lunes, 19 de enero de 2015

¡Puta guerra! 1914-1919, de Tardi y Verney

Si en el desesperanzado relato de Erich Maria Remarque, Sin novedad en el frente, asistíamos al escenario dantesco de una guerra carente de sentido desde el punto de vista del soldado alemán, en este cómic-libro del dibujante francés Jacques Tardi (1946), con guión del historiador experto en la Gran Guerra Jean-Pierre Verney, y con el elocuente título que lo dice todo: ¡Puta guerra! 1914-1919 (2008-2009), ponemos imagen al infierno a través de los ojos de un soldado francés. Las dos visiones de la guerra son igual de válidas, la primera, más subjetiva, escrita por un superviviente de la masacre, la segunda, dibujada y escrita por quienes vienen estudiando con detallismo historicista documentos, fotografías, relatos y memorias que puedan permitir una reconstrucción más o menos fidedigna de lo que ocurrió en la I Guerra Mundial.
Fruto de la investigación exhaustiva surge un atroz relato visual que narra los horrores de la guerra año tras año, desde el estallido en 1914, con el entusiasmo desmedido de los contendientes, la primera batalla del Marne, la estabilización del frente occidental, hasta los años negros de trincheras, con batallas tan desmedidas como inútiles (Verdún, el Somme), para llegar finalmente al desenlace de noviembre de 1918, con la retirada de las tropas alemanas y el inicio de las negociaciones de paz que se prolongarán durante 1919.
La edición de coleccionista, realizada por Norma Editorial en 2010, permite además al lector disfrutar de un extenso resumen de la guerra que se disfruta enormemente por su concisión, estilo narrativo e ironía, y que complementa muy bien las viñetas dantescas que en las páginas previas hemos soportado con incredulidad.
Este viaje narrativo por la Primera Guerra Mundial comienza con viñetas coloridas y bien iluminadas, con sonrisas de los protagonistas, con la alegría del pueblo que va a despedir a sus soldados a las estaciones, pero poco a poco, conforme pasan las páginas, los colores se vuelven fríos, de un cromatismo grisáceo, los rostros se vuelven tristes, y el expresionismo inunda las viñetas, convirtiendo a esos "valientes" soldados en auténticos guiñapos. 
Todo se aborda con minuciosidad en este magnífico cómic: la dura vida en las trincheras, el atronador ruido de los cañones, el resquebrajamiento de la moral de los soldados, el papel de los aviones, la guerra química, los primeros tanques, las ejecuciones, los soldados muertos, heridos o mutilados, el hambre, etc. Una galería del terror dibujada con macabro realismo. Después, 1919 será el momento de hacer balance, de contar cruces, de hacer tristes desfiles de mutilados, de descubrir solitarios hombres en las tabernas rumiando la experiencia, de sueños de revoluciones obreras que nunca triunfarán. 
En definitiva, creo que huelga decir que este cómic me ha cautivado a pesar de ser tan duro. Es un trabajo que merece mi aplauso por afrontar con minuciosidad la visión de un conflicto que nunca debió haber sucedido y que nunca debemos olvidar.