníbal" de Gisbert Haefs (1989), el escritor alemán contaba el enfrentamiento entre romanos y cartagineses desde la perspectiva del general cartaginés y de su entorno, de manera que la historia no era contada por los vencedores sino por los vencidos.
Posteguillo, en cambio, centra la mirada del lector en Publio Cornelio Escipión, el futuro héroe de Roma, desde la infancia hasta su entrada de lleno en las amargas derrotas de la Segunda Guerra Púnica como un joven oficial de caballería, para acabar esta primera entrega en la toma de Cartago Nova por el general romano en el 209 a.C. La guerra está lejos de terminar pero ya se vislumbra un claro cambio de rumbo. Entre el 218 y el 209 asistimos al relato de las archiconocidas derrotas romanas ante el genial Aníbal: la batalla de Tesino, Trebia, Trasimeno, y por supuesto Cannas (216 a.C.), la gran derrota romana que pudo o no supo aprovechar Aníbal para dar la estocada final a Roma.
No esperen un relato de las batallas a lo Bernard Cornwell, descriptivo y lleno de emoción, no, las batallas están contadas correctamente. Tal vez, a mi parecer, el acierto de Posteguillo está en describir tan acertadamente los entresijos de la política en Roma y de ello son un buen ejemplo las maniobras de Quinto Fabio Máximo para conseguir la gloria en esta guerra. En esto me recuerda, salvando las distancias a Colleen McCullough.
Sabemos que muchas de las victorias de Aníbal en Italia se deben a su providencial oportunidad para aprovechar la impetuosidad y desconocimiento de la estrategia militar de muchos de los generales romanos a los que se enfrenta y vence. Roma tiene una virtud que no tiene Cartago en esta guerra, su envidiable capacidad para formar legiones año tras año a la vez que Aníbal las va aniquilando o diezmando. Pero no crea hábiles e inteligentes generales, puesto que solo las familias nobles acceden al cargo de cónsul en la Roma republicana y esta preeminente posición social no lleva aparejado el dominio del arte de la guerra. Hasta que aparece Publio Cornelio Escipión, un joven noble que sorprenderá a todos, romanos y cartagineses, por su habilidad para conducir una guerra en la que los cartagineses campan a sus anchas por el sur de Italia, y los romanos llevan la guerra a la Península Ibérica para cortar los suministros y la ayuda que Aníbal espera de su hermano Asdrúbal Barca. Escipión empieza a construir una leyenda en torno a su figura, sobre todo tras la toma de la "inexpugnable" Cartago Nova, fomentando una admiración y fidelidad por parte de sus legiones, preámbulo del caudillismo practicado por los generales del siglo I a.C., Mario, Sila, Pompeyo o Julio César.
A la trama principal se le une una historia secundaria, las peripecias de Tito Macio, que malvive en Roma hasta que, debido a sus años juveniles trabajando en una compañía de teatro, decide traducir y crear sus propias comedias para un público romano ávido de historias que le hagan olvidar las penurias de la guerra contra Aníbal. Y así nacerá el gran comediógrafo Plauto, que junto a Terencio, son los dos grandes autores del teatro romano, que bebe de la comedia nueva griega de Menandro.
La novela, para el que desconozca algunos términos latinos utilizados, tiene al final un completo glosario, además de sencillos mapas de las batallas principales, el árbol genealógico de Escipión y Aníbal, un listado de cónsules de Roma hasta el 209 y una bibliografía para profundizar sobre el tema.
Esta novela es algo más que una historia bien contada, es una brillante aportación a la novela histórica. Absolutamente recomendable.

1 comentario:

  1. Yo tengo mi resñea pendiente de publicar. Me ha gustado muchísimo este libro. A ver cuando nos animamos con las legiones malditas ¿no?

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