miércoles, 27 de noviembre de 2013

El niño con el pijama de rayas, de John Boyne

John Boyne nace en Dublín en 1971, y tras formarse en el Trinity College y en la Universidad de East Anglia, comienza a publicar sus primeras novelas a partir del año 2000. Pero su vida como escritor da un vuelco con El niño con el pijama de rayas (2006), que se convierte rápidamente en un best-seller, pasando a ocupar el número 1 de la lista de libros más vendidos en Irlanda durante 66 semanas. A partir de ese momento llegarán las continuas ediciones, las traducciones a otros idiomas y los galardones, éxito que no pasó desapercibido para Hollywood, que llevó la historia al cine con notable acierto en 2008.
Después del bombazo, el escritor irlandés dio un giro argumental y narró el Motín en la Bounty (2008), para luego volver a la literatura juvenil con El increíble caso de Barnaby Brocket (2012). En 2013 acaba de publicar Quedaos en la trinchera y luego corred.
¿Qué tecla tocó Boyne para que su novela tuviera éxito de crítica y público? Bueno, primero enfocar un tema tan serio como el Holocausto, el exterminio de millones de judíos europeos en los campos de concentración construidos por el régimen nazi entre 1940 y 1945 desde una perspectiva nueva, la mirada de un niño de nueve años, Bruno, hijo del comandante de Auschwitz (Polonia), uno de los campos más tristemente conocidos del Tercer Reich alemán, donde además se desarrolla la historia. Una mirada inocente, que no entiende de guerra, ni de pureza racial, ni de judíos, ni de qué significa ser un nazi; solo está contrariado porque ha dejado a sus amigos de Berlín para trasladarse a un lugar aislado donde no tiene con quién jugar. Pero todo cambia cuando conoce, a través de una alambrada que no entiende para qué sirve, a un niño que viste "un pijama de rayas", lleva la cabeza rapada y está muy flaco. Se llama Shmuel, tiene la misma edad que Bruno, y una necesidad igual de tener un amigo para contarse las cosas. 
Una historia sencilla y original en un marco histórico por todos conocido, con un estilo narrativo claro y accesible para un público para el que siempre hay que contar otra vez el Holocausto: el lector juvenil, que empatiza con sorprendente rapidez con Brumo y Shmuel y entiende, sin entrar en detalles escabrosos, lo que significa la barbarie del asesinato de millones de judíos, a través de un elíptico final que pone los pelos de punta. 
Y no solo es una historia sobre nuestro triste pasado sino una reflexión sobre el peligro de un futuro de intolerancia y obsesiones raciales, sobre alambradas que separan pueblos, sobre barracones donde se hacinan los que son despojados de todo, sobre la incertidumbre de no saber si algo así puede volver a pasar en cuanto perdamos la memoria histórica. Si parece que estemos ante una novela para adultos, pronto entendemos que el mensaje va sobre todo destinado a los futuros adultos. 
La lectura de este libro ha sido realizada en común con los alumnos de 2º ESO de un instituto público y la experiencia ha valido la pena.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Fahrenheit 451, de Ray Bradbury


Ray Bradbury (1920-2012) fue un escritor norteamericano de ciencia ficción y fantasía que alcanzó fama temprana y numerosos premios gracias sobre todo a dos títulos: Crónicas marcianas (1950) y Fahrenheit 451 (1953). Pero además también escribió poesía, teatro, ensayos y guiones para películas, entre ellos el guión para la versión cinematográfica que François Truffaut hizo en 1966 sobre la novela que hoy presentamos. Tanto marcó esta novela a su autor que en su epitafio pone: "Autor de Fahrenheit 451".
El título de la novela ya es en sí una declaración de intenciones, puesto que es la temperatura a la que arde el papel de los libros. La novela presenta un futuro distópico en el que está terminantemente prohibido leer, y para que se cumpla con la ley existe en la ciudad un cuerpo de bomberos encargado de detectar libros escondidos y quemarlos. Guy Montag, el protagonista, es uno de estos peculiares bomberos, que no apagan fuegos sino que los provocan, y toda la novela es un viaje interior desde la aceptación de su trabajo irracional hasta el cuestionamiento del sistema en el que vive. Este sistema tiene los rasgos típicos de una dictadura, en la que, y yendo más allá de las dictaduras que se han dado en el siglo XX (fascismo, comunismo soviético, nazismo, franquismo), ya no se trata de que los ciudadanos no lean los textos "peligrosos" sino que directamente la prohibición de la lectura supone ese paso más allá deseado por todo régimen totalitario. 
Si el ciudadano no lee, por tanto tampoco piensa, y pensar también es malo porque hace que uno se cuestione un sistema en el que todos deben ser felices. Pero Montag no es precisamente uno de esos ciudadanos felices, y menos lo será cuando conozca a Clarisse McClellan, una enigmática mujer que introducirá la duda en su rutinaria vida de destrucción.
En un régimen totalitario en el que viven Montag y Clarisse, prohibida la lectura, se crean mecanismos de control social, y el más evidente (la novela es de 1953) es la televisión. Al respecto dice Clarisse: "No considero que sea sociable reunir a un grupo de gente y, después, no dejar que hable. Una hora de clase TV, una hora de baloncesto, de pelota base o de carreras...", y todo esto para que la gente no se haga preguntas porque las respuestas son bombardeadas continuamente.
El compañero de trabajo de Montag, Beatty, explica claramente por qué está prohibida la lectura: "Has de comprender que nuestra civilización es tan vasta que no podemos permitir que nuestras minorías se alteren o exciten... La gente quiere ser feliz, ¿no es así?... Bueno, ¿no lo son? ¿No les mantenemos en acción, no les proporcionamos diversiones?"
Esta otra reflexión de Beatty a Montag define muy bien el pensamiento totalitario: "Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión, para preocuparle; enséñale sólo uno. O, mejor aún, no le des ninguno. Haz que olvide que existe una cosa llamada guerra... Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares... Atibórralo de datos no combustibles, lánzales encima tantos "hechos" que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan... Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o la Sociología para que empiecen a atar cabos...".
Pero Montag sí que empezará a atar cabos, entrará en una espiral de duda y rechazo hacia el sistema para el que trabaja, y entonces descubrirá que la esperanza de un mundo con libros es un sueño posible...
Esta novela es una lectura fundamental (recomendable para alumnos de Secundaria) en la que no solo se nos evoca a los totalitarismos del siglo XX (recuerden la "icónica" imagen de los SA quemando libros en la Alemania nazi; o las listas de libros prohibidos en las dictaduras) sino que también se alerta sobre el peligro de nuevos totalitarismos con nuevos métodos de propaganda y control social (como lo es la televisión). El miedo a que acabemos creyendo lo que nos dicen unos pocos siempre estará ahí. 
La lectura que podemos hacer actualmente es que si pensar nos hace libres, leamos, pensemos y rompamos las cadenas del sistema de pensamiento neoliberal, como hizo Montag.