miércoles, 16 de septiembre de 2009

La reina en el palacio de las corrientes de aire, de Stieg Larsson


Con un título muy poético, Stieg Larsson cierra, muy a mi pesar, y obligadamente por su repentina muerte, una trilogía realmente sobresaliente. Esta tercera entrega, un "mamotreto" de más de 800 páginas, se lee con fruición desde la primera página, aunque para mí la novela vuelve a ir in crescendo hasta alcanzar el clímax, lo cual es un mérito del escritor que no siempre se consigue. Pero también se lee con desesperación porque cada página que pasa implica que el final de la historia está cerca.
Es toda la trilogía una denuncia del machismo que impera en la sociedad actual, un machismo que muchos achacan a grupos sociales con poca o nula educación en la igualdad de sexos, pero, ¿qué pasa cuando el machismo está tan presente en una sociedad tan moderna y tan supuestamente igualitaria como la sueca? Algo chirría en la sociedad actual. ¿Es un problema de educación?
Stieg Larsson denuncia una sociedad sueca enferma, lastrada por la corrupción policial y judicial, la violencia (sexual sobre todo), el amarillismo de la prensa, la ineptitud de los políticos, los efectos nocivos del capitalismo, etc. La mujer, para Larsson, a pesar de todos los derechos que enumera la Constitución, está indefensa, debe valerse por sí misma, y el adalid de la mujer fuerte es sin duda alguna Lisbeth Salander, un ser especial, aparentemente frágil, que no confía absolutamente en nadie, bueno..., excepto en "Mikael Blomkvist de los Cojones".
A Lisbeth Salander la acompañan otras mujeres fuertes que luchan codo con codo con los hombres y no se dejan amilanar fácilmente, como Erika Berger, Monica Figuerola, Susanne Linder, Annika Giannini o Sonja Modig, etc.
La novela comienza con Lisbeth Salander hospitalizada y "detenida" por los sucesos acaecidos al final de la segunda entrega. Mikael Blomkvist se encargará de descubrir quiénes son los culpables que están detrás del duro pasado de la protagonista y debe hacerlo rápido si quiere ayudar a Lisbeth.
Aunque se ha dicho que Larsson pretendía escribir más entregas, esta tercera novela no deja muchos cabos sueltos, y lo prefiero así, daría rabia pensar que la historia acaba abruptamente y no puedes saber lo que pasará. Creo que el lector quedará satisfecho en este sentido.
J. Ernesto Ayala-Dip escribió en El País del jueves 3 de septiembre un artículo muy interesante sobre la novela negra o policíaca, diciendo que vive un auge sin precedentes. Terminaba con esta reflexión: "Y para terminar, el género policiaco tiene sus aguafiestas y se dividen en tres clases. Los que no leen a Larsson porque lo comparan con Montaigne; los que no lo leen porque está de moda; y los que no lo hacen por las dos razones juntas. Ellos se lo pierden."
Creo que tiene razón en que muchos no leen a un autor que en ese momento es un boom por aquello de que best seller=bazofia, muchas veces hay parte de razón en ello, pero, sin ser las novelas de Larsson una obra maestra de la literatura, creo sinceramente que este autor ha escrito novela negra muy buena, debe ser leído, no decepciona.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Royal Flash, de George Macdonald Fraser


Las aventuras de Harry Flashman, del anglo-escocés George Macdonald Fraser (1925-2008), escritor y periodista que participó en la Segunda Guerra Mundial, es una de las series más prolíficas de novela histórica que pueden leerse en la actualidad. Publicadas por Edhasa, están todas ambientadas en el siglo XIX y en ellas un anciano Flashman narra todas las peripecias de su larga vida, principalmente como soldado al servicio del ejército británico. Hace un tiempo que leí la primera entrega, Harry Flashman, que narra con entretenimiento sus aventuras en Afganistán como soldado en los años 40 del siglo XIX. Me pareció una lectura divertidísima. Se presentaba un personaje tipo antihéroe, borracho, putero y cobarde, pero con tanta buena suerte que acabó convirtiéndose en un héroe de la guerra afgana y volviendo a Inglaterra con todos los honores.
Royal Flash es la segunda entrega de la serie, escrita en 1969, y con una película en 1975, narra su estancia en Inglaterra tras volver de la guerra afgana, para pasar a relatar rápidamente lo que es la trama principal de esta nueva aventura: en la convulsa Europa de 1848, un joven Otto Bismarck, el futuro canciller prusiano artíficice de la unificación de Alemania, le obliga a realizar una peligrosa misión en un pequeño y ficticio estado alemán llamado Strackenz, en la que debe hacerse pasar por un príncipe danés que está a punto de casarse con la princesa de Strackenz. El supuesto objetivo de tal maniobra es dar estabilidad por el momento a los estados vecinos de Schleswig-Holstein, objeto de deseo tanto de Dinamarca como de Prusia, una cuestión política de gran importancia en la época. Bismarck ya planea con sumo cuidado las maniobras necesarias para lograr su sueño, la unificación de los 39 estados alemanes en uno sólo, Alemania, y convertirla en una gran potencia.
Bueno, la trama, que recuerda mucho al argumento de El prisionero de Zenda, que el propio Fraser nos advierte, no me ha acabado de convencer. De hecho, esta segunda entrega me ha decepcionado, no me veo a Harry Flashman metido de lleno en las intrigas políticas de la Europa del siglo XIX, está como fuera de lugar, para mí funciona mejor cuando está metido en una guerra, al estilo Richard Sharpe. Es una suposición que seguro veré corroborada en próximas entregas.
Además, salvo Flashman, al que ya conocemos perfectamente (sigue siendo tan cobarde, vividor y mujeriego como antes), y tal vez el personaje de Lola Montes, los demás personajes aparecen y desaparecen sin que lleguen a calar para nada. Fraser no se da cuenta que el poco calado de los personajes hace que la novela sea bastante fría. Por cierto, se hace mención en varias ocasiones a Alemania como país, que solo existe a partir de 1871 tras la unificación. Bismarck no es el único personaje histórico que aparece en la novela, hay otros, por ejemplo, Fraser describe a un personaje arengando al pueblo en 1848 que no es otro que Karl Marx.
En definitiva, creo que esta historia es inferior en calidad a la primera, mucho más sorprendente y rítmica, pero como todavía me queda buen sabor de boca de la primera, daré un voto de confianza a la serie y leeré la tercera entrega, aunque la decepción no me la quita nadie.