Tercera entrega de la magistral serie del comisario Montalbano, que se desarrolla en un imaginario pueblo de Sicilia, Vigàta, pero refleja todos los tópicos de la vida en una pequeña ciudad italiana del sur. Camilleri construye un argumento muy sencillo, el asesinato de un señor mayor en un ascensor, junto a la muerte de un tunecino en un barco pesquero. Dos sucesos aparentemente independientes pero con una conexión, una tunecina llamada Karima que ha desaparecido. Montalbano se hace cargo de la investigación, además del hijo de la tunecina, con el que se encariña su novia Livia.
De nuevo, Camilleri usa los ingredientes perfectos para crear una trama que se lee con avidez, un lenguaje llano que no escatima en insultos ("no me toques los cojones, Cataré"), un ritmo que alterna lo ágil y lo pausado (las pausas normalmente relacionadas con el disfrute por parte de Montalbano de una buena comida en una buena trattoria), mucho humor e ironía (el inútil Catarella es insuperable dando los recados de las llamadas telefónicas; los celos de Montalbano hacia Augello me han provocado alguna que otra carcajada) y un reflejo de la realidad siciliana con mucha naturalidad ("hoy es todo normal, robos con el procedimiento del tirón y algunos tiroteos"). Los asesinatos en Sicilia no requieren de un análisis psicológico sesudo del asesino (esto no es la Europa nórdica), aquí se mata por venganza, celos o cosas más triviales.
Camilleri construye un mundo creíble y real, donde las miserias humanas están a la orden del día: la inmigración norteafricana en Italia es la de los pobres que buscan una vida mejor. Camilleri no podría imaginar, aunque seguro que lo intuía, que en la Italia actual, unos años después de su novela, los inmigrantes ilegales ya son considerados delincuentes.
La relación de Montalbano con Livia entra en una nueva fase, para Livia ya no es suficiente con verse de vez en cuando, quiere un compromiso y tener hijos. La vida personal de Montalbano empieza a transcurrir por un nuevo rumbo que asusta al comisario. Hay cosas que no cambian, siempre se las ingenia para no ser ascendido a jefe superior y seguir trabajando al pie del cañón, y yo que me alegro.
Camilleri ha tomado el testigo de su gran amigo Montalbán con su Carvalho, y lo ha hecho con éxito. Ha creado un comisario entrañable a la vez que inteligente y perspicaz, alguien que sabe de las debilidades humanas porque es tan normal como cualquier persona, y además es siciliano.
Camilleri construye un mundo creíble y real, donde las miserias humanas están a la orden del día: la inmigración norteafricana en Italia es la de los pobres que buscan una vida mejor. Camilleri no podría imaginar, aunque seguro que lo intuía, que en la Italia actual, unos años después de su novela, los inmigrantes ilegales ya son considerados delincuentes.
La relación de Montalbano con Livia entra en una nueva fase, para Livia ya no es suficiente con verse de vez en cuando, quiere un compromiso y tener hijos. La vida personal de Montalbano empieza a transcurrir por un nuevo rumbo que asusta al comisario. Hay cosas que no cambian, siempre se las ingenia para no ser ascendido a jefe superior y seguir trabajando al pie del cañón, y yo que me alegro.
Camilleri ha tomado el testigo de su gran amigo Montalbán con su Carvalho, y lo ha hecho con éxito. Ha creado un comisario entrañable a la vez que inteligente y perspicaz, alguien que sabe de las debilidades humanas porque es tan normal como cualquier persona, y además es siciliano.