miércoles, 15 de septiembre de 2010

El monasterio maldito, de Robert Van Gulik


Pese a que el anterior libro que leí de Robert Van Gulik (que falleció en 1967), sinólogo y estudioso de las culturas china y japonesa, no me dejó buen sabor de boca, cuya reseña podéis encontrar en este blog, ahora comento la segunda entrega de las pesquisas de un magistrado chino del siglo VII d.C., el juez Di, personaje histórico que protagonizó algunos casos famosos que luego fueron recogidos en una novela del siglo XVII, de la que Van Gulik bebe para construir sus novelas. En El monasterio maldito (1959), enmarcado en la etapa en la que el juez Di es magistrado de la ciudad de Han-yan (666 d.C.), Van Gulik nos presenta un caso que en realidad son tres entrelazados: una fuerte tormenta obliga al juez Di y a sus tres esposas y criados a pasar la noche en un monasterio taoísta conocido como Nubes Matinales. Desde el mismo momento de su llegada empiezan a ocurrir cosas extrañas y sin apenas solución de continuidad el juez Di comienza a investigar, con ayuda de su criado y antiguo ladrón y falsificador Tao Gan, algunos de los misterios que envuelven al monasterio: el caso del rector embalsamado, el caso de la novicia piadosa y el caso del monje corpulento. El final nos llevará a una resolución inesperada, como suele ser habitual si el lector llega a sorprenderse por la identidad del asesino.
Sin apenas descanso, para el juez y para el lector, las escenas se van sucediendo con algo de desconcierto que ya me provocó la primera entrega, no sé si por mi poca familiaridad con los personajes y sus nombres chinos, mea culpa, o por una trama que a veces parece dar la sensación, no sé si buscada o no, de caótica. Lo cierto es que esta segunda novela vuelve a dejarme un mal sabor de boca. Y no es que le falten ingredientes: la combinación de crimen y misterio con la historia suele dar interesantes resultados (véase El nombre de la rosa, la serie de Falco en la antigua Roma, etc., etc.), y Van Gulik escribe mucho antes que muchos de los actuales best-sellers de este género tan atractivo para mí. Por otro lado, el personaje del juez Di representa la luz en un mundo oscuro de corrupción y asesinatos en la China del siglo VII d.C. El juez es siempre una persona recta, justa y equilibrada, sin apenas fallas en su comportamiento, devoto de sus tres esposas, un ciudadano que hace uso justo de sus competencias como magistrado (entre ellas las de resolver los casos de desapariciones o asesinatos ocurridos en su provincia), sin abusar de ellas. Un fiel cumplidor de la ley, a la cual nadie puede escapar, ya sea rico e importante o pobre, y mucho menos el asesino, quien manifiesta a Di:
"Tú has aprendido una valiosa lección: las leyes han sido hechas para el hombre común y corriente, pero no para personas eminentes. Yo pertenezco al selecto grupo de elegidos que, por su superior conocimiento o talento, están por encima de la ley".
Es también un acérrimo seguidor del confucianismo, algo que deja patente cuando emite algunos comentarios negativos hacia el taoísmo y el budismo, que conforman las tres religiones predominantes de la China de la época:
"Yo me quedo con la sabiduría práctica de Confucio, que nos enseña nuestras sencillas obligaciones cotidianas para con la sociedad y sus integrantes, y que nos enseña a pagar la bondad con la bondad, y la maldad con la justicia."
La serie del juez Di abarca bastantes títulos, e incluso un escritor francés ha retomado las aventuras del juez Di con nuevos casos. No está mal escrita pero si la segunda entrega vuelve a dejarme sensaciones amargas...

3 comentarios:

  1. Leídos los tres primeros títulos de las aventuras del juez Di, comparto contigo la opinión de que el segundo tampoco me dejó buen sabor de boca. Los otros dos títulos me gustaron más. Aún así, me quedan tres aventuras más sobre este personaje, espero que mejore pues de lo contrario me temo que no volveré a leer a Van Gulik.

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  2. Hola!
    Vamos a morder la bala y decir la verdad: Las aventuras del juez Dee o Di, que leí en la edición de Dover hace ya un largo tiempo, son meramente una curiosidad, una antigüedad valiosa por su edad y por lo que representa, pero nada más. Y han envejecido bastante mal, sobre todo teniendo en cuenta que ya en su misma época eran lecturas de evasión enclavadas en su cultura y tiempo (y eso no es menospreciarlas, pero sí ponerlas en su sitio). Es evidente que son exóticas y por eso llaman la atención, como nos llaman la atención las historias de Edogawa Rampo, un escritor japonés que amaba tanto a Poe que se cambió el nombre y reprodujo los cuentos de miedo del maestro de Nueva Inglaterra trasladándolos al Japón. En cualquier caso, me temo que nunca sabremos (salvo que haya un editor valiente) si la culpa es de Van Gulik o del original chino.
    Y en cuanto a detectives chinos, si mis ilustres cocomentaristas y los amables corresponsables de este blog me lo permiten, ¿puedo recomendar las aventuras de Li Kao y el Buey Número Diez, premio mundial de fantasía, detectives de lo extraordinario en la China que nunca fue? Sólo la primera novela publicada en castellano pero espléndida, genial, a pesar de la traducción: "Puente de Pájaros". Divertida, humorística, con intriga, histórica aunque no lo parezca, legendaria, mitológica, fantástica, es todo eso y más y un prodigio. Y tiene más sinología que muchos textos. Una delicia.
    Un saludo!

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  3. Hola, a los libros de Van Gulik les falta algo, como si éste no hubiera sido capaz de sacarles todo el jugo a las historias del juez Di. La caracterización de los personajes es bastante floja y la narración un poco caótica. Eso parece, que han envejecido mal.
    Tomo nota de tu recomendación, Lluís Salvador, buscaré el libro a ver qué tal.
    Gracias.

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