martes, 4 de agosto de 2009

La batalla de Madrid, de Jorge M. Reverte


Jorge Martínez Reverte (Madrid, 1948) es un periodista y escritor español autor de una trilogía sobre la Guerra Civil Española (La Batalla del Ebro -2003-, La Batalla de Madrid -2004-, La caída de Cataluña -2006-, éste último Premio Internacional Terenci Moix al mejor ensayo de 2006), a la que se ha añadido hace poco otro trabajo historiográfico muy interesante, El arte de matar. Cómo se hizo la Guerra Civil Española, que espero leer cuando acabe la trilogía.
En su día me leí La Batalla del Ebro, un relato apasionante sobre el último esfuerzo del ejército popular de la República por ganar la guerra, lo recomiendo vivamente. Con ese buen recuerdo he leído La Batalla de Madrid con una emoción que no me ha abandonado a lo largo de este gran ensayo.
No defrauda en ningún momento Jorge M. Reverte, al contrario, el relato engancha desde la primera página porque además de ser un estudio riguroso desde el punto de vista histórico de la batalla, está tan bien escrito que en ningún momento se hacen pesadas las 576 páginas del libro. Recomiendo, como hace el autor, no leer los partes franquistas y republicanos que aparecen al final de cada capítulo, son invenciones que no aportan nada sustancial al relato.
El libro se divide en capítulos como días dura la batalla, desde finales de septiembre de 1936 hasta enero de 1937, cuando se considera que Madrid ha resistido los envites franquistas y el frente se estabiliza definitivamente.
Hay tantas cosas por comentar que es probable que me deje muchas en el tintero pero así de pronto me viene la sensación de rabia por esa "política de no intervención" impuesta por los conservadores británicos que tiene atada de pies y manos a Francia, que mira para otro lado cuando hay pruebas más que evidentes de la ayuda italiana y alemana, y que considera que la ayuda de la URSS a la República es más peligrosa que la victoria de Franco, que simpatiza con Mussolini y Hitler.
Madrid tiene el honor de ser la primera ciudad bombardeada durante una guerra (después le seguirán otras durante la Segunda Guerra Mundial), no solo intentando destruir objetivos militares sino como quiere Franco, para despertar terror en la población civil.
A pesar de que la reacción de los milicianos anarquistas al principio de la sublevación evitó el triunfo de ésta en toda España, ante la práctica desarticulación del ejército republicano, después, cuando de verdad comienza la guerra, los anarquistas se convierten en un verdadero quebradero de cabeza para la República: no quieren encuadrarse en el nuevo ejército popular, crean cárceles clandestinas (checas) no controladas por el gobierno, controlan las carreteras y fusilan indiscriminadamente a todo sospechoso de ser fascista. Incluso están detrás, junto a las JSU de Santiago Carrillo, que dirige la cartera de Orden Público en Madrid, de las sacas entre el 6 de noviembre y principios de diciembre de presos "fascistas y elementos peligrosos" que serán fusilados en Paracuellos, hasta un total de 2 mil aproximadamente, para evitar que si cae Madrid, engrosen las filas de Franco. Si Carrillo no está detrás de esta decisión, que es tomada por la CNT de Madrid, sí que parece ser conocedor de los hechos. Los militares republicanos encargados de defender la capital, en cambio, se enteran mucho más tarde. Por cierto, Carrillo se encargará de disolver las cárceles clandestinas que pueblan Madrid, las temidas checas, de las que los fascistas que entran no vuelven a salir. De todas formas, no todo es blanco o negro, el anarquista Melchor Rodríguez, mientras ostenta el cargo de Director General de Prisiones, se encargará de acabar con las "sacas" y se distinguirá por su trato humanitario hacia los presos.
Este terror "rojo", que las autoridades de la República tratarán de ir haciendo desaparecer, y que tanto alarma a la comunidad internacional, se practica también en la zona franquista contra intelectuales, maestros, socialistas, comunistas, republicanos, nacionalistas, etc. El terror "blanco" será ejercido sobre todo por los falangistas.
A quienes temen sobre todo los soldados republicanos es a las tropas sublevadas que vienen de África, a los legionarios y sobre todo a los temibles moros, ansiosos de matar "infieles", de violar, de saquear. Son extremadamente crueles y los republicanos saben que más vale no caer prisionero de los moros.
Dos héroes principales se erigen en la heroica defensa de Madrid, el general Miaja, considerado por los políticos un incompetente, que demuestra una capacidad organizativa y un pundonor admirable, y el coronel Vicente Rojo, uno de los pocos que se salva por su inteligencia y capacidad de mando en el ejército republicano, tan escaso de oficiales con experiencia. Otros también destacarán en la batalla de Madrid, Enrique Líster, Buenaventura Durruti (que morirá en Madrid), etc. Todos ellos defenderán un Madrid con uñas y dientes que el gobierno de Largo Caballero abandonó a la carrera en septiembre pensando que no aguantaría y sin dar instrucciones de ningún tipo sobre la defensa de la ciudad, que el general Miaja y su Junta de Defensa asumirán con pocas esperanzas al principio. Hay una anécdota muy ilustrativa sobre la estampida del gobierno hacia Valencia que en Madrid huele a "traición" entre los comunistas y los anarquistas: desde Valencia llega una carta al general Miaja por parte de Largo Caballero, no con órdenes para la defenda de la ciudad sino con la petición de que se envíe urgentemente a Valencia la vajilla y mantelería propiedad del gobierno. Miaja necesita urgentemente municiones, hombres, víveres, etc. y Largo Caballero le pide la vajilla. Así le fue a la República.
En cambio, en el lado sublevado, Franco impone el mando único en lo militar y lo político, al controlar no solo a los demás generales sino a los voluntarios falangistas y requetés, y además tiene el apoyo de las tropas italianas, los aviones alemanes, el petróleo de la Texaco norteamericana y lo mejor del ejército español, los legionarios y los regulares que estaban en África.
Madrid no fue la tumba del fascismo pero sí la demostración de que la República ya no era defendida por columnas de voluntarios anárquicos, con mucho coraje pero poca preparación, sino por un incipiente ejército popular que con su resistencia hará que se disipe la pronta victoria que ansía Franco y comience una larga guerra de desgaste.
Jorge M. Reverte ha escrito una gran obra. Es un tema, el de la Guerra Civil Española, que me encanta, pero cuando te lo cuentan de una manera tan magistral, el gozo es inmenso.

3 comentarios:

  1. Me encanta el tema de la Guerra Civil y por lo que cuentas me parece una trilogía imprescindible.
    La verdad es que es emocionante leer buenas historias de esta época tan trágica de nuestro país.
    Gracias por recomendarnos estos libros
    Un saludo
    Teresa

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  2. Hola Teresa, hay tanta bibliografía sobre la Guerra Civil Española que se necesitarían dos vidas para leerla toda, así que es muy importante recomendar estudios históricos rigurosos y amenos a la vez, y los libros de Jorge M. Reverte lo son.
    Saludos.
    Falco

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  3. Yo también he leido este libro y estoy de acuerdo en que está fantásticamente narrado pero no estoy tan de acuerdo cuando dices: "... la pronta victoria que ansía Franco...".
    Yo creo que Franco no estaba interesado en una pronta victoria. Estaba interesado en una guerra larga por dos motivos. El primero, poder ganar la jefatura de los rebeldes sin la menor oposición. El segundo, causar el mayor horror entre la población.
    Si la guerra hubiese acabado antes de Noviembre de 1936, Franco no hubiese tenido tan fácil ser Generalísimo tras la guerra, con Mola y José Antonio vivos.

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