martes, 28 de agosto de 2012

Hades Nebula, de Carlos Sisí

Digno colofón para una buena trilogía sobre zombis ambientada en España y escrita por un español, Carlos Sisí, que deja el pabellón alto (tendemos siempre a valorar más lo que se escribe fuera). Hades Nebula  (2011) retoma la acción donde se quedó, es decir, unos militares han recogido a los supervivientes de Carranque y los trasladan en helicóptero a la base Orestes, situada en la misma Alhambra. Hacia un nuevo futuro van Juan Aranda, Isabel, Moses, Susana, José, los niños Gabriel y Alba...
Sin embargo, la base militar no es precisamente un lugar seguro, ya que los soldados están divididos en dos facciones, y la población civil está confinada en un "gueto" sin que reciba alimentos o protección de los militares. Para estos, Juan Aranda es la clave de todo porque es portador del virus y por tanto tiene en su sangre la inmunidad contra los zombis, es la esperanza de "reconquistar" el mundo de nuevo. Sin embargo ya no es el único con esta cualidad, ya que Dozer, miembro del Escuadrón de la Muerte, que dábamos por muerto, ha sobrevivido y tras inocularse el virus se dirige a Granada en busca de sus amigos. Por el camino recogerá a un periodista, Víctor, después de enfrentarse a verdaderas dificultades no provocadas por los zombis, sino por grupos humanos violentos. Y es que ya decíamos en la anterior entrega que el verdadero enemigo del hombre civilizado y cooperativo no es el zombi, sino el hombre violento y cruel. Juan Aranda experimentará esto en sus carnes y tomará una decisión importante.
Lo cierto es que se desatará el caos absoluto en la base Orestes, con los militares rebeldes actuando, los zombis entrando en tromba en la Alhambra, los civiles muriendo, y nuestros amigos resistiendo hasta el último aliento contra, incluso, viejos enemigos (el padre Isidro). Pero el futuro no será tan negro después de todo.
De esta última entrega me quedo con la alternacia entre las reflexiones de los protagonistas y la acción trepidante, y esa combinación se da ya de manera inteligente, proponiendo al lector momentos de pausa que acrecientan su ansia para seguir leyendo y ver lo que pasa. Eso está muy logrado. 
En cambio, y sin ser muy experto en "zombilogía", alguna resurrección de un personaje que ya estaba bien muerto me chirría un poco. Se supone que los zombis son muertos que despiertan porque su cerebro vuelve a activarse, o al menos alguna parte del cerebro, y que mueren definitivamente cuando se les dispara a la cabeza, pero resucitar por segunda vez... Y por otro lado, que uno se convierta en zombi y pueda "pensar", diseñar estrategias o tener sentimientos, y que tenga una fuerza descomunal como la que tiene el cura Isidro, pues tampoco he acabado de asimilarlo. Al menos si nos ceñimos a las "leyes" aceptadas sobre los zombis.
Pero por lo demás, me parece una trilogía estupenda para el que quiera conocer este mundo de los zombis que tanto atrae hoy en día. ¿Por qué se produce esa atracción? Que cada uno intente dar con las respuestas.

miércoles, 22 de agosto de 2012

El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger

Cuando el joven de dieciséis años Holden Caulfield es expulsado del colegio Pencey de Nueva York por su bajo rendimiento, decide pasar un par de días en la ciudad antes de volver a casa de sus padres y enfrentarse a la "regañina" que le espera, no obstante, no es el primer colegio que abandona. Lo que le ocurra en esos dos días, esa "aventura" urbana cargado con unos cuantos dólares en el bolsillo y una gran excitación, es lo que después relata tras ser atendido por el psiquiátra. 
Ésta es a grandes rasgos la línea argumental de El guardián entre el centeno o El cazador oculto (The Catcher in the Rye, 1951), del escritor norteamericano de ascendencia judía J.D. Salinger (1919-2010). Esta novela pronto se convirtió en uno de los hitos literarios de la prosa norteamericana contemporánea y dio a su autor una fama que no acabó de digerir bien, hasta el punto que en 1966 se alejó del mundanal ruido, no volvió a publicar novelas, aunque se sabe que escribió alguna más, se relacionó poco y vivió como un ermitaño huraño y antipático que rehuía de los focos, celoso guardián de su intimidad. Pero esta novela, para bien o para mal, le había dado la "inmortalidad" que tanto anhelan los escritores.
He leído esta novela movido por esa curiosidad latente que percibía cada vez que veía el libro en alguna librería y me preguntaba qué tenía de especial. Posiblemente el morbo de saber que el asesino de John Lennon se creía un Holden Cauldfield en carne y hueso, o que el que intentó matar a Ronald Reagan en 1981 estaba obsesionado con el libro. Ya se sabe, hay obsesiones buenas y malas...
Pero más allá de los datos morbosos, es uno de los libros más leídos en Estados Unidos y lectura obligatoria en muchos institutos. Y eso a pesar de que el joven flirtea con el alcohol y la prostitución. Sin embargo todo eso no lo hace escandaloso a mi modo de ver, aunque en 1951 causara más impacto en la conservadora sociedad americana. 
Todas las vivencias que Holden cuenta en primera persona, sus relaciones con los compañeros de instituto, Stradlater o Ackley, con las chicas (como Sally Hayes), con su hermana Phoebe, o con aquellos que conoce brevemente en Nueva York, reflejan la forma de ver la vida de un adolescente inmaduro, rebelde, por otro lado culto (lee "Memorias de África"), inseguro, mentiroso, que da tumbos por la ciudad sin saber lo que quiere hacer (hasta su hermana pequeña Phoebe se lo recrimina), y es precisamente esa inseguridad, esa angustia sobre el futuro que le depara, la que convierte a Holden Caulfield en el prototipo del adolescente que intenta rebelarse y no seguir el camino marcado: instituto, universidad, trabajo en la oficina, esposa e hijos. E intentar desviarse de ese camino le lleva a ser un incomprendido y a acabar en el psiquiátra. 
Y en esa rebeldía de todos los adolescentes que odian todo lo que les rodea y no comprenden por qué las cosas son así está el acierto de esta novela que se convirtió en un vehículo de inspiración para muchas personas, novelistas que quedaron influidos por el estilo rápido y fresco de la escritura de Salinger, pero también psicópatas que se veían como un Holden Caulfield dispuesto a dejar su "huella" en este tedioso mundo. 
Sin embargo, pienso que la influencia de esta novela estriba en que debió ser un soplo de aire fresco para una generación de jóvenes que querían romper las cadenas del mundo en el que vivían y crear otro nuevo, tal vez los jóvenes de la década de los 50 y 60 no lo consiguieron, pero aquellos jóvenes del 68 que en la década siguiente intentaron cambiar su forma de vida para cambiar el mundo debían llevar en sus mochilas este "insignificante" libro. Y mientras el mundo siga siendo como es, habrá "guardianes entre el centeno" en las mochilas para rebelarse.

domingo, 19 de agosto de 2012

Un mundo feliz, de Aldous Huxley

¿Y si viviéramos en un mundo en el que todos los seres humanos son inducidos a ser felices por el Estado, de manera que no conocen el sufrimiento, las enfermedades, la vejez o las guerras? Es más, no existe la religión ni los prejuicios morales que ésta impone, y en consecuencia, las personas gozan de la libertad sexual que una civilización sometida a las "leyes" de las religiones condenaría. Si viviéramos en este mundo civilizado en el que para conseguir la felicidad ha habido que eliminar el arte, la historia, la ciencia, la cultura, la filosofía; y para tener estabilidad social se ha prescindido de la libertad ¿seríamos felices? Qué importan los medios cuando el fin es alcanzar lo que en nuestra civilización ahora es imposible, como pensaría Maquiavelo.
Aldous Huxley (1894-1963) imaginó en 1932 un mundo así y su novela Un mundo feliz pasó a la posteridad como una de las obras clave de la ciencia ficción realizadas en el pasado siglo. Una obra visionaria como pocas, que imagina un escenario futurista muy pesimista como luego haría Orwell en 1984. Habría que preguntarse porque todos los futuros imaginados son tan poco atractivos (esto me recuerda a Blade Runner).
Aldous Huxley fue un escritor británico emigrado a los Estados Unidos, un auténtico intelectual que se interesó por la ciencia, la literatura, el arte, la psicología, el misticismo, un divulgador incansable que escribió varias novelas y ensayos, viajó por el mundo dando conferencias, experimentó con las drogas por interés meramente intelectual y criticó fuertemente el orden social establecido. Murió de cáncer el mismo día que asesinaron a Kennedy, mientras le susurraban al oído el Libro Tibetano de los Muertos.
En una civilización futura en el que las mujeres ya no tienen hijos porque toman anticonceptivos y los seres humanos se "fabrican" en laboratorios donde se incuban miles de embriones que luego serán divididos en un rígido sistema de castas ("el principio de la producción en masa aplicado, por fin, a la biología"), de la superior Alfa (la más inteligente y con los cuerpos "neumáticos") a la inferior Epsilon (inculta, fea y destinada a los peores trabajos), un individuo Alfa llamado Bernard Marx se siente diferente al resto y recibe cierto rechazo de sus iguales. Parece infeliz en un mundo en el que todos son felices, ya sea porque la hipnopedia (un moderno sistema de propaganda basado en la repetición constante de mensajes mientras los niños duermen) o el soma (una droga que intensifica la felicidad de las personas y las mantiene tranquilas, y que todos reciben después de la jornada de trabajo) han conseguido lo que en una dictadura habría que hacerse con ejército, policía secreta, continuas purgas y represión. El condicionamiento psicológico ha conseguido lo que un sistema dictatorial perfecto (¿o una democracia encubierta?) desea: "que la gente ame su inevitable destino social". O que odien los libros... De hecho todos los libros (salvo los oficiales) publicados antes del año 150 d.F. (después de Ford, el divinizado líder) fueron suprimidos.
Cuando Bernard Marx realiza un viaje a México acompañado de la "neumática" Lenina a visitar una reserva de "salvajes", gente no civilizada que sigue las antiguas costumbres, se trae de vuelta a John, un salvaje atraído por ese mundo civilizado que su madre Linda le relataba alentando su interés por conocerlo. Sin embargo el choque cultural será muy fuerte para John (que ha leído clandestinamente las obras completas de Shakespeare): se convierte en un atractivo turístico que todos quieren conocer y queda profundamente decepcionado al saber que en este mundo no hay sitio para las pasiones, la religión, el sufrimiento o el amor.
Pero quién quiere cristianismo cuando hay soma ("el cristianismo sin lágrimas"), una droga mucho más eficaz; quién quiere sufrimiento, miedo a la muerte o pasiones violentas, todo eso desestabiliza la sociedad, crea conflictos y los conflictos provocan guerras. Evitemos todo eso reduciendo el tiempo para pensar libremente, creemos actividades colectivas que después del trabajo (también colectivo), mantengan constantemente ocupadas a las personas, rompamos los tabúes sexuales (la monogamia) y hagamos que las personas puedan copular libremente con quien quieran, no hay padres ni madres, ni maridos ni esposas, no hay más lazos que los que unen a los individuos en su deseo de ser felices desde que Ford (el reverenciado líder del que sabemos que lanzó al mercado su primer Modelo "T", es decir, el Henry Ford fabricante de coches), instaurara las nuevas reglas de la civilización: maquinismo, consumo en masa, roles sociales fijados desde el nacimiento. Vamos, un capitalismo perfecto con una nueva religión llamada consumismo que adora no una cruz sino una T.
Bernard Marx y su amigo Helmsholtz Watson, los más críticos con el sistema serán "purgados", enviados a una isla con otros individuos purgados, demasiado peligrosos por ser más conscientes del mundo en el que viven que el resto de la comunidad. Así, su individualidad crítica no contagiará a la masa. 
Para el salvaje John, en cambio, las personas necesitan creer en un Dios, deben saber lo que es el amor (cuando Lenina sienta una pasión violenta hacia John, éste la llamará "zorra" y "ramera"), la familia, la enfermedad, el sufrimiento, aquello que nos hace humanos. Siguiendo el mito del "buen salvaje", no comprenderá esta civilización y la acabará aborreciendo, intentando retirarse en soledad y vivir de otra manera, pero quién puede escapar de un mundo feliz porque quiere reclamar el derecho a ser desgraciado.
¿Sería posible crear una civilización con estas características que describe Huxley sabiendo que probablemente estaríamos ante una dictadura en la que la Propaganda ha conseguido su objetivo principal: controlar a las masas? Mucho nos recuerda esta novela visionaria a lo que sucedería en la Alemania nazi de Adolf Hitler, o en general a las ideologías extremistas, fascismo y comunismo, que requieren de un control absoluto de la población a todos los niveles, para perpetuarse. Ya lo decía Goebbels, el ministro de Propaganda nazi (y cuántas veces he recordado su frase leyendo esta novela): "Una mentira contada mil veces se convierte en una verdad". Aunque Goebbels se quedó corto ya que, en palabras de Bernard Marx, un especialista en hipnopedia, "sesenta y dos mil cuatrocientas repeticiones crean una verdad".
En 1932, cuando el mundo soportaba los durísimos efectos de la Gran Depresión, Alemania tenía 6 millones de parados que ansiaban que un líder populista prometiera un "mundo feliz" para ellos, y allí estaba Hitler, que ganó las dos elecciones celebradas ese año y que en enero de 1933 se convertía en canciller de Alemania. Antes del crack de 1929, sin embargo, su partido no conseguía imponerse en las sucesivas elecciones, e incluso se veía superado por los comunistas.
Uno de los controladores de ese mundo feliz llega a decir: "la verdad es una amenaza, y la ciencia un peligro público"; "todo cambio constituye una amenaza para la estabilidad". Sin embargo, una reflexión de este dirigente, Mustafá Mond, me ha gustado: "nosotros no sufrimos pérdida alguna que debamos compensar; por tanto, el sentimiento religioso resulta superfluo".
En definitiva, estamos ante una visión pesimista del futuro, pero también una crítica feroz del presente, el de 1932 y el de ahora, el del capitalismo consumista que genera esa sensación de felicidad irreal. Malos tiempos son los que corren para ser pesimista, como los fueron los años 30. Entonces, una guerra mundial, la Segunda, sacó al mundo de la recesión económica y comenzó una nueva era de bienestar. ¿Hacia dónde vamos ahora? ¿Llegará el hombre a ser feliz? ¿A qué precio?

viernes, 10 de agosto de 2012

Danza de dragones, de George R.R. Martin

Termino con tristeza la quinta entrega de la saga Canción de hielo y fuego, Danza de dragones (2012, en su edición en español). Me explico, tristeza por haber acabado el libro, desgraciadamente, aunque he intentado ralentizar la lectura los últimos días porque ver el final tan cerca se me hacía duro. He disfrutado de uno de los mejores libros de la saga, mucho más que el cuarto, y no sé, como no saben miles de lectores, cuándo llegará el sexto (la cadencia actual es de un libro cada 5 años). También acabo el libro después del shock que me ha producido un hecho que no contaré aquí pero que me hizo pegar cuatro gritos de indignación en plena noche para sorpresa de mi pareja.
Y son muchas las incógnitas que necesito resolver sobre el cada vez más despiadado juego de tronos que se dirime en Poniente y más allá, desde que el rey usurpador Robert Baratheon muriera "accidentalmente". Desde entonces se desataron las ansias de poder y gloria de los hombres ("Guerra de los Cinco Reyes"), ansias que acabaron trágicamente para algunos. Pero la lucha continúa y ahora sí que ha llegado el invierno, como dice el lema de la Casa Stark, y ha llegado para quedarse. 
El quinto libro sigue la acción donde se quedó Tormenta de espadas (la tercera entrega) y es simultáneo a la acción que sucede en Festín de cuervos (el cuarto libro), por tanto supone volver a mirar por los ojos de los personajes principales que habían sido arrinconados momentáneamente en la cuarta entrega: Jon Nieve, trata de afianzar su posición como lord comandante de la Guardia de la Noche a la vez que inicia una política de "muro abierto" con los salvajes, quienes temen la llegada inminente de los Otros. En el Muro se encuentra el rey Stannis Baratheon con su sacerdotisa roja Melisandre de Asshai, intentando hacerse fuerte en un norte dividido y traicionero. Mientras, al otro lado del mundo, las ciudades esclavistas están en guerra desde que Daenerys Targaryen se hiciera con el trono de Meereen y liberara a los esclavos de esta ciudad. La Madre de Dragones no solo debe controlar a sus tres criaturas sino también consolidar su poder a la espera de iniciar ese anhelado retorno (y todavía demorado) a Poniente para reclamar el frío Trono de Hierro, que ahora ocupa un niño de 8 años, Tommen Baratheon, tutelado por la intrigante Cersei Lannister, quien sufrirá las consecuencias de arriesgarse en este peligroso juego del poder. Tyrion Lannister, el otrora Mano del Rey, es ahora un enano fugitivo acusado de parricidio y regicidio que también emprende el viaje a Oriente en busca de la reina Daenerys. Otros personajes también tendrán su protagonismo como Victarion Greyjoy; Asha Greyjoy; Quentin Martell; el nuevo Hediondo, Theon Greyjoy, prisionero de los Bolton en Fuerte Terror; Arya Stark (todavía con su aprendizaje en el templo del dios de múltiples rostros); Bran Stark, que encontrará por fin "al cuervo de tres ojos" y comenzará otro tipo de aprendizaje; Barristan Selmy, actual lord comandante de la Guardia de la Reina Daenerys; Kevan Lannister, regente del rey Tommen...
Todo esto mientras la guerra en Poniente languidece por momentos, aunque se avecina un recrudecimiento, y por supuesto salpicado con los ingredientes a los que ya estamos acostumbrados con Martin: las mentiras, las traiciones, los asesinatos, las conspiraciones, pero también la lealtad y el honor. 
Martin me está haciendo disfrutar de la literatura de una manera tan intensa que le estoy muy agradecido, aunque no soy de esos fans que desean que se alimente mejor para que no enferme y pueda acabar la saga, pero sí es verdad que los personajes y la historia que ha creado son tan inmortales ya que Martin se ha convertido en un mito viviente de la literatura aunque para algunos esto suene muy fuerte. Esperaré con resignada paciencia su próxima entrega. Hasta entonces nos queda la serie televisiva.