martes, 24 de junio de 2014

Las guerras silenciosas, de Jaime Martín

Con la recomendación del dibujante de cómic Carles Esquembre, cogí esta obra gráfica sabiendo que me gustaría pero no esperaba que me enganchara tanto como para desear pasar las páginas y al mismo tiempo que no se acabara el cómic. 
Las guerras silenciosas (2014) es la última obra del dibujante catalán Jaime Martín (1966), del que también he leído (y disfrutado) Lo que el viento trae. El cómic comienza con una introducción que resume con claridad la guerra de Ifni (1957-1958), la llamada guerra silenciosa puesto que el régimen de Franco solo la calificó como de "incidente". Con esta información tan necesaria, uno ya empieza el cómic con interés, puesto que el propio dibujante, Jaime Martín, se convierte en un personaje más de la obra, tal vez el principal si no fuera porque realmente Jaime quiere contar la "mili" que su padre hizo en Ifni entre 1962-1964, cuando la situación en la zona seguía siendo peligrosa. Asistimos a un viaje al pasado franquista a través de la memoria del padre de Jaime, transcrita en unos diarios, de una experiencia que fue muy difícil pero que al mismo tiempo "le gustó hacerla". Lo que me ha gustado del cómic es la capacidad para trasladar a imágenes y textos los años 50 de la España franquista, en la que el hambre y la miseria eran los problemas que afrontaban la mayoría de los españoles, silenciados por la desinformación de la Dictadura. 
Porque en la historia de cómo se conocen Pepe y Encarna (los padres de Jaime) uno reconoce las historias que contaba mi abuela o mi tía de cómo era la vida en aquella época y de lo difícil que era salir adelante, en la que todos los hijos tenían que arrimar el hombro, y donde las chicas se veían abocadas al trabajo desde muy pequeñas y cuando ya tenían edad de tener novio, se tenía uno y era para casarse, "después de la mili". Ese era uno de los objetivos machacones del franquismo: casarse y formar una familia "para dar trabajadores a España".
La vida en el ejército, uno de los baluartes del franquismo, era fiel reflejo de la miseria económica e hipocresía del régimen. Al lavado ideológico se le añadían unas condiciones muy duras que incluían pasar hambre, castigos físicos continuos y degradación moral. El ejército daba pena, utilizaba material de deshecho de la II Guerra Mundial, vestía fatal y la tropa sufría abusos constantes de unos mandos embrutecidos. Era obsesión acabar la mili, volver y casarse con la novia, si te estaba esperando.
El cómic también ofrece la mirada femenina de la madre de Jaime, cuya educación tenía como objetivo casarse joven y tener hijos, no había otra salida para la mujer. Y después estaba el sueño de emanciparse y tener vivienda propia. Hay cosas que no han cambiado.
Estamos ante un cómic excepcional por las cosas que cuenta y cómo las cuenta, que es nuestra historia, no la de las grandes batallas, sino la microhistoria, la que nos permite revisitar el pasado reciente con una mirada que nos es cercana por lo que nos han contado nuestros familiares. En este sentido, aplaudo los cómics en los que se reivindica la memoria de los hechos históricos a través de personas normales que las vivieron y sufrieron (véase el Maus de Art Spiegelman, que cuenta el holocausto). Esa es la historia que está por contar...
En el apéndice del libro nos encontramos alguna "sorpresa": una ficha de adoctrinamiento de los soldados de 1987 en la que se lee: 
"P- ¿Franco?
R- Caudillo, guía y salvador de España. El definió la disciplina, el honor y el deber. Jefe del Estado Español que ha sabido conducir a España por caminos de paz y trabajo."

Lo dicho, en España las cosas cambian tan lentamente...

domingo, 8 de junio de 2014

300, de Frank Miller y Lynn Varley

Novela gráfica convertida en obra imprescindible de la mano de un Frank Miller (nacido en 1957) que aporta el guión y el dibujo, mientras que Lynn Varley pone el color. Publicada en 1998 por el dibujante norteamericano, pronto obtuvo el aplauso del público junto a las más aceradas críticas de los que vieron el cómic como un simplista choque de civilizaciones: occidental-democracia vs. oriental-tiranía.
Frank Miller empezó muy joven a trabajar para Marvel en las historias de Daredevil a principios de los 80. Después trabajó para DC Comics creando el personaje de Ronin o trabajando en las aventuras de Batman. También consigue en los años 90 uno de sus mejores trabajos: Sin City, que sería llevada al cine por Robert Rodríguez. En este sentido, y a diferencia de Alan Moore, es un autor que colabora estrechamente en la escritura de los guiones de sus cómics para el cine, e incluso ha hecho cameos en algunas películas como Daredevil (2003) y Sin City (2005).
Y es que el cómic cuenta el dramático episodio de la batalla de las Termópilas (480 a.C.), que enfrentó a  los espartanos, 300 soldados escogidos junto a su rey Leónidas, frente a los miles de persas dirigidos por el rey Jerjes I que habían iniciado la invasión de Grecia (Segunda Guerra Médica). La heroicidad de la gesta, el sacrificio de los espartanos para ralentizar el avance persa, tiene unos ingredientes ideales para ser narrados en un cómic (historia que también fue llevada de manera más o menos fiel al cine en 2007). Para los que piensan que fue un acto inútil, decir que los persas acabaron saqueando Atenas, para luego ser derrotados por 40 mil griegos, entre ellos el ejército espartano al completo, en la batalla de Platea (479 a.C.), poniendo fin a su invasión. Episodios bélicos de sacrificio inútil hay infinidad en la historia de las guerras (véase la Primera Guerra Mundial), pero éste es uno de los más significativos.
De acuerdo que estamos ante una puesta en escena original, una manera de narrar la historia de forma maestra, con diálogos cortos pero impactantes, unos colores espectaculares, una presentación de los espartanos como guerreros indestructibles que no tienen miedo a la muerte y que hacen de las palabras honor, valentía y disciplina, los pilares en los que la educación espartana se basaba, y que son los ideales que cualquier ejército busca. Leónidas es el rey-héroe que dará su vida por Esparta (y por Grecia), dando ejemplo a sus soldados de lo que debe ser un líder. Y su sacrificio y el de sus 300 soldados, es un ejemplo para los 7 mil soldados griegos que en realidad estuvieron en la batalla de las "Puertas Calientes", griegos de Tegea, Mantinea, Tespia y Tebas, que compartieron con espartanos la gesta de mantener a raya a un gran ejército persa que debía pasar por el embudo de las Termópilas para continuar hacia el sur de Grecia.
Presenta el cómic un solo aspecto de la guerra, el de la valentía y la abnegación por la causa que se defiende, pero ¿acaso están presentes el miedo natural del soldado a la muerte, la nostalgia por la familia o la cobardía? No, al menos en los espartanos, y esto, a mi parecer, hace irreal la historia. No obstante, Esparta era una polis distinta en el siglo V a.C.: esclavista (como todas las polis griegas), monárquica (tenía dos reyes), aristocrática, y con una educación estricta, cruel y selectiva (se eliminaba a los débiles al nacer). Esto ha llevado a algunos a cometer los típicos errores de extrapolación entre época antigua y el siglo XX y hablar claramente de una sociedad "fascista". Ni que decir tiene que para la Italia fascista de Mussolini y para la Alemania nazi de Hitler, la sociedad militarizada de Esparta y sus ideales guerreros eran un modelo educativo a copiar.
De hecho, el propio Frank Miller, criticado porque el cómic supuestamente hace una alabanza de los ideales fascistas, dijo al respecto: "Los espartanos eran un pueblo paradójico. Eran los dueños de esclavos más grandes de Grecia. Pero, al mismo tiempo, las mujeres espartanas tenían un nivel inusual de derechos. En muchos aspectos eran fascistas, pero eran el baluarte contra la caída de la democracia. La comparación más cercana que se puede dibujar en términos de nuestro propio ejército de hoy es pensar en los espartanos con capa de color rojo como si fueran nuestras Fuerzas de Operaciones Especiales."
Por otro lado, también el cómic ha recibido lecturas muy críticas respecto a la xenofobia latente en la historia: los persas son unos salvajes que vienen a esclavizar a la Grecia libre (cuando en Grecia la esclavitud era normal), y traerán la tiranía a una tierra donde las ciudades-estado desarrollan la filosofía, el arte, la democracia, etc. Esa dualidad salvajismo oriental-civilización occidental es muy recurrente en la literatura desde la propia Antigüedad, pero hoy en día ha quedado desfasada. Nuestro insistente eurocentrismo, o grecocentrismo, nos deja ciegos hasta el punto de creer que todo lo que viene de Oriente es negativo (religión, sistema político, filosofía, etc.).
Ya os digo que es un cómic tan interesante porque se presta a muchas lecturas políticas e ideológicas respecto al llamado "choque de civilizaciones" que Huntington definió en 1996 basándose en un criterio religioso. 
En conclusión, puedes leerlo como una exaltación de las virtudes de la vida militar, como una crítica/alabanza de los ideales fascistas, o como una defensa de la cultura occidental frente al fanatismo oriental (como lo entendió el gobierno de Irán), pero de lo que estoy seguro es que no te dejará indiferente, aunque, eso sí, no sea un documento histórico riguroso.