Titular un ensayo sobre la Alta Edad Media como The Dark Ages (1968) ya nos da una idea sobre la visión de Asimov respecto a este período convulso de la historia política de Occidente. Tal vez sea oscuro por cuanto no abundan las fuentes literarias y las que hay cuentan una historia esencialmente bélica desde la perspectiva del vencedor, como suele ser; o porque comparado con el esplendor del Imperio romano, económica y culturalmente, esta época que va desde la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d.C.) hasta la fundación del Sacro Imperio Romano en 962 (cuando Otón I se convierte en emperador) es bastante "pobre", y así se ha transmitido siempre por parte de la historiografía.
Ésta es la continuación de El imperio Romano, que ya hemos comentado en este blog, y es un libro muy entretenido puesto que me interesaba un período del que se me escapan muchos de sus datos históricos. Se trata de una importante aunque "turbia" etapa en la que se ponen los cimientos de entidades políticas actuales tan importantes como Francia y Alemania. Pues realmente, aunque con breves incursiones en la historia del imperio bizantino (sobre todo la época de Justiniano y Belisario) y algunas pinceladas sobre lo que está pasando en la península ibérica, el libro se centra en dos ejes fundamentales: la fundación del reino franco y su recorrido dinástico (merovingio, carolingio) y territorial (con las diferentes particiones del reino que a la postre nos llevarán al gérmen de Francia y Alemania); y lo que está pasando en Italia: reino ostrogodo, ocupación bizantina, reino lombardo, el poder del Papado en Roma y sus relaciones con el reino o reinos francos, etc.
Comienza con una introducción sobre los pueblos germánicos y su papel en la caída del imperio romano de Occidente, para después centrarse en los reinos germánicos que se fundan sobre el desintegrado imperio occidental: visigodo (España), vándalo (norte de África), ostrogodo (Italia), franco (norte de Francia).
La narración es fluida y se desarrolla siguiendo el mismo patrón que en la etapa anterior, es decir, describiendo la evolución política de cada reino a través de sus diferentes reyes. Una historia política muy "fáctica" pero que permite seguir fácilmente el hilo de la primitiva historia de estos reinos, y no es fácil cuando empiezan a mezclarse nombres y más nombres.
En la historiografía clásica española se ha enfatizado siempre la implantación del reino visigodo en Hispania (s. V d.C.) como gérmen de una estructura "nacional" luego destruida por la invasión musulmana. Sin embargo, los visigodos fueron una aristocracia guerrera que tomó el poder en Hispania y se sirvió de la estructura administrativa romana pero que a duras penas pudo ejercer un control efectivo sobre toda la península ibérica (recordemos a los suevos en el noroeste, vascos en el norte, vándalos en el sur, y luego bizantinos en el sureste hasta el 625 d.C.). Con la caída del imperio romano de Occidente, la población hispanorromana pasó a estar gobernada por una casta guerrera germánica con la que poco tenía que ver (incluso religiosamente, puesto que los visigodos eran arrianos), así que es fácil entender como un pequeño contingente musulmán pudo acabar en poco tiempo con todo un reino, simplemente una débil aristocracia guerrera fue sustituida por otra mucho más fuerte.
Comenta Asimov que cuando los visigodos se convirtieron al catolicismo, los reyes debían demostrar su ortodoxia siguiendo una acción firme contra los no católicos, pero sus víctimas no fueron los arrianos, curiosamente, sino los judíos, sobre los que se descargó el peso de la represión religiosa.
La mayor parte del libro se centra en la historia de los francos puesto que, y es un hecho crucial, el rey franco Clodoveo se convirtió al cristianismo católico en el año 496, ya que de esta manera "fueron los francos católicos, y no los godos arrianos, quienes se constituyeron en los reales herederos del Imperio de Occidente". Fue una medida astuta desde el punto de vista político porque en cualquier guerra que los francos emprendieran contra otros grupos de germanos, las simpatías de la población romanizada y del Papado de Roma, estarían de parte de los francos.
Curiosamente Clodoveo hizo editar en latín el código de leyes franco, que se llama, por el nombre tribal de Clodoveo, la Ley Sálica. En este código se menciona que las mujeres no podían heredar tierras y de ahí se derivó una interpretación sobre la imposibilidad de ser reinas.
Después de Clodoveo, la atención de Asimov se centra en la dinastía carolingia fundada por Pipino el Breve, quien al ser coronado rey de los francos por el Papa reconoció el derecho de éste a decir quién era legítimo y quién no lo era (la legitimidad es lo que reclamaba Pipino), y esta cuestión se convirtió en una larga disputa sobre la supremacía del Papa o de los reyes a lo largo de la Edad Media. Además Pipino cometió el error de entregar al Papa el territorio del antiguo Exarcado de Rávena (incluida Roma), de manera que el Papa se convirtió en un gobernante temporal, un gobernante de tierras (que se convertirían en los Estados Pontificios). Ésta es la famosa "donación de Pipino".
Cuando la narración se centra en la figura de Carlomagno, quien recupera el viejo título perdido de emperador romano (coronado por el Papa en la navidad del año 800), el relato se ilumina, como el propio reinado. Carlomagno nunca se llamó a sí mismo "emperador romano" porque ya había uno en Constantinopla, sino "Emperador, rey de los Francos y los Lombardos".
A la muerte de Carlomagno, la costumbre tradicional de los francos era dividir el reino entre los hijos del rey, y así se hizo de manera continua, por lo que un reino franco unido acabó por despedazarse paulatinamente: "el reino franco oriental" (Austrasia) sería el gérmen de Alemania, mientras que "el reino franco occidental" (Neustria, Aquitania) lo sería de Francia; a sí mismo, el norte de Italia, también posesión franca, seguiría una fragmentanción territorial mucho mayor. La franja intermedia entre las dos mitades del reino franco se convirtió en la Lotaringia, o reino de Lotario, Lorena para los franceses, un territorio intermedio que sería codiciado tanto por francos del este como del oeste (reclamación territorial que llega a las puertas de la I Guerra Mundial entre Francia y Alemania).
En definitiva, un libro muy interesante, que no se hace pesado si te gusta la historia política de los primeros siglos "oscuros", una historia convulsa (no sé cuántos asesinatos se llegan a mencionar) pero fundamental para entender mejor la negra historia de Occidente. Que lo disfrutes.
Ésta es la continuación de El imperio Romano, que ya hemos comentado en este blog, y es un libro muy entretenido puesto que me interesaba un período del que se me escapan muchos de sus datos históricos. Se trata de una importante aunque "turbia" etapa en la que se ponen los cimientos de entidades políticas actuales tan importantes como Francia y Alemania. Pues realmente, aunque con breves incursiones en la historia del imperio bizantino (sobre todo la época de Justiniano y Belisario) y algunas pinceladas sobre lo que está pasando en la península ibérica, el libro se centra en dos ejes fundamentales: la fundación del reino franco y su recorrido dinástico (merovingio, carolingio) y territorial (con las diferentes particiones del reino que a la postre nos llevarán al gérmen de Francia y Alemania); y lo que está pasando en Italia: reino ostrogodo, ocupación bizantina, reino lombardo, el poder del Papado en Roma y sus relaciones con el reino o reinos francos, etc.
Comienza con una introducción sobre los pueblos germánicos y su papel en la caída del imperio romano de Occidente, para después centrarse en los reinos germánicos que se fundan sobre el desintegrado imperio occidental: visigodo (España), vándalo (norte de África), ostrogodo (Italia), franco (norte de Francia).
La narración es fluida y se desarrolla siguiendo el mismo patrón que en la etapa anterior, es decir, describiendo la evolución política de cada reino a través de sus diferentes reyes. Una historia política muy "fáctica" pero que permite seguir fácilmente el hilo de la primitiva historia de estos reinos, y no es fácil cuando empiezan a mezclarse nombres y más nombres.
En la historiografía clásica española se ha enfatizado siempre la implantación del reino visigodo en Hispania (s. V d.C.) como gérmen de una estructura "nacional" luego destruida por la invasión musulmana. Sin embargo, los visigodos fueron una aristocracia guerrera que tomó el poder en Hispania y se sirvió de la estructura administrativa romana pero que a duras penas pudo ejercer un control efectivo sobre toda la península ibérica (recordemos a los suevos en el noroeste, vascos en el norte, vándalos en el sur, y luego bizantinos en el sureste hasta el 625 d.C.). Con la caída del imperio romano de Occidente, la población hispanorromana pasó a estar gobernada por una casta guerrera germánica con la que poco tenía que ver (incluso religiosamente, puesto que los visigodos eran arrianos), así que es fácil entender como un pequeño contingente musulmán pudo acabar en poco tiempo con todo un reino, simplemente una débil aristocracia guerrera fue sustituida por otra mucho más fuerte.
Comenta Asimov que cuando los visigodos se convirtieron al catolicismo, los reyes debían demostrar su ortodoxia siguiendo una acción firme contra los no católicos, pero sus víctimas no fueron los arrianos, curiosamente, sino los judíos, sobre los que se descargó el peso de la represión religiosa.
La mayor parte del libro se centra en la historia de los francos puesto que, y es un hecho crucial, el rey franco Clodoveo se convirtió al cristianismo católico en el año 496, ya que de esta manera "fueron los francos católicos, y no los godos arrianos, quienes se constituyeron en los reales herederos del Imperio de Occidente". Fue una medida astuta desde el punto de vista político porque en cualquier guerra que los francos emprendieran contra otros grupos de germanos, las simpatías de la población romanizada y del Papado de Roma, estarían de parte de los francos.
Curiosamente Clodoveo hizo editar en latín el código de leyes franco, que se llama, por el nombre tribal de Clodoveo, la Ley Sálica. En este código se menciona que las mujeres no podían heredar tierras y de ahí se derivó una interpretación sobre la imposibilidad de ser reinas.
Después de Clodoveo, la atención de Asimov se centra en la dinastía carolingia fundada por Pipino el Breve, quien al ser coronado rey de los francos por el Papa reconoció el derecho de éste a decir quién era legítimo y quién no lo era (la legitimidad es lo que reclamaba Pipino), y esta cuestión se convirtió en una larga disputa sobre la supremacía del Papa o de los reyes a lo largo de la Edad Media. Además Pipino cometió el error de entregar al Papa el territorio del antiguo Exarcado de Rávena (incluida Roma), de manera que el Papa se convirtió en un gobernante temporal, un gobernante de tierras (que se convertirían en los Estados Pontificios). Ésta es la famosa "donación de Pipino".
Cuando la narración se centra en la figura de Carlomagno, quien recupera el viejo título perdido de emperador romano (coronado por el Papa en la navidad del año 800), el relato se ilumina, como el propio reinado. Carlomagno nunca se llamó a sí mismo "emperador romano" porque ya había uno en Constantinopla, sino "Emperador, rey de los Francos y los Lombardos".
A la muerte de Carlomagno, la costumbre tradicional de los francos era dividir el reino entre los hijos del rey, y así se hizo de manera continua, por lo que un reino franco unido acabó por despedazarse paulatinamente: "el reino franco oriental" (Austrasia) sería el gérmen de Alemania, mientras que "el reino franco occidental" (Neustria, Aquitania) lo sería de Francia; a sí mismo, el norte de Italia, también posesión franca, seguiría una fragmentanción territorial mucho mayor. La franja intermedia entre las dos mitades del reino franco se convirtió en la Lotaringia, o reino de Lotario, Lorena para los franceses, un territorio intermedio que sería codiciado tanto por francos del este como del oeste (reclamación territorial que llega a las puertas de la I Guerra Mundial entre Francia y Alemania).
En definitiva, un libro muy interesante, que no se hace pesado si te gusta la historia política de los primeros siglos "oscuros", una historia convulsa (no sé cuántos asesinatos se llegan a mencionar) pero fundamental para entender mejor la negra historia de Occidente. Que lo disfrutes.
Me gusta tu blog, te sigo y te espero en cargadadelibros.blogspot.com
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